14

345 41 8
                                    

Aine

― ¿Tienes alguna otra pregunta Aine? ― deje de ver la computadora para mirar ver a Aiden el padre de Sav.

― No, oh bueno... ― volví a ver la computadora.

― Dime ― habló.

― ¿Puedo poner cualquier música que yo quiera? ― la verdad no quería pasar en silencio las seis horas que debía pasar aquí.

― Sin duda, solo asegúrate que no esté muy alto. ― sonreí―Aunque no entra mucha gente, controla el volumen.

―Si ― La verdad que el sistema para registrar que películas se alquilaban y cuando tenían que regresarlas no era complicado. Además, de cuanto serían las multas por pasarse del tiempo. ― Lo demás esta todo claro.

― Bien, entonces te dejo y bienvenida. ― sonreí. ― Cuídate.

― Si, gracias.

Después de veinte minutos de completa soledad, comencé a preguntarme como es que este lugar podía seguir existiendo cuando tenemos tantas plataformas digitales donde podemos ver de todo. Será como dijeron los chicos y se mantiene abierto por las memorias hechas en este lugar. Aun así, el padre de Sav debe tener el dinero suficiente para mantener este lugar abierto si no viene tanta gente como antes.

Decidí ser productiva y comenzar la tarea. Mientras no hubiese gente, no habría problema. Más tarde estaba limpiando el polvo que se acumulaba en las estanterías llenas de películas. Muchas de las cuales, jamás las había escuchado. ¿Qué haría si alguien me pregunta por una recomendación? Un gran fracaso, tal vez no lo pensé bien antes de aceptar un trabajo del cual no sé nada. Al terminar, volví al mostrador para seguir con la tarea y si era posible, adelantar alguna y así tener libre el fin de semana.

― Quedarse dormida en el trabajo es malo. ― Levante mi cabeza tan rápido como sentí su respiración junto a mi oreja― ¡Au! ― Nos quejamos los dos. Mire a Dante frotándose la mejilla derecha con su mano. ― No debías estar tan cerca.

― No reaccionaste cuando te llame antes ― pose mi mano en mi cabeza, eso había dolido.

― No le digas a Aiden que me quede dormida. ― Lo mire― fueron solo unos minutos.

― No le diré... ― lo interrumpí.

― gracias ― sonreí.

― ... si ― continúo hablando― me dices porque siento que me estas ignorando cuando no hice nada malo. O, ¿hice algo mal? Si te hice sentir incomoda en algún momento yo...

― No, no hiciste nada. ―Yo lo hice pensé.

― Entonces ― rodeo el mostrador. Lo seguí con la mirada todo el tiempo hasta que se sentó junto a mí en la silla vacía. Apoyo su codo en la mesa y luego giro a verme ― ¿Qué pasó?

― Nada ― deje de mirarlo. Claro, no pasa nada que puedo explicarme o explicarle a alguien más.

― Ya, es que esto no parece nada. Si Sav se dio cuenta debes estar siendo muy obvia. ― sonreí, pero me mantuve en silencio sintiendo su mirada recorrer mi perfil. ― Sabes que sentirse cómodo con una persona no es malo, al menos, no es algo para que le des tantas vueltas Aine.

― ¿Qué? ― Lo miré. ¿Cómo no podía ser malo? Si me siento más cómoda con él, a quien acabo de conocer y no con mi novio de más de un año ― No entiendo.

― No me gusta que me toquen el rostro... La verdad ― fue ahora él quien dejo de mirarme― es que no dejo que nadie lo haga.

― ¿Entonces? ― pregunte con voz baja mirando al frente. Y aunque la parte racional en mi me pedía que no indagará en la razón por la que me dejó tocar su rostro hace unos días, era como si no pudiese contener a la curiosidad.

Another loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora