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Aine

No sé lo que me despertó primero, si el móvil o el olor a comida. Sin embargo, lo que encontré primero fue el móvil. La luz de la pantalla me cegó por lo que no revise el nombre del cual provenía la llamada.

― Me acaba de preguntar la madre de Irene si estas bien. Que al parecer dejaste el colegio con tu tía a media jornada. ― ahí estaba, su voz tan seca― Estoy esperando las explicaciones Aine Britt.

― Me comenzó a salir sangre de la nariz. ― mentí― ya sabes, como siempre me pasa.

― Eso no explica porque dejaste el colegio. ― estaba molesta y, apuesto que no era conmigo.

― Manche el uniforme y sabes muy bien sobre los códigos de vestimenta. ― aprete la manta― No podía ir con sangre en la camisa todo el día y mucho menos en la falda.

― ¡Aine! ― grito― Te advierto que si vuelves a llamar la atención de esta forma tan estúpida no tendré más opción que...

― ¿Cambiarme de colegio? ― la interrumpí― Sabes que falta menos de un mes para las vacaciones y podrás decir que me fui a otro país y todo estará arreglado.

― No me vuelvas a interrumpir, niña ingrata. ― aparte un poco el móvil de mi oído estaba gritando tanto que parecía estar con el altavoz. – Que tu tía te haya llevado a vivir con ella no te da derecho a ser una inútil.

― Lo siento― conteste evitando que se me cortara la voz. Aprete los labios y suspire. – Lo siento mucho. ― Dante se arrimó en el arco de la puerta. Me miraba con una mezcla de seriedad y confusión mientras pasaba de una mano a otra el trapo de la cocina. Mi madre seguía gritándome por el teléfono, pero no estaba prestando atención.

― Vamos a comer. ― hablo en silencio. Asentí.

― Mamá, debo irme. ― el suspiro que soltó como si fuese a ella a quien le acabasen de gritar sin razón― Mi tía me llama a comer y debo terminar deberes. Adiós.

Quería ocultarme en la cama, Dante estaba conociendo partes de mi vida que mantenía oculta de todos, hasta de mi mejor amiga.

― Eso fue mucho drama para una llamada ― agradecía que intentase bromear.

― Y eso que no la has visto en persona. ― me puse de pie.

― Deberías cambiarte primero, ese uniforme no es muy cómodo.

Solo asentí y cerró la puerta. Me tape la cara, que vergüenza. ¿Cuánto más tenía que ver de mi vida? Me miré en el espejo junto al armario, analizando mi cara, no veía tan mal como me sentía.

― Entonces, no tienes nada roto. ― estaba en su móvil― No, si me alegro... ¿Sonar emocionado? ― bufo― me golpearon también. ― rio― bien, bien.

― ¿Salvatore? ― asintió― Asumo que está bien.

― Si está bromeando es porque está mejor de lo que parece. ― señalo la silla― Es muy transparente con sus emociones cuando te tiene confianza.

― Debe tenerte mucha confianza entonces. ― comencé a comer.

― Aunque nos conocemos desde pequeños, somo buenos amigos como hace seis años. Un poco más o menos.

― ¿Cuántos años tienen? – Parecía que tenían mi edad, sin embargo, ninguno había preguntado sobre la escuela o los había visto con algún uniforme. Aunque claro, solo las escuelas privadas seguían usándolo.

― Los dos tenemos 18, los cumplimos este año. ― me mantuve en silencio― Supongo que tú eres menor.

― Si, por un año. ― después de un rato de silencio me decidí en preguntarle ― ¿Estudias? ― parecía sorprendido― No tienes que responder si no quieres, solo tengo curiosidad...

Another loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora