Aine
Desearía que los casilleros fuesen más grandes para poder esconderme en ellos. No había pensado en que decirle a Irene sobre la razón por la que tuve que irme ayer. No quería mentirle, las mentiras son el inicio del fin.
― Ahora si debes decirme que te está pasando ― Irene cerro mi casillero frente a mí.
― Mi mano estaba ahí. ― recogí mi mochila.
― Pero no estaba. ¿vas a decirme? ― insistió― Tu madre pareció sorprenderse cuando la vimos ayer.
― Llame a mi tía. ― seguí caminando para intentar quitarle importancia al asunto. ― Sabía que mi madre estaba ocupada y ya sabes, no le gusta que le molesten.
― Entiendo, pero aun así... ¿estas bien? ― sujeto mi brazo― Evitaste a Yoongi, y creí que querías hablar con él.
― Me salió sangre de la nariz. ― asentí para mí― Y ya sabes como es. Manche mi uniforme y no tenía nada de repuesto.
― En ese caso te perdono por abandonarme. ― paso su brazo por mis hombros ― Te perdiste del chico nuevo, el primo de Jimin. El rubio.
― Ah, el rubio...
― Se llama Lucas. Se sentó conmigo en las últimas clases, tiene nuestra edad y es muy agradable de tratar. – Excepto cuando golpea a otros pensé.
― Cuando lo conozca te daré una amplia opinión sobre como creo que es. Por ahora, preferiría estar en la biblioteca.
― ¿En la biblioteca? ― continúe caminando― Siempre vamos a la cafetería.
― Ya ― suspire― debo terminar las tareas de ayer. Tengo hasta las cinco de hoy para entregarlas así que quiero aprovechar que tengo esta hora hueca.
― No lo estas evitando, ¿verdad? ― la miré― Ya sé que él te pidió tiempo y lo detesto por eso, pero si te gusta tanto como siempre me has dicho... ― se quedó callada― No tiene mucho sentido que ahora lo evites.
― No quiero tener esa discusión hoy. Además, no sé qué es lo que quiere. ― abrí la puerta de la biblioteca― Mientras se decide, yo debo seguir.
No espere a que la puerta se cerrase por completo para adentrarme en el silencio de los libros. La biblioteca tiene dos pisos, el primero es donde tenemos todos o la gran mayoría de libros que tenemos. Muchos de estos fueron donados por padres de estudiantes. En este piso es donde las mesas más grandes se encuentran. Hay dos pequeños cubículos en la esquina derecha donde los profesores pueden dar tutorías, sin embargo, es muy raro ver a alguien a estas horas.
Mi piso favorito es el segundo. Hay menos gente y no todos tienen acceso a este, debido a una obra de arte que se dañó hace unos años. O eso es lo que el comunicado oficial decía al momento de llegar a los periódicos. Sin embargo, varios de nosotros creemos que en realidad lo que pasó fue que alguien quemó los cuadros. Hubo alumnos que fueron expulsados o el rumor dice que fueron expulsados, la verdad es que ese tema se manejó de forma muy privada. Tanto así que ni siquiera las familias más influyentes de la escuela saben lo que pasó con exactitud.
Por eso se puso un límite de estudiantes que pueden subir. Además de implementar unas tarjetas que identifican a los estudiantes que entran y salen de las diferentes áreas compartidas de la escuela. Solo pude ver a Jane, la encargada de la biblioteca, que estaba arreglando unos libros en una de las estanterías. Le devolví la sonrisa mientras subía las escaleras. Desde que se reabrió la biblioteca y el máximo de estudiantes que pueden subir es 30. La tercera mesa de la izquierda, a solo dos pasos de la ventana, es mi favorita.
No fue hasta que estaba sentada con todos los útiles delante de mí que me di cuenta de que algo en la pared de mi derecha faltaba. El cuadro de la mariposa en el campo de tréboles no estaba. Mire mire en todas direcciones tratando de encontrarlo, se suponía que ese fue el único cuadro que se salvó de ese día.
― Se llevaron la pintura ― mire a Jane mientras esta colocaba más libros en la estantería de alado.
― ¿Se lo llevaron? ― asintió― ¿Por qué?
― No lo sé, sabes que a mi no me dicen nada. ― suspiré ― Aun que no creo que le hagan nada malo. Ese estudiante era amado por el rector, y mucho mas cuando sus cuadros dieron tanto renombre al colegio.
― ¿Un estudiante pinto los cuadros de los tréboles? ― Jane abrió los ojos con sorpresa, como si no se hubiese dado cuenta de lo que dijo hace unos segundos. ― ¿Jane? ― la miré.
― Lo siento Aine. ―aclaro su garganta― no puedo hablar de eso. Pero no te preocupes, los... el cuadro estará bien.
― Pero no tiene sentido ― la seguí por el pasillo― ¿por qué se lo llevarían? Estaba en perfectas condiciones, no le daba la luz de forma directa... Jane.
―Aine ― me contesto― Ya te dije que no puedo decirte nada. No aquí.
― ¿Por qué no? ― tome los libros que llevaba cargando ― Si te ayudo me das información.
― No, no puedo. ―sonrió y me quito los libros― Y si te ven ayudándome volverán a hablarme con las ultimas veces.
― Jane ― pronuncie su nombre alargando la a como una niña pequeña― ¿Me dices el nombre? ¿o el curso? ¿o el apellido?
― No ―termino de colocar los libros― Ve a estudiar.
Tomo el carrito de los libros y entro en el pequeño ascensor de la biblioteca. No la seguí, no tenía caso. Desde la ultima vez que la regañaron por nuestra culpa, Jane se volvió muy cuidadosa con todos los estudiantes y más conmigo.
― Por cierto ― me miró desde abajo― ¿Ese collar es nuevo? ― Cunado le quite los libros note el collar con una "E". ― Oh, no me digas. ¿Tienes novio?
― Si ―contesto nerviosa― si-sigue estudiando.
― ¿Tampoco quieres contarme nada de eso? ―camine hasta mi mesa― Te estas guardando muchas cosas Jane.
Antes de que Jane contestara mi atención se volvió a la persona que acababa de entrar a la biblioteca. El rubio de aquella noche entro junto a Jimin. Inmediatamente me senté y agaché la cabeza buscando volverme invisible a las dos personas. Comencé a escribir sin prestar atención a lo que hacía porque intentaba escuchar la conversación del piso de abajo.
― Lucas ― hablo Jimin― espérame me olvide mi tarjeta. No puedo sacar un libro sin eso.
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Another love
FanfictionEn el caos de su mente, Aine, no podía dar respuestas a todas sus preguntas. Y junto a los secretos de su familia, poco o nada era lo que sabía. Pero, confiaba en estas tres cosas: 1. Siempre lo había necesitado a su lado. 2. Jamás podría olvida...