Draco Malfoy nunca se había llevado bien con Harry y Hannah Potter por el hecho de que eran Potter. No es hasta que en el tercer año, Draco y Hannah empiezan a tener acercamientos más seguidos y los pensamientos del rubio empiezan a cambiar, así com...
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—No os metáis en líos este año —dice Molly a los gemelos.—Que no nos tenga que mandar una lechuza la profesora McGonagall, por favor.
—Sí, mamá —dicen los chicos a la vez entrando atropelladamente a la locomotora.
—Y a vosotros no os digo nada, pasadlo bien —dice la señora Molly y da un beso en la mejilla de cada uno de los adolescentes.
El cuarteto de oro entra en el expreso de Hogwarts y se dirigen a un compartimento vacío.
La vendedora de golosinas pasa por al lado de este y Harry y Ron se acercan a comprar algo.
Hannah se fija como una chica de Ravenclaw le sonríe a su hermano y alza una de sus delgadas cejas.
—¿Qué ha sido eso? —pregunta la pelinegra cuando Harry se sienta.
—Una coqueto-mirada —dice Ron con la boca llena y después se ríe.
Harry rueda sus ojos comenzando a ruborizarse y después se ríe.
—Esto es horrible —dice Hermione dejando el periódico a un lado.—¿Cómo no sabe el Ministerio quién la conjuró? ¿No había agentes de seguridad?
Hannah se levanta ya que no quiere hablar más del tema de la marca tenebrosa, porque la tiene en vela la mayoría de las horas de la noche. Camina por el pasillo de la locomotora hasta llegar al último compartimento y entra.
Este es diferente a los demás, ya que no tiene los asientos uno frente al otro. Este solo tiene uno y una pequeña puerta. Hannah se acerca a esta y la abre para dar lugar a un pequeño baño.
—Al final has venido —escucha la voz de alguien detrás suya y se gira para ver quien es.
—¿Malfoy? —su voz sale más extrañada de lo que ella quería y después carraspea ligeramente.—¿Eres el que mandó la carta?
—¿Por qué si no iba a estar aquí? —el rubio entra y cierra la puerta del compartimento bajo la atenta mirada de la pelinegra.
Se sienta en el sofá mirando los ojos azul cielo de la chica y después pasa su lengua por sus labios lentamente.
—¿No te vas a sentar? —pregunta.
—No sé que pretendes, Malfoy, pero no tengo tiempo para tonterías —Hannah se acerca a la puerta, y antes de que la abra, Draco agarra su muñeca suavemente y la gira.
—Te dije que quería que habláramos, no son tonterías, son ¿necesidades? —frunce su ceño y después de unos segundos, Hannah se sienta junto al chico.
—Habla —suspira Potter.
—Lo que me dijiste en junio, hace tres meses, eso de que no me iba a sentir mejor por hacer daño a los demás... —Hannah alza sus cejas escuchando lo que dice.—Realmente me ha ayudado este verano.