ÉPILOGO: Aquel azul tan tuyo.

232 29 7
                                    


Tres meses después.

Aine

Yoongi y yo hemos estado más unidos que antes, aún no tenemos planes para un futuro lejano. Pero vivimos el presente juntos, ¿qué mejor que eso? A veces tengo pesadillas en las que aparece Dan se convierte en Yoongi y ambos desaparecen. Tengo miedo a quedarme sola, a amar tanto que la perdida me destruya. Suelo acariciar mis nuevos tatuajes cuando la ansiedad intenta convencerme de que esa pesadilla puede ser real. Una pieza de rompecabezas en la muñeca izquierda y un trébol en la derecha, por alguna razón esas dos cosas logran calmarme cuando estoy sola. Porque cada vez que lo veo, cuando mi reflejo susurra en sus ojos y sus manos recorren mi cuerpo; me siento tranquila. Y los sueños no me perturban. Encuentro tranquilidad en su compañía y amo su simple presencia. Aunque no hagamos nada, solo estar es suficiente.

He dejado de hablar con mamá, y voy a casa tres veces por semana para ver a mi hermanito. Al final, el no tiene la culpa de todo lo que ha pasado. Desearía poder llevármelo, no importa si debo cuidarlo todo el tiempo sola. Y, ojalá pudiera esconder mi preocupación por ella. Por lo inestable que parece ahora que papá, por fin, presento los papeles del divorcio. Todos dicen que él se quedará con nuestras custodias y por un lado me genera alivio, pues Eliott estará en un lugar más estable. Claro que mi padre ya no está con Jane, y la verdad, que mejor. No quiero culparla de toda la infidelidad, pero para nadie era un secreto que mi padre estaba casado en ese entonces. Aún no he perdonado a papá por eso, pero parece que lo esta intentando.

— ¿Segura de que no quieres celebrar tu cumpleaños? — No celebre mi cumpleaños, ni siquiera tengo memoria de aquel día. La verdad, no tengo muchos recuerdos después de tu partida. Todo esto es un barrullo de imágenes mal montadas y poco coherentes entre ellas. Aunque me alegra el que aún existes en mi mente. — ¿Aine?

— Si, estoy segura Tom. —mire a mi psicólogo directamente unos segundos— No me siento como para celebrarlo, el año que viene seguro.

— Entiendo.

— No creo que este mal no querer celebrar un cumpleaños, considero que es mejor que fingir que lo deseo. No sería justo para mi o los demás. —afirme.

Con las palabras de Tom no pude evitar pensar en mi felicidad. No sé cómo explicar esto, pero siento que mi felicidad esta herida. No parece sincera, y aún se siente agotadora. No es que no haya sido feliz estos últimos meses. Al contrario, siento que me dejaste muchas cosas que antes de existían para mí. Y me aferro a eso cuando siento que la ventisca amenaza con empujarme.

— Me alegro que estemos en este punto donde tus sentimientos son validos para ti. Es un progreso del que debemos estar muy orgullosos, porque no es un proceso fácil. —continuo Tom — La terapia no es un proceso fácil. Y debemos intentar no frustrarnos cuando vemos que damos un paso atrás... —interrumpí.

— Lo sé, a veces hay que detenernos a observar.

Me he estado deteniendo, pensando en una cosa a la vez. Haciendo una lista de lo que necesito hacer en el día, llevando una organización para mejorar la ansiedad. Porque por más que quiera resolverlo todo, no puedo con todo a la vez. Soy fuerte, no indestructible y como tal, me merezco espacios para detenerme.

— Nos vemos la próxima semana Tom. — Le dije antes de salir de su consulta.

— Cuídate Aine.

Salí del edificio donde se encontraba su oficina mientras buscaba el móvil para llamar a mi novio para saber donde estaba y así medir la rápides con la que debía llegar a casa de mi tía. Aún no podía evitar sonrojarme al ver a mi tía. Se suponía que ese día llegaría tarde, aunque tampoco estaba en nuestros planes hacer el amor. Pero debo decir que, más allá de la vergüenza inicial que sentí cuando me despertó con pequeños golpecitos en el hombro, fue mucho más comprensiva de lo que hubiese imaginado de un adulto en esa situación. Sus principales preguntas rondaron el consentimiento y la protección.

Another loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora