La tormenta que se acerca:

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—Vaya, eso ha estado bastante bien—celebró Sadie.

Walt estudió con detenimiento la pantalla a través de la cual observaba el campo de batalla, sus ojos emitieron un destello grisáceo.

—Tenemos que tener cuidado, Sadie—advirtió—. En una batalla, no siempre ganará aquel que sea más poderoso. Este es un gran ejemplo.

Percy dejó escapar una risa levemente histérica y exhaló aliviado mientras sonreía.

—Tan interesante como esperaba, cara de pino—murmuró—. La cazadora finalmente atrapa a su presa, ¿eh?

—¡Thalia ha ganado!—celebraban las cazadoras de Artemisa.

—Sacrificó su mano izquierda, pero lo logró...

Loki apretaba los puños, temblando de ira, impotente. Su mente trabajaba a toda velocidad, tratando de crear un plan de respaldo, lo que fuese, necesitaba algo a lo que aferrarse. No podía permitir que una oportunidad de oro como lo era ese torneo se le escurriese de las manos tan fácilmente.

—Maldita sea...—sus ojos escupieron fuego, y su cuerpo se retorció de dolor al ser salpicado de ácido—. ¿Qué debería hacer ahora, mi pequeña desgracia? Maldición...

Sif observaba tristemente el vació por el cual el cuerpo de su campeona había desaparecido.

—No puede ser...—murmuró—. Todo ese poder... el cuerpo más poderoso y versátil de entre los semidioses ha...

Thor dejó escapar un eructo.

—Sí, bueno. En este torneo los monstruos se devoran entre ellos—se encogió de hombros—. Cosas como esta pueden ocurrir, querida. Aunque, bueno, nadie se atreverá a negar que la participación de tu luchadora fue de primera. Te felicito... aunque, creo que hay otro asunto del que debemos ocuparnos.

En el campo de batalla, un grupo de dioses descendió hasta el bosque en la montaña, justo al lado del barranco.

—¡Thalia!

La cazadora, apenas consiente y cubierta de sangre, volvió la cabeza con dificultad.

—Esta voz... ¿Hera?

La reina de los dioses se cernió ante ella.

—Los médicos estarán aquí enseguida, no te muevas de donde estás.

La joven miró su amputada extremidad izquierda, la cual chorreaba líquido carmesí a mares, y sonrió levemente.

—Que se esté tomando la molestia de venir... oh, Hades, nunca pensé que viviría para ver este día—su mirada se tornó oscura, las fuerzas le abandonaron—. Aunque... parece que ahora tanto Jason como yo podemos sentirnos... llenos de... orgu...

Thalia Grace, lugarteniente de Artemisa, hija de Zeus, cayó al suelo y quedó tendida junto al precipicio, inmóvil, moribunda.

Rápidamente un grupo de valquirias bajó del cielo para llevarle a la enfermería, cargándola en una camilla y administrándole néctar y ambrosía mientras vendaban sus heridas.

—Thalia... hasta tú has terminado de esta manera...—murmuró Hera.

—En su lugar, hubiese usado la Égida desde un poco antes—dijo una voz a su espalda.

La reina del Olimpo se volvió, encontrándose con otra de sus hijastras.

—Artemisa...

La diosa de la luna se cruzó de brazos.

—Reina Hera... espero que recuerde este día vívidamente en el futuro. Thalia ha luchado hasta las últimas consecuencias en el nombre de Jason Grace, tu difunto campeón—explicó—. Ni siquiera sé cómo se las ha apañado para vivir tanto, pero lo ha logrado. Y usted debe saber que yo no persigo el prestigio que traerá consigo ser el dios patrocinador del ganador. Así que... ¿qué le parece? ¿No le gustaría contar con su propia gladiadora para que la represente en la más cruenta de las guerras?

La reina de los dioses permaneció en silencio por largo tiempo, con la suave brisa nocturna haciendo hondear su vestido. Sus duros ojos y rostro regio resultaban inescrutables.

—Cuanto lo siento, Thalia Grace—dijo finalmente—. Mejor te hubiese ido de haber muerto en la batalla. Ese destino hubiese sido mucho menos cruel que aquel que te espera a partir de ahora...

Y sin dar mayor explicación, se dio media vuelta y se retiró con paso resuelto, dejando sola a Artemisa, confundida y pensante.







Alex abrió los ojos en la enfermería. Su cuerpo se había reparado y reformado. Se sentía como nueva, y su cabeza estaba despejada, libre de toda influencia externa.

—¿Oh? ¿Ya te has despertado?—Sif le sonrió dulcemente a lado de su cama.

El hijo de Loki hizo una mueca.

—¿Qué fue lo que me sucedió...?—preguntó, dubitativo, no del todo seguro de querer saber la respuesta—. Escuché la voz de mi madre, y luego...

La diosa de cabellos dorados rió suavemente.

—No te preocupes por eso ahora. Lo has hecho de maravilla. Nuestra participación en el torneo ha terminado, pero como panteón, los escandinavos aún tenemos mucho que dar. Nuestras mejores cartas siguen en el juego.

Alex se rascó detrás de la cabeza.

—¿No estás molesta porque no haya podido ganar la batalla?

La diosa descartó la pregunta como si fuese tonta.

—Estando en tu situación, no me imagino quién podría haber ganado. Estuviste cerca, muy cerca, y quizá lo hubieras logrado si "alguien" no se hubiese entrometido. Así que, mira esto, un pequeño regalo de mi parte.

Alex parpadeó dos veces.

—¿Un regalo?

Thor entró a la enfermería, dando vueltas sobre su dedo como si de una pelota se tratase la cabeza cercenada del dios del engaño Loki.

El einherji abrió los ojos como platos.

—¿Madre?

El dios del trueno soltó una carcajada.

—Lastimosamente, es sólo una manifestación física de su ser. El verdadero Loki sigue encerrado bajo tierra—explicó—. Pero... al menos por ahora, ya no volverá a molestarnos por aquí.







En el centro de una opulenta habitación de espera, un luchador aguarda a su turno envuelto en cadenas, atado de brazos y con un bozal como si de un loco se tratase.

Nadie realmente duda de su cordura, pero se le teme de igual forma. Aislarlo como a un animal es la mejor forma de alimentar su odio y que de ese modo se entregue a un festín especialmente sangriento cuando llegue su turno de luchar.

—Vaya... que agradable...—murmura aquel que un día fue Dios—. Lluvia y vientos atravesados por mi lanza... el destino siempre lleva nuestras almas a los lugares más inesperados.

Las puertas de la estancia se abren lentamente emitiendo un chasquido. Un grupo de cíclopes armados hasta los dientes se mentalizan para escoltar al prisionero al campo de batalla.

—Sí... me gusta mucho—decide el hombre, mientras sus cadenas son lenta y pesadamente removidas—. Este hermoso mundo... con sus panteones divinos enteros a mi disposición... Venceré en esta batalla y el nuevo sol brillará más que nunca antes por siempre y jamás...

Tras unos minutos, todo el escenario está preparado y llegó el amanecer al Monte Olimpo.

Finalmente, un nuevo enfrentamiento estaba a punto de comenzar.

Siete Años Después: (Percy Jackson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora