45. Devuélvemelo

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Aine

27 de diciembre de 2019

Por mi mente pasan tantas preguntas sobre lo diferente que pudo ser nuestras vidas si nunca nos hubiésemos conocido. Si aquella tarde que nos vimos los tres me detenía en alguna tienda, o si tomaba un taxi, o si me pasaban a recoger... El abanico de posibilidades en todo lo que no fue es tan grande que, en lugar de dar aire, lo quita.

― ¿Quieres hacer algo hoy cariño? ― pregunto mi tía acariciándome el cabello. Negue. ― Entiendo.

Me dejo sola después de un tiempo. Mantuve mis ojos cerrados hasta después de que se fue. No podía ocultar las lagrimas ni estando a oscuras.

― ¿Me creerías si te digo que esto duele mucho más que los golpes de tu padre? ― susurre al vacío. Pase varios minutos en silencio, ahogándome en pensamientos hasta que me puse de pie, camine al armario saque un abrigo, busque una mochila pequeña y metí guantes, bufanda, gorra, billetera y el móvil. Me acerque al zapatero y busque unas botas negras que no se mojaran tanto con la nieve.

Me puse el abrigo gris, abrí la puerta de mi habitación despacio por si Yoongi estaba por el departamento. No lo vi en el pasillo y parecía que en la sala tampoco estaba. Antes de cruzar estas habitaciones, mire a la derecha, la cocina, nadie. Y me fui.

Baje esas escaleras como si me siguiera alguien, sin mirar atrás. Ya en el rellano, me puse las botas. Luego la bufanda, seguida del gorro y por ultimo los guantes. Camine hasta la parada del autobús, revise los números de autobuses que pasaban por esta parada pues me aleje de la que estaba cerca de casa. Y creo que tuve suerte pues el autobús si pasaba por aquí.

Veinte minutos más tarde había llegado a la parada principal de autobuses. Pregunte por la ruta que buscaba y me supieron indicar que podía tomar ese bus en el anden dos. Tal vez por el frio, pero no había casi gente. El autobús llego diez minutos después con letras luminosas en lo alto que parecían gritar: 108. Subí al bus saludando al chofer como siempre, y me encaminé al primer asiento tras la puerta de salida.

La ruta completa del autobús duro una hora y treinta y ocho minutos. Su parada final era en la playa, bueno, si a esto se le podía llamar playa. Me baje en esta última. No quedaba nadie más en el autobús cuando me baje. No sabía que hacer así que me senté en la parada por varios minutos.

Mire mi teléfono con varias llamadas perdidas y muchos mensajes. No lo apague, pero lo puse en modo avión. Cuando por fin me levante, camine sobre la arena en dirección al mar. Se podía ver la arena bajo la nieve, un paisaje extraño para mis ojos. Relaciono ese tipo de arena con el calor, con el verano, Irene y Jimin, vacaciones... Pero la nieve me sigue recordando lo que perdí.

Fui consciente de mis lágrimas cuando intente hablar y mi voz se entrecorto. Me quite la bufanda y los guantes en un intento de quitarme la sensación de asfixia que me recorría. Los guarde en la mochila y me deje caer de rodillas sobre la arena a pocos centímetros del agua. Posé mis manos sobre la fría arena húmeda y cerré los puños.

― ¿Podrías devolvérmelo? ― susurre entre olas― Por favor, hoy es su cumpleaños... ¿Puedes? ― le suplique al mar con todo mi ser, con toda la sinceridad que podía encontrar en mí, pero como era obvio, no obtuve respuesta. ― ¡No puedes hacer esto! ―grite. Agarre su arena y se la tire. ― Tenía un sueño por cumplir...

No tenía importancia cuanto le suplicase para que lo devolviese, eso no pasaría.

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― ¡Joder Aine! ― la vos de Sav rompió el silencio atrás mío. ― Sabes que estar afuera con estas temperaturas es peligroso. ¿Por qué estas aquí? ―lo miré tomar mi mochila de la arena.

Another loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora