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Aine

¿Cuántas veces he tenido esta conversación con mi tía y cuántas veces he logrado que me deje hacerlo? Tener un trabajo a tiempo parcial no podía ser el final de mundo. Además, necesitaba dinero.

- Pero cariño, no necesitas trabajar -volvió de decirme. Su cálida voz, casi aterciopelada me hacía imposible enojarme con ella. No quería seguir teniendo que hablar de esto.

- ¿Por qué no me dejas solo intentarlo por un mes? – deje mi vaso en el lavaplatos- Puede que no me guste y tome tu palabra de ser tu mantenida.

- No eres mi mantenida Aine. -su voz se volvió dura- No digas esas cosas. Te quiero como si fueras mi propia hija y dado que puedo tenerte aquí, quiero ayudarte.

- Me estas ayudando tía. -Y era verdad, no solo me acogió en su casa cuando mi madre estaba desesperada por hacerme desaparecer del alcance de sus amigas, sino que también es lo más estable que tengo- Me diste una habitación, no te avergüenzas de decir que somos familia... ¿Qué más podría pedirte?

- Lo que quieras, pero con tiempo. -sonrió- Ya sabes que hay cosas que debo consultarle a tu madre y sobre el trabajo...

- Será en el viejo videoclub. -la interrumpí- No pretendo estar en la zona donde pueda poner en peligro la integridad de la imagen de mi madre.

- ¿Quieres trabajar en el videoclub de Aiden? – su expresión parecía más relajada que al comienzo.

- ¿El videoclub es de tu amigo? -pregunte de vuelta- Ahora tiene más sentido el nombre de su hijo.

- ¿Conoces a Salvatore? -solo asentí- Me alegro de que lo hayas conocido. A pesar de su apariencia es buen chico. Los conozco desde que me mude hace unos siete años.

- Parece ser un buen chico, no sabría decirte. Hablamos muy poco ayer. De hecho, solo nos presentamos. -aclare. Ahora que lo pienso, tampoco le dije mi nombre, aunque puede que ya lo sepa.

- Solo no te dejes convencer de hacer un tatuaje. -Guardamos silencio hasta que termina de guardar su comida- De verdad, si quieres hacerte un tatuaje te llevo a un profesional. Ese muchacho es bueno dibujando, pero no con las ajugas.

- ¿Puedo intentar lo del trabajo? -volví a preguntar.

En su mirada se podía observar como pasaban diferentes pensamientos en su mente sobre si debía o no dejarme trabajar en el videoclub de su amigo.

- Bien. -sonreí- Pero, escúchame...

- ¿qué? -hizo una mueca y solo asintió.

- Ten cuidado. Solo ten cuidado.

- Si, gracias tía. -me sonrió de vuelta.

- Cierra la puerta con llave cuando salga. -asentí mientras la seguí por el pasillo- Hoy tengo la jornada de la noche así que no estaré en casa hasta pasadas las ocho o nueve. -asentí- Y por favor, no traigas a nadie.

- ¿A quién traería? -levante las manos- Ninguno de mis amigos querría venir y sus padres tampoco los dejaría cruzar el puente. Por eso este lugar es seguro para esconderse.

- Nadie te esta escondiendo corazón. -toco mi hombro- Cuídate. Nos vemos mañana.

- Adiós. Salva vidas.

Desde que mi tía decidió volver de Australia para trabajar aquí, fue lo mejor que me ha pasado. No me gusta depender de las personas, a pesar de que mi tía sea tan buena conmigo y quiera cuidarme como su hija. Creo que es su amor por ayudar a las personas lo que la mueve a querer cuidarme tanto.

El mejor plan de jueves por la noche: una pizza descongelada y un vaso de té frio, porque en esta casa las colas están prohibidas. Me senté en el suelo y estiré mis piernas por debajo de la mesita de la sala. Tomé el mando de la tele del sofá y la prendí. Hacer zapping para terminar poniendo música.

Tomé el libro de biología y me dispuse a terminar la tarea. Ni si quiera se porque seguí haciendo las cosas con tanto empeño. No importaba que tan enojada estuviese con mi madre o con mi padre, no podía hacer cosas que los pusiese en evidencia delante de sus amigos. Si solo no me hicieran sentir que sacar una mala nota es el fin del mundo.

Deje el lápiz por quinta vez en menos de diez minutos. Esta vez miraba la vista que tenía el departamento de mi tía. Vivir en el séptimo piso frente al rio dejaba una bonita vista del otro lado de la ciudad. Seguramente todo ese lado estaba lleno de restaurantes carísimos o discotecas exclusivas a las que no podía entrar. No legalmente al menos.

- ¿Será que Yoongi esta con sus amigos en The Lux? -me pregunte acercándome a la ventana.

Obviamente estaban ahí, desde que cumplieron sus dieciocho es el único lugar al que van. Además de ser uno de los clubs más populares del momento, era estúpidamente bonito. La única noche que pude entrar fue de las mejores salidas con amigos que he tenido a este tipo de lugares. La oscuridad y las luces de colores se sentían tan brillantes y llenas de vida que te hacen olvidarte de todos los problemas. O de tu novio pidiéndote un tiempo.

Unas sombras corriendo a la orilla del rio rompieron la dirección de mis pensamientos. Era un grupo de siete personas. Uno de los que corría atrás tomo la capucha del más bajito y lo jalo tirándolo al suelo. El más alto, que corría delante se detuvo y regreso. Desde aquí no se podía ver sus rostros o reconocer, tampoco podía escuchar la discusión.

Sin embargo, cuando paso un coche pude diferencias una cabellera rubia y una pelirroja. ¿Era Salvatore al que habían jalado y tirado al suelo? Si solo pudiera ver sus rostros de más cerca. O si todas las farolas funcionasen como debían podría ver mejor si de verdad estaban discutiendo. Me di la vuelta y tomé la cámara de fotos de mi tía de la estantería. Esta por mirar por la cámara cuando el rubio golpeo en el estomago al pelirrojo. El amigo de este empujo al rubio alejándolo de su amigo. Otros dos se adelantaron y sujetaron al chico mientras el rubio volvía para pegarle.

Mire a los dos lados de la calle, hasta donde me permitía la ventana, buscando una persona que pudiese detenerlos. Ni si quiera pasaban coches. Me puse los zapatos lo más rápido que pude, abrí la puerta y comencé a bajar las escaleras. Aun con la cámara en la mano. No tenía idea de que podría hacer una vez que estaba abajo, lo más sensato hubiese sido llamar a la policía.

- Confirmo por segunda vez en la semana que no tengo instinto de supervivencia. – hable en voz alta antes de abrir la puerta. Jamás había bajado los siete pisos con tata rapidez como hoy. Sali del portal y cruzando la calle, justo frente a mí, estaban los cinco chicos golpeando a los otros. - ¡Ey! – les grite mientras tomaba fotos- ¡Será mejor que se vayan! -rogaba a todos los santos que el flash fuese lo suficiente fuerte como para que les fuese difícil ver mi cara. Definitivamente no quería tener problemas.

- Vuelve a tu casa si no quieres tener problemas. -me grito uno de los amigos del rubio causando la risa de los otros. Su voz me pareció extrañamente conocida.

- ¡Estoy al teléfono con la policía llegaran en dos minutos! – una sirena comenzó a escucharse en la distancia. Juro que esto parecía mejor que planeado.

Había dejado de hacer fotos en el momento en que la sirena sonó. Soltaron al chico alto y este corrió donde su amigo. La mirada del rubio estaba fija en mí, y al contrario que minutos atrás, ahora agradecía la oscuridad de la calle. La luz de las farolas alcanzaba mi cintura di varios pasos atrás para ocultarme más. La sirena sonaba mas cerca.

Uno de sus amigos lotomo del brazo y lo jalo para volver corriendo en la dirección por la quellegaron. ¿Por qué siento que lo conozco? 

Another loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora