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Esa mañana en la que todos están deseosos de ir a Hogsmeade, Hannah despierta con un dolor de ovarios espantoso, y dirigiéndose al baño, se da cuenta de que sus pensamientos no están equivocados. 

Desnudándose por completo, pues sus bragas y el pijama del pantalón están manchados de sangre, ingresa en la ducha y el agua caliente parece que alivia aquel horroroso dolor. Tras salir, comienza a vestirse después de ponerse un tampón de algodón. Aquel invento hacía unos años, en 1929, había salvado la vida a muchas mujeres a las cuales les agobiaban las compresas, una de ellas, Hannah.

Decide ponerse una camiseta de manga larga básica, un jersey negro gordo y unos vaqueros. De calzado elige unas botas para que la nieve y el frío no cale en sus pies y tras hacerse una trenza y lavarse los dientes, está lista.

Hermione, quien la espera fuera sentada en su cama, le sonríe.

—Has manchado las sábanas, Hannah —le dice señalando la cama de la chica. 

Hannah suelta un bufido, y tras quitar todas las sábanas y mantas, ambas se dirigen con el cesto de la ropa sucia a la lavandería. Allí, le dan un recambio y vuelven a la habitación para hacer la cama. 

Sí es cierto que el periodo de la chica es corto, apenas le dura cuatro días, pero es demasiado intenso. Por lo que coge una mochilita negra y metiendo tampones, compresas, un par de pastillas de ibuprofeno y unas bragas de recambio -por si acaso-, salen nuevamente. 

—¿Te has tomado una pastilla? —pregunta su amiga preocupada por saber los grandes dolores que Hannah tiene en esa temporada del mes.

—Sí, no te preocupes —le sonríe ella.

Cuando salen del castillo, Harry y Ron las esperan sentados y al verlas, sonríen y se levantan. El aire es fuerte y pronto las chicas comienzan a tiritar de frío, por lo que dejando sus cosas en el suelo, rápidamente se colocan sus chaquetones. Hannah pensó en llevar la vaquera que le compró Draco años atrás, pero a parte de que no iba a taparle el frío, no lo vio apropiado. 

—¿Qué ha pasado? ¿Por qué tanta tardanza? —pregunta Harry.

—No seas cotilla, Harry —frunce el ceño Hermione.

Hannah se ríe mirando a su amiga, pensando en lo reservada que es para esas cosas, algo de lo que ambas se diferencian bastante, pues a Hannah le daría igual que todo Hogwarts se entere de que tiene la regla, pues es algo bueno, no está embarazada. Ella siempre lo ve así.

Harry mira a su hermana y tras una sonrisa, comprende el por qué, pero Ron, quien no se entera de nada sigue preguntando. Los chicos juegan con su cabeza haciéndole un lío al pobre pelirrojo, pero tras un rato de risas, Hannah termina diciéndole que pasa, y él, rojo como un tomate murmura un "ah".

—¿Dónde está Dean? —pregunta Hannah al recordar que tiene que hablar con el chico.

—Se fue con Seamus, dijo que te veía allí —responde su hermano.

Hannah asiente sin decir nada más y siguen hablando de sus cosas. Van tras algunos chicos de Slytherin de primer año. Estos, hablan sobre el miedo que les dan "el platinado y el moreno" y entre el cuarteto de oro se miran sabiendo quiénes son perfectamente.

—No les tengáis miedo —dice Harry llamando la atención de los tres chicos.

—Pero, ¿habéis visto sus caras? —musita uno.

Hannah suelta una risa y dice:

—Sus caras podrán dar todo el miedo que queráis, pero no son capaces ni de matar a una mosca, ninguno —dice Hannah.—Y si os hacen algo, decidle que Buckbeak los matará a ellos, eso los mantendrán a ralla. 

Hannah Potter | Draco Malfoy [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora