10

359 38 11
                                    

Aine

Apoyé mi cabeza en la ventana del bus una vez que pude sentarme. En las tres primeras paradas después de la que esta cerca de la escuela era donde la mayoría de las personas se bajaban. Obviamente, con mi paranoia causada por la vergüenza de mi madre a que sepan que, ahora, vivo en el lado "malo" de la ciudad, la sudadera que compre meses antes y que planeaba regalarse a mi novio en nuestro aniversario de seis meses, se convirtió en mi mejor amiga en los viajes en bus. Al menos ahora no tenía que caminar para llegar a casa.

― ¿Por qué parece que te ocultas? ― miré a ambos chicos sentándose junto a mí. Dante a mi lado y Sav atrás.

― ¿Qué hacen aquí? ― fue lo único en lo que pude pensar.

― ¿En el transporte público? ― pregunto Dante de forma sarcástica― Lo mismo que tú.

― La verdad, ― intervino Sav― te encontramos por casualidad. Dante te vio y nos hizo subir en este bus... ¿Qué? ― dice mirando a su amigo― es la verdad.

― ¿De verdad? ― miré a Dante y este solo levanto los hombros.

― Tengo buena vista, no como otros. ― bromeo mirando a Sav quien estaba usando lentes.

El sol entro de lleno por las ventanas del bus una vez salimos de la jungla de asfalto y grandes edificios. Podría pasar por aquí todos los días, pero jamás me acostumbraría a lo bonito que se ve el sol dentro del bus. A como se ilumina la piel de las personas como si fueran hechas con un toque canela vital.

El cabello rojo de la chica cinco asientos delante se ilumino. Como un punto de sangre entre cabelleras. Continúe recorriendo las nuevas intensidades de los colores en la ropa de las otras personas, aprovechando que los tres estábamos en silencio.

Miré a mi derecha, sin duda, esta luz beneficia tanto a las pecas que recorren el rostro de Dante como a esos rayitos azules que salen de forma tan sutil de su cabello negro. Y sus ojos mostrando pequeñas manchas azules como un husky, volví a pensar, y no pude evitar sonreír. Volví a posar mi mirada en su rostro, y me encontré de lleno con su mirada.

Desde la primera vez que vi sus ojos, hace unos días en mi habitación, estos parecen tener un poder sobre mí. Son mi pozo sin fondo, y por alguna razón, no tengo miedo de caer en ellos. Ninguno aparto la mirada provocando una sonrisa de su parte.

― ¿Qué? ― bajo su cabeza casi a mi altura provocando que me inclinará hacía atrás― ¿Encontraste algo interesante? ― inmediatamente gire hacía la ventana. Sav seguía absorto con la vista del mar.― Aine... ― susurro en mi oreja causando que se me erizara la piel― Está bien, puedes mirarme todo lo que quieras.

Contuve mi respiración mientras la suya seguía chocando junto a mi oreja. Su cercanía no me dejaba pensar con claridad, quería responderle que no haría eso más. O cualquier escusa que se me cruzase por la mente, pero tal parece que en lo único que puedo pensar es en la paz que me genera que este tan cerca.

La misma sensación del primer día, no siento mariposas cuando lo veo. Es una extraña calma que lleva a seguir cayendo en la profundidad de sus hermosos ojos marrones azules. Y sin duda, mientras más profundizaba en como seguía observando su rostro no me hacía sentir mejor, ¿por qué mi mente se siente tan atraída a una persona que acabo de conocer y por el contrario, desea evitar a quien se supondría ser mi novio?

― Vamos ― interrumpió mis pensamientos Sav. ― debemos bajarnos aquí.

― Si, debes cambiarte ese uniforme. ― se levanto Dante y toco el timbre de la parada.

― ¿Por qué no puedo ir así? ― pregunte levantándome también.

― Aun cuando quieres ocultar el logo del colegio, todo el mundo reconoce esos colores. ― mire mi falda de cuadros azules con morado.

― Además, sigues teniendo clases mañana y supongo que el uniforme es algo obligatorio de llevar todos los días ― concluyo el pelirrojo.

― Me dijeron que es algo legal. ― nos bajamos del bus― Si no lo es, mi tía podría matarme... o ponerse a la fila. ― lo ultimo lo dije más para mi que para que ellos lo entendieran.

― Es legal. ― aseguro Dante.

― Supe que trabajaras en el videoclub de mi padre ― El cambio de tema nos tomo por sorpresa tanto a Dante como a mi― Me lo dijo en la mañana, ¿ya te lo dijo tu tía?

― Si ― sonreí― me lo dijo hace unos días. Y tú padre me envió un mensaje de texto avisándome que empezaría la semana que viene.

― Entonces, ¿te gusta ver películas? ― pregunto Dante.

― La verdad, no mucho. ― abrí la puerta del edificio. ― Pero me gusta la idea de trabajar en un lugar así.

― No te gustan las películas, pero trabajarás en un videoclub. ― se detuvo en el escalón obligándome a mirarlo. Sav escalones arriba nos miró, pero solo rio y siguió su camino. ― Haces muchas cosas que no te gustan Aine. ―terminó por decir.

― ¿Qué quieres decir? ― volvió a subir los escalones. No obtuve respuesta más allá de levantar los hombros. ― ¿Por qué evades mis preguntas? ―lo seguí.

― Baja en quince Aine. ― Dijo antes de cerrar la puerta del departamento de Sav.

― Ts... Si.

Another loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora