La Espada del Tiempo:

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Jack describió una espiral hacia Lester a toda velocidad, dirigiéndose directamente hacia su cuello.

—No me gusta como se ve eso...

El chico echó el cuerpo hacia un costado, esquivando por pocos centímetros la hoja del arma.

—¿Qué Hades estás planeando?—cuestionó.

Magnus le sonrió con un brillo pícaro en los ojos.

—Tu salida.

Detrás del antiguo dios, Jack hendió el aire y rasgó la tela que separaba los mundos. Un zigzag de fuego se encendió sobre el campo de batalla. Los oídos de los espectadores se taponaron. Como si se hubiese roto la ventanilla de la cabina presurizada de un avión, Lester sintió como era violentamente absorbido por la vorágine.

—Hijo de...

Lester se aferró al suelo, poniendo en ello cada gramo de su reducida fuerza. Las llamas de Muspellheim golpeaban su cuerpo como un chorro de agua a presión, y ese era sólo el principio. Jack siguió volando de un lado a otro a través del estadio, abriendo más grietas, hendiduras y portales. El gélido aliento del Nifhel, el pútrido aroma del Helheim, la aplastante gravedad de Jotunheim, todas aquellas fuerzas comenzaban a abrirse caminó hacia el Olimpo, tirando del cuerpo del antiguo dios sol, tratando de arrancarlo del suelo, de arrebatárselo a los otros reinos, amenazando con partir en pedazos su cuerpo mortal.

El joven gritó de dolor, su vista se oscureció, como si estuviese siendo absorbido por un agujero negro. La piel le estaba siendo arrancada, el cabello le ardía, tenía las extremidades congeladas, le faltaba la respiración.

—¡Adiós!—gritó Jack—. ¡Nos vemos!

El campo de batalla comenzó a partirse en pedazos, enormes grietas se abrían paso hacia las gradas y la estructura misma del coliseo empezaba a venirse abajo.

Artemisa, contemplando todo el poderío desatado por Sumarbrander,  agachó la cabeza, rogando por que todo terminase rápido para su hermano, atrapado en el epicentro de aquel desastre multidimensional.

—Fuiste demasiado suave con tu oponente—murmuró por lo bajo—. Noble de ti, al insistir en luchar como humano. Noble, y estúpido. Muy pero muy estúpido.

Hermes, a su lado, no dijo nada. Su hermano se había prestado voluntario a luchar en su nombre, notando la aflicción del dios mensajero por no tener un representante digno de luchar en aquella sagrada arena. Le estaba agradecido, pero al igual que Artemisa compartía la opinión de que la insistencia de Apolo por luchar en el cuerpo de Lester Papadopulos había sido un error. Un error que le saldría muy caro si no se daba prisa en rectificar.

—¡MAGNUS HA LANZADO UNA DE SUS TÉCNICAS MÁS DEVASTADORAS!—anunció Heimdall—. ¡¡GRACIAS A LA ESPADA DEL VERANO, LA BARRERA ENTRE LOS MUNDOS SE HA ROTO, Y LOS NUEVE REINOS AHORA COLAPSAN SOBRE LESTER!!

El antiguo dios gritó hasta desgarrarse la garganta. Trató de pensar en alguna forma de terminar con su sufrimiento, pero su mente mortal era incapaz de conectar pensamiento alguno.

DEJAD DE ESCONDEROS, NO HUYÁIS DE QUIEN SOÍS, OH ESTÚPIDO LESTER, recitó una voz en su cabeza. HUMILDEMENTE HABÉIS SOPORTADO INDECIBLES PADECIMIENTOS. AHORA, QUE TODOS HAN SIDO TESTIGOS Y DAN FE DE ELLO, MOSTRAD AL MUNDO COMO ES QUE HACÉIS BRILLAR AL SOL.

Lester abrió los resecos ojos de par en par, sintiendo como si un agudo dardo se hubiese enterrado en su memoria, enviando una descarga de adrenalina a través de todos sus sistemas.

—¿Flecha de Dodona?

Un breve estallido de luz dorada parpadeó en el cielo, las hendiduras se cerraron y pronto el campo de batalla quedó en un profundo silencio. Una gruesa cortina de humo cubría la arena, oscureciendo la visión de los espectadores.

Siete Años Después: (Percy Jackson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora