26

365 45 24
                                    

Dante

Cuando le comenté a Sav que acepté la ayuda de Aine para poder terminar mis estudios y seguir con mi sueño, parecía que él era más feliz que mí. Al instante llamo a su padre para contarle la buena noticia.

Mis obras estaban bajo el cuidado de mi madre y mi padre, pero como ninguno de los dos podía hacerse cargo de eso ahora comencé mi búsqueda de la persona perfecta para ese papel. En esa misma semana, durante uno de los turnos de Aine en el trabajo logré que firmara esos y otros papeles importantes para mí.

Parado delante de la puerta del colegio, incapaz de entrar. Pues jamás pensé en volver a recorrer los pasillos de este lugar. No porque lo odiara, pues no era así. Me provocaba el recuerdo del chico que era antes de que todo colapsara en mi vida.

Aquel chico con tantos sueños y promesas para su futuro. El orgullo de mis padres cada vez que venían a recogerme. La forma en como mi madre presumía delante de todas sus amigas que tenía un hijo prodigio en el arte. La sonrisa de mi padre cuando me daba palmaditas en la espalda y me repetía que estaba orgulloso de mi. Era como si la ultima vez que cruce esta puerta, para escapar de mi vida, hubiese dejado todos mis buenos recuerdos atrapados aquí.


Aine

No sentí el golpe, solo la escuché suspirar. Tomo mi brazo llevándome con ella, parecía que se había dado cuenta que estábamos en medio del pasillo del colegio y que alguien podía vernos.

― Si ese vídeo llega a convertirse en algo viral, tendrás problemas graves Aine. Y no solo conmigo, tambien con tu padre.

― Pero yo no hi...

― Si, sí. No hiciste nada. Espera cuando tu padre se enteré que su amante te golpeo porque seguro los decubriste y la provocaste.

― ¿Lo sabias? ―me detuve, pero volvió a jalarme.

― Claro que lo sé. ―rio― Eres tú la que se acaba de enterar. Y es que el gran amor que siempre has tenido con tu padre te ha vuelto ciega a todos sus fallos en la familia.

― Si lo sabias, ¿por qué no hiciste nada?

― No dejaré que ese miserable se quede con mi Eliott. Y claro, tampoco le permitiré dejarnos. Ya se lo dije, el momento en que se le ocurra eso los periodistas recibirán una gran cantidad de pruebas de su infidelidad.

― ¿No es mejor alejarse?

― Ves como sigues sin entender la vida.


Dante

Una vez que en secretaria confirmaron que tenía una cita, el portero me condujo en esa dirección. Parecía que tenía órdenes para que nadie me viese porque me hizo dar una vuelta, innecesaria, cruzando la biblioteca en lugar de ir por la entrada principal para tomar los papeles.

La secretaria tampoco me dijo mucho, pero al menos obtuve una sonrisa de su parte. Era la misma persona de antes, mientras esperaba os últimos papeles que debía llevarme dos voces al final del pasillo hicieron eco. Parecía que dos mujeres estaban discutiendo sobre algo. Mi atención volvió a los papeles cuando la secretaria me hablo para decirme que todo estaba completo. Sonreí y agradecí por su atención. Eficiente como siempre en cuestión de minutos tenía todos lo papeles necesario para poder reiniciar mi sueño.

― Oh no, no volveré a darme toda esa vuelta para salir de aquí. Iré por el camino principal. ― le dije al conserje. Y comencé a recorrer el pasillo.

― No, dejalo. ― hablo la secretaria― Es buen chico.

Aine

― Claro que no entiendo la razón de que prefieras quedarte sabiendo todo esto.

― Es porque busco que Eliott tenga las mismas facilidades que tu tuviste cuando eras una niña, aunque ahora las desperdicies.

― Mi hermano estaría mejor en un hogar estable, donde no sea criticado porque si y porque no... ¿No lo entiendes?

― No quiero escucharte más, sube al auto.

― No.

― Aine no me hagas enojar más y sube al auto.

― No, no me iré contigo.

― ¡Por dios! ―exclamo― Hazme la vida fácil por una vez en tu vida Aine.

― No me quiero ir contigo. ― me aleje del auto, dándole la espalda al colegio.

Mi madre cerro los ojos unos segundos, me tomo de los hombros y me jalo de forma brusca a su costado y comenzó a empujarme dentro del auto.

― ¡para! ― le dije― No quiero irme contigo.


Dante

Al llegar a la puerta, junto a los autos vi a dos personas hablando. Suponía que eran las mismas personas que antes escuche discutiendo en el pasillo. No quería problemas y tampoco me apetecía intervenir en una discusión madre e hija o lo que fuese. Vi como la mujer más alta tomo de los hombros a la chica e intento subirla al auto.

― ¡Aine por dios! ― dijo la mujer levantando la voz― ¿Quieres dejar de complicarlo todo? Solo súbete.

Me acerqué un poco más y pude ver con total claridad que la chica a la que intentaba la señora subir al auto, era mi Aine. Sin pensarlo corrí en su dirección quite las manos de la mujer y la oculte detrás de mí.

― Parece que hoy todos se pusieron ― Todo eso lo estaba diciento mientras arreglaba su chaqueta y camisa del uniforme ― de acuerdo en jalarme y empu...― callo en el momento en que me miró.

― Dan ― susurro y sus ojos marrones se cristalizaron. ¿Por qué siempre parecían vivir en esa agonía?

― Lo que me faltaba, el chico de los suburbios. ― volví mi mirada a la mujer. Se me hacía conocida de alguna lado― Obviamente prefieres irte con él antes que con tu madre.

― Si ― sentí su mano sobre mi brazo.

― ¿Cómo puede ser esto posible? ― dijo la mujer con sarcasmo― Si solo supieran...― dejo de hablar y con una sonrisa continuo― Bien, vete con él hija.

Abrió la puerta del conductor antes de entrar se detuvo y se volvió a vernos. Moví a Aine atrás mío sacándola de su vista todo lo que pudiera. Sentía la necesidad de protegerla de esa persona, ella rio mientras negaba con la cabeza.

― Cuando quieras saber más secretos de la familia, ven a casa Aine.

Observe en silencio como se iba en su carro. ¿Quién era esa mujer? ¿Por qué estaba tratando así a Aine? ¿Acaso ahora se permitía este tipo de trato dentro de la escuela?

Todos mis pensamientos con respecto a la mujer que acababa de ver se esfumaron cuando sentí como apoyaba su cabeza en mi espalda. La escuche sollozar.

― ¿Aine?

― Gracias por aparecer Dan. ― intente darme la vuelta ― No, solo escuchame.

―Bueno. ― subió sus manos a mi cintura y me abrazo. Hizo un esfuerzo para hablar, pero volvió a sollozar. ¿Qué podría estar doliéndole tanto? Pose mis manos sobre las suyas. ― Esta bien Aine, respira conmigo.

El silencio que siguió a mi voz se cortaba por ocasiones con sus sollozos. No terminaré de preguntarme por qué Aine vivía con tanto dolor en su interior. Y, sobre todo, cómo es que nadie parecía notarlo. ¿Cómo es que nadie era capaz de ver como sus ojos pedían ayuda a gritos?

Había muchas cosas en la vida de Aine que era un completo misterio para mí y a pesar de la curiosidad que sentía por saber más de ella, podía esperar. Así como yo, ella no estaba lista para abrirme cosas de su pasado. Y entre todas mis dudas y conflictos internos había una sola cosa de la que estaba seguro al cien por ciento. Era ella.

Era ella la persona que me faltaba en mi vida para poder volver a quien era. Mis sueños la necesitaban para reiniciarse. Ella llego a mi vida para sacarme de este atasco en el que me encontraba y yo, estaba seguro de haber llegado a su vida para ayudarle o enseñarle a nadar y no ahogarse en la marea de su mente.

Ella es tanto para mi como yo soy para ella. Ella es todo.

Another loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora