Prólogo:

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Hermes:

No sabría decirles exactamente cómo fue que terminamos en dónde estamos ahora.

Han pasado muchas cosas en muy poco tiempo, lo que puede incluso sobrepasar a un dios si no se tiene cuidado. Mis emociones están en conflicto y no puedo negar que siento un profundo miedo al hablar de lo que sucedió, pero se me fue encomendada la tarea de registrar los sucesos acontecidos los últimos días en el Olimpo, y no puedo ahorrarme ningún detalle.

Habré de ser objetivo, aunque en ocaciones me resulte difícil.

Quizá lo mejor sea dar un contexto previo:

Todo empezó con la reunión anual del solsticio de invierno, una muy peculiar reunión.

A primera vista, uno diría que nada distaba demasiado de lo usual: Zeus y Poseidón peleaban por cualquier estupidez, ¿cuál desastre natural es más destructivo? ¿A quién quería más Rea? ¿Chilaquiles verdes o rojos? Ese tipo de cosas.

No obstante, en esta ocasión hubo un catalizador especial para la reacción violenta que tienen las discusiones de esos dos.

Ese día habían ciertos... invitados especiales.

Pasa que ese mismo día, tan sólo unas horas antes, se había reunido el consejo superior de dioses, que consistía en los reyes y líderes de cada panteón divino del mundo. Y bueno, en vista que en las últimas décadas tanto el panteón helénico como el egipcio y el nórdico habían pasado por... complicaciones que casi y destruyen el mundo, los demás dioses no estaban muy felices con mi padre y los otros dos reyes.

Así que, tras comerse tremendo regaño por los demás gobernantes celestiales, Horus, Zeus y Odín decidieron retirarse juntos y tomarse unos tragos mientras se quejaban de los otros dioses.

El problema... habían olvidado que aún quedaba la reunión del solsticio por delante.

Y eso, si ya son bastante malas las discusiones entre Zeus y Poseidón, ahora teníamos a Odín echándole leña a fuego.

En el momento en el que surgió la pregunta sobre el más grande héroe que ha existido, Poseidón se apresuró a tratar de cambiar el tema, pues sabía que Zeus era especialmente pesado en el asunto:

—¿No habíamos acordado ya todos que era Aquiles?—dijo.

—Aquiles fue un gran héroe, lo reconozco—se encogió de hombros Zeus—. Pero ha sido muy sobrevalorado. Después de todo, aún se pudre en el Inframundo, mientras que mi hijo Heracles ascendió a las puertas del Olimpo.

—Y luego fue derrotado por una niña de Afrodita que lo enterró en jamón ahumado.

La cosa podría haberse puesto violenta si Odín no hubiese intervenido. Por motivos que escapan a mi comprensión, al viejo tuerto siempre le han fascinado las peleas entre esos dos.

—Tal vez en la antigüedad, amigos míos, Aquiles y Heracles fueron la epítome del valor—señaló—. No obstante, es un hecho conocido que los héroes de la actualidad han pasado por muchas más pruebas y enfrentado a mayores amenazas que los guerreros de antaño.

Zeus frunció levemente el ceño.

—Supongamos que tienes razón. En ese caso, la opción predilecta es mi hija Thalia. En eso seguro Artemisa coincidirá conmigo.

Miró en dirección a la loca de mi hermanastra, quien asintió con la cabeza.

—Ella ha demostrado estar a la altura de cada situación que se le ha puesto enfrente, ya sea como simple semidiosa o como cazadora, también...

Siete Años Después: (Percy Jackson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora