Orden y caos:

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Lo primero que Hearth vio fueron los rayos.

El viento consumió todo a su alrededor, el cielo se había tornado totalmente negro a causa de las nubes de tormenta, la arena volaba de un lado a otro como miles de pequeños cuchillos que desgarraban la piel de ambos luchadores.

Y en medio de todo el caos se encontraba él: Amos Kane.

—¡¡AMOS ARREMETE CONTRA HEARTHSTONE INVOCANDO NUEVAMENTE SU AVATAR DE BATALLA!! ¡¡ESTÁ AUMENTANDO LA VELOCIDAD DE SUS MOVIMIENTOS Y LA POTENCIA DE SUS GOLPES!!

Hearth retrocedió con un salto y lanzó una piedra rúnica sin siquiera saber qué hechizo estaba invocando:


¡¡¡SOWILO: SOL!!!


La tormenta pareció remitir ligeramente, las nubes en el cielo comenzaron a ser perforadas por rayos luminosos que se abrían paso cómo balas a travez de las alturas.

El golpe de Amos dio de lleno en el pecho del elfo, pero lejos de aplastarlo como si de un insecto se tratase, una extraña descarga similar a la electricidad recorrió la extremidad del avatar del mago, obligándole a retroceder aturdido mientras el cuerpo de Hearth comenzaba a emanar una poderosa y cálida luminiscencia.

"De acuerdo..."—murmuró el chico—. "No sé que está pasando aquí... pero creo que me gusta".

Los ojos de Amos se tiñeron de rojo mientras comenzaba a descargar una ráfaga de ataques sobre su enemigo, manipulando su báculo de un lado a otro sin parar.

—¡¡ES UNA LLUVIA DE GOLPES IMPLACABLES, NADA DE TRUCOS CON HUMO Y ESPEJOS!!—gritó Heimall—. ¡¡SÓLO GOLPEA MÁS RÁPIDO Y MÁS FUERTE!! ¡¡ES EL ATAQUE ARROLLADOR DEFINITIVO!!

Hearth había cruzado los brazos frente a su cuerpo y había tensado todos los músculos para protegerse. La brillante luz de sol que lo bañaba amortiguaba los impactos y rompía la energía maligna de Seth como un jabón sobre la grasa.

"Lo había olvidado"—pensó el elfo—. "Ese dios rojo, Seth, personifica la fuerza, la brutalidad y el caos. Y para los egipcios, el enemigo natural del caos es el orden, representado por... el sol".

Mientras apretaba los dientes y hacía fuerzas, el joven se fijó en el cuerpo de su oponente. Su avatar de batalla parpadeaba y chisporroteaba con electricidad carmesí. La tormenta de arena que se había desatado estaba dañando a ambos oponentes a partes iguales.

"Ni siquiera el propio Amos resiste su mismo poder, es fascinante".

El mago presionó con más fuerza, los rayos dorados que rodeaban a Hearth emitieron una explosión de electricidad, pero eso no detuvo al Lector Jefe de seguir arremetiendo.

Con cada impacto que recibía, Hearth era más consciente del coste de su magia. Su cuerpo estaba a salvo por el momento, pero los irrefrenables golpes que caían sobre sí lo debilitaban cada vez más, como si su espíritu estuviese siendo apaleado en lugar de su carne.

"¡¿Cómo es que llegaste a este extremo?!"—pidió saber Hearth, mientras ponía toda su concentración en detener el siguiente embate de Amos—. "¿Cómo es que alguien que utiliza un poder tan destructivo y maligno puede ser tan buena persona?"

Amos presionó con más fuerza, su avatar estaba comenzando a hacerse pedazos por el sólo contacto con el elfo.

—Cometes un error al pensar en términos de bien y mal—respondió el mago—. Para los egipcios, la verdadera batalla radica en el orden y el caos, donde las líneas de la moral se desdibujan en pos del balance cósmico.

Siete Años Después: (Percy Jackson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora