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Aine

La puerta del aula estaba cerrada, sentía comezón en las manos. Tomé aire y entre, como si fuera directa al campo de batalla. Y es que no podía estar segura de lo que saldría de esta conversación. Dado que Yoongi no estaba muy dispuesto a escuchar las últimas veces que había intentado hablar con él.

― ¿Qué haces? ― Se asusto en cuento hable, soltando el móvil sobre la mesa. ― Estabas revisando mi móvil.

― Cambiaste la contraseña. ―Significaba eso que intento revisar mi móvil.

― Si, lo hice. ¿Por qué? ― No dijo nada. ― ¿Guardaste tú mis cosas?

― Si, Clary quería hacerlo, pero estaba guardando mal todo y... Sé que no te gusta guardar todo como sea, así que le dije que las busque y te diga que vengas.

― Ah, gracias.

― Aine ― se levantó colocándose delante de mí― ¿Qué esta pasando?

― Si es con nosotros deberías preguntártelo tú.

― No, me refiera contigo. ―me apoye en el costado de la mesa evitando así su mirada ― No pareces tú últimamente.

― Oh, han pasado muchas cosas. ― asentí para mí misma.

― ¿De verdad?

― ¿Por qué mentiría? ― Como una batalla nos miramos en silencio. Mantuve su mirada comenzando a sentir como el enojo se formaba dentro de mi mente, los dedos me hormigueaban. ― Eso es todo lo que dirás.

― ¿Qué más quieres que diga? ― deje de mirarlo. Sonreí sin ganas, con molestia. ― ¿Qué? Si tienes algo que decirme hazlo.

― Siento que si hablo ahora todo terminará mal. ― tome mi mochila― Tienes esa habilidad de echarme la culpa cuando tú eres quien hace las cosas.

― Es porque no sabes controlarte. ― se alejo dos pasos― Aine, no es mi culpa que tengas problemas con tus padres. ¿Cuándo no ha sido así?

― ¿Crees que mis padres es lo único que tengo en mi mente? ― lo enfrente― Si, tengo problemas con ellos, aunque tú tampoco te quedas atrás... ¿Qué más quieres?

― Aine...

― Me pediste espacio para arreglar cosas, que no puedes contarme, y yo acepte. Te he dado todo el espacio que puedo, porque si no te has dado cuenta vamos al mismo colegio y tenemos los mismo amigos―respire― A no, no tenemos los mismos amigos.

― ¿Qué? ¿Por qué estás molesta ahora?

― ¡Por tu culpa! ― levante mi voz― Porque no se que esperar de esto, de nosotros... Es como bailar en un limbo donde te veo estar bien con todos menos conmigo como si yo hubiese hecho algo para alejarte.

― Tal vez lo hiciste. ― enmudecí.

― Y si lo hice, ―retrocedí― ¿Por qué no lo terminas todo?

Silencio.

― ¿Qué? ¿No puedes? ―desvié la mirada― No seré yo quien lo haga Yoongi. Aclara lo que quieres de nosotros porque yo empiezo a ceder... Prefiero que me digas las cosas de forma honesta, en lugar de verte sujetar la mano de tu amiga frente a mi...

― ¿Qué tiene que ver Clary con esto? ― salir del aula fue lo mejor que puede hacer, casi no podía pensar con claridad― ¡AINE!

Eche a correr por el pasillo en dirección a la puerta. Cruce la puerta del colegio con la mente a mil, tantos pensamientos al mismo tiempo. Unos con sentido, unos a mi favor, otros en mi contra, algunos me defendían y otros me atacaban sin piedad.

Detuve mis pasos junto al coche en el estacionamiento del colegio. Lo reconocía, el auto de mi padre. Me acerque al coche, estaba vacío. Miré a mi alrededor no había nadie, ningún estudiante o profesor. Lo único cerca al aparcamiento es la entrada trasera de la biblioteca. ¿Era posible que estuviese ahí?

Mientras caminaba le envié un texto a mi padre "¿Estas en el colegio?", al momento de ver el enviado en el mensaje, escuché una notificación al otro lado de la puerta. Me acerque despacio, esperando no encontrarme un profesor que me regañase por no estar en clases. Las puertas de la biblioteca son antiguas y pesadas de abrir. Comencé a empujar la puerta derecha.

― Aine ― escuche susurras ― AINE ― volvió el susurro con más fuerza. Me gira buscando la voz.

Junto a la puerta de entrada estaba él, mi peliazul vestido de negro con el cabello más rizado de lo normal. Lo observé unos segundos formando una sonrisa, solté la puerta y corrí en su dirección.

― ¿Acaso est... ― al llegar a él no me detuve y lo abracé― ¿Estás bien? ―negué― ¿Quieres hablar de ello o salir de aquí?

― Sácame de aquí ― susurré. No quería volver a llorar, pero juro que me sentía a salvo. Y deseaba irme de este lugar.

― Vamos.

Agradecí que no hiciera más preguntas en este momento. Nunca le había mencionado nada sobre mi vida en el colegio, bueno, Dante no tenía detalles de mi vida de la misma forma que yo ignoraba detalles de la suya.

Cruzamos las calles en silencio, conmigo bajo su brazo. Mientras más me alejaba de la grieta que acababa de abrir parecía que respiraba mejor o, solamente era su presencia.

― Corre el autobús ― hablo con rapidez. Tomo mi mano para correr a la parada, me detuve en seco. ― ¿Qué?

― No corro tras el autobús. ― le dije con sinceridad. Eso era algo que mi madre me había enseñado desde pequeña. Lo repetía todo el tiempo que termino implantado en mi mente. "Los Ritte no corremos a nada ni nadie, Aine. Somos gente importante, las cosas vienen a nosotros." Solo corro de mis problemas, añadí para mi.

― Aine ― se puso frente a mi― Prometo no dejarte caer, pero si perdemos este bús tendremos que esperar más de media hora por el siguiente.

― ¿No me dejarás atrás? ― le pregunte.

― Nunca ― levanto la mano con la que sujetaba la mía― Te tengo.

Corrimos al bus, subiendo con tanta prisa para que no nos dejara. Caminamos al espacio vacío entre los asientos, los cuales se encontraban todos ocupados. Dante se arrimo a la venta y yo junto a él. Cruzamos miradas y comencé a reírme, no lo podía creer. Si mi madre me hubiese visto, el cielo se caía.

― Cuidado ― habló Dante en respuesta al frenazo del bus. Paso su brazo frente a mi para moverme atrás de él. Tenía su nuca al recto mis ojos. No se movió aun cuando el autobús volvió a circular.

Pasaba mi mirada de sus hombros a su nuca a al pasillo del bus hasta que algo en su cuello llamo mi atención.

― ¿tienes un tatuaje? ― roce con mis dedos su cuello. Se dio la vuelta al instante. ― Perdón yo... ― las palabras se esfumaron con mi respiración. Levante la cabeza con mi nariz rozando su barbilla. Estaba muy cerca... demasiado. Aparto mi cabello colocándolo atrás de mi oreja. Junto su frente con la mía mientras cerraba sus ojos.

― Cierra los ojos Aine ―susurro.

Lo dudé un poco, pero al final lo hice. Cerré los ojos y fue ahí cuando me di cuenta de que había colocado un auricular en mi oreja. No reconocía la canción, sabía que era un piano, y aunque la melodía sonaba triste, era reconfortante.

Pase mis manos de mis costados a sujetar los lados de su camiseta bajo la chaqueta. Lo sentí sonreír e hice lo mismo. Y aparto su frente de la mía. Nos miramos directamente, en silencio y fue tan reconfortante, pacifico... 

Another loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora