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Aine

Salimos del hospital, aunque eso significase que debía llamar a mi tía para que me dejasen entrar nuevamente pues el horario de visitas de la tarde se abre en dos horas. Y no planeaba estar dos horas lejos. Pero heme aquí, caminando casi tres cuadras lejos del hospital.

― ¿Y solo paso entre ustedes? ―se detuvo― ¿Nada más?

― Si, ¿por qué?

― Es que te preocupas mucho por ese chico.

― No entiendo a que viene todo esto.

― ¿Ya no sientes nada por mí? Porque yo sí, a mi aun me gustas. Y después de este tiempo solos me di cuenta de todas las cosas que hice y como nunca debí ponerte en el mismo saco que tus padres. ―volvimos a caminar― Fui atacado tantas veces por tus padres y a ti no parecía importarte nada de eso.

― No sabía que te estaban tratando mal. ―le conteste de inmediato, pues era la verdad. En ese momento no conocía lo que pasaba con él y mis padres.

― Ahora entiendo eso, pero en ese momento no. Solo me dolía y asumí que tú también pensabas lo mismo de mí.

― Yo nunca insinué que debieses cambiar algo en ti. Yo no me sentía incomoda, siempre fuiste muy amable. Tampoco recuerdo haberte tratado mal, y si en algún momento lo hice, no fue a propósito.

― Lo sé, se que estas pasando por mucho. Aunque no me dijeras lo que pasaba por tu mente, lo sé. Se que vas al psicólogo, no la razón exacta, pero lo sé.

― Es verdad. Y si, es verdad que yo he ocultado muchas cosas de mi vida. ―mire mis manos― En mi defensa, tú también lo haces. Ocultar cosas. Y, cuando aún estábamos juntos, ¿por qué te portabas así con ella? ¿Nunca viste que me lastimaba tu comportamiento? No solo el hecho de que me ignorases, que ya es molesto, sino que tenía que ver como os pasabais notitas o que coquetease contigo...

― Nunca le respondí a sus intenciones. ― confesó. Al oírlo me alegre un poco, al menos podía confiar en que entre ellos no ha pasado nada.

― Pero lo sabías y, aun así. No dijiste nada, al menos no a mí.

Podíamos seguir toda la tarde entre reclamos y explicaciones sobre el fracaso que tuvo nuestra relación. Podíamos culpar a otros y decir que entre ambos solo sufrimos las consecuencias de los terceros, pero sería mentira. Estábamos juntos y nos ocultamos las cosas, no dijimos como nos sentíamos en esa separación. Yo calle la incomodidad e incertidumbre que su elección de darnos un tiempo me causaba; así como él callo los reclamos y puyas de mis padres. No somo ajenos en ese final.

― El final sigue siendo el mismo Yoongi. No importa que o quien o como, yo me fui y tú te quedaste.

― Y, ¿no podemos intentarlo una vez más? ―ahora fui yo quien dejo de caminar. Ya no podía ver el edificio del hospital por ningún lado, nos alejamos tanto de su presencia que el runrún de la carga que llevaba parecía menor en estos momentos.

― No he pensado en eso.

― Lo entiendo, con todo lo que ha pasado en tu vida. No me parece extraño que no me haya cruzado por tus pensamientos. Pero, si aún crees que sientes algo por mí, como yo por ti ― hizo una pausa― dejame volver a ti.

― No soy la misma persona de la que enamoraste Yoongi. Yo ya no la reconozco, no sé como vivir sin preocuparme por lo más mínimo. Siento ganas de huir todo el tiempo, pienso que me derrumbare en cualquier segundo mientras hablo de cualquier cosa... No creo ser una persona a la que puedas amar.

― No, creo eso. Se que te amo y no es para nada difícil hacerlo Aine. ―tomo mi mano― Puede que la chica que tengo en frente no sea la misma de cuando empezamos el curso, pero sigues siendo tú. Una versión de ti que sigue cautivando mi alma. No me he visto capaz de apartarte de mis pensamientos, y cuando me entere de todo lo que te paso en cuestión de días sentí que perdía mis latidos. No siento este mundo igual si no estas tú. Y.., y esta bien, no tienes por que responderme ahora. Lo que sí, me gustaría que lo pienses.

El viento gélido del invierno contrastaba con sus palabras, pero provocaron los mis escalofríos. Pero ¿podía volver a él sin decirle toda la verdad de mis sentimientos? ¿Acaso eso era justo? Sé que aún siento algo por él, pues nunca deje de sentirlo. No podía solo desaparecer de un día para el otro. Menos cuando nuestros recuerdos felices se mantenían tan vivos en mi memoria.

― No quiero lastimarte Yoogni― acaricie su mejilla algo roja por el frio. Poso su mano sobre la mía en rostro ― ¿Por qué siempre sales si guantes en invierno?

― Es mi excusa para tomar tu mano todo el tiempo. ― Sonrió. Apoye mi cabeza en su hombro. No podía negar, que, a esta proximidad, se sigue sintiendo como un lugar seguro. Pase mis brazos por debajo de los suyos y lo abrace. Le tomo un poco reaccionar, pero finalmente volvía a sentirme segura. ― Esta bien ― acaricio mi espalda― puedes tener diecisiete conmigo. Yo no espero que seas una persona madura Aine. Somos adolescentes, y a ti, no te lo han permitido.

― ¿Por qué volviste tan tarde? ―solloce en sus brazos. Por fin podía sentir que me era posible dejar a un lado toda esa responsabilidad que he llevado sobre mí. Aún no es mi edad para vivir como un adulto.

― Perdón, también estoy aprendiendo.

Por primera vez desboque toda la responsabilidad que llevaba en voz alta, frente a una persona. Fui capaz de poder expresar la cantidad de ansiedad y estrés que la mera idea me provocaba y todas las innumerables preguntas que me rodeaban a cada instante. Le pude confesar la gran agonía que sentía por la culpa de todo lo que había pasado. Y como sentía que esto no era justo conmigo, que renegaba de la responsabilidad y que deseaba poder cederle esto a alguien más. Que otra persona cargase con el poder de decidir porque yo no lo quería, pero que tampoco me veía capaz de hacerlo.

No podía dejar que otra persona tomase aquel lugar tan extraño que Dan me dio en su vida. Tal vez él sabía que yo sería sabía con esto y que podría con algo así; tambien, dudo mucho que esperase que algo así pasara. No en un futuro tan cercano. Tal vez dentro de varios años cuando ambos hubiésemos vivido lo suficiente como para poder decirnos adiós y que no doliera tanto.

Toda esta confesión salía en desorden y si no ponías atención a lo que decía en cada segundo estaba asegurado que te perderías. No tenía otra forma de explicar lo que había pasado estos últimos meses. Sin embargo, fui cautelosa como en el hospital pues no quería dejar sin protección aquellos sentimientos que tanto adoraban la presencia de Dan.

No podía expresarlos ahora, son mi fuente de fuerza frente a su perdida. Y, aunque suene egoísta, no quiero que nadie los escuche antes que Dan. Deseaba poder confesarle lo que siento por él antes de despedirme para siempre de él. Mi mayor secreto para ti, Yoongi, será el beso que jamás sabrás que existió.

― Es una decisión muy difícil la que debes tomar, pero ¿has pensado en la posibilidad de que Dante puede estar sufriendo ahora? ― abrió la puerta del café para que entrase primero― No es mejor que no sienta dolor.

― No es simple. ― nos sentamos en la mesa de la esquina más alejada de la puerta para no sentir el frio cuando esta se abra― Y puedo sonar egoísta, pero no estoy lista para que se vaya. Y cuando pienso en eso siento que me falta el aire y no soy capaz de pensar... No quiero que sienta dolor, no quiero tenerlo conectado a unas maquinas por tanto tiempo. Incluso los médicos dicen que sus órganos comienzan a presentar daños. No es simple Yoongi.

― Entiendo que no es simple, pero ¿qué es lo mejor para él?

Si solo pudiera pensar fuera de mis sentimientos, tal vez podría tomar una decisión. Mas no soy capaz de dejar ir a la persona que me hizo sentir que pertenecía. No sentía nada hasta que llego él y, de pronto, poco a poco, la vida tenía sentido. Me emocionaban las tardes en el videoclub o en mi habitación, sentía que estaba bien permitirme no hacer nada. Creí que podía dejar de sobrevivir para solo vivir. Por eso, no es tan fácil tener una respuesta a esa pregunta.

Another loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora