Hasta Que Los Darkin Nos Separen | Zoe x Kayn | Fanfic | Lemon

Capítulo 5: Exilio

Una juzgada, seis aspectos como testigo, el forjador de estrellas Aurelion Sol como juez y el universo entero como testigo. En el mundo se formaba una tormenta especialmente violenta pero única cada vez que un ascendido era juzgado, cosa que era demasiado raro que pasase, una tormenta violenta que sería capaz de arrastrar a cualquier osado que este deambulando esa noche.

La niña estaba muy desconcertada. – ¿P-perrito espacial?- Intentaba ubicarse Zoe mientras que secaba sus húmedos ojos. - ¿Qué está pasando?-.

-Zoe, aspecto de crepúsculo, aspecto del cambio. Estas ante este juicio debido al incumplimiento de tu deber como aspecto mencionado. Durante los últimos años has estado escapando de tus deberes, limitándote a vagar por Valoran.- El Forjador de estrellas uso el mismísimo cielo como proyector para mostrar imágenes de la niña vagando por el mundo. Haciendo travesuras y acosando a Ezreal. –El mundo lleva atrapado en un ciclo de autodestrucción desde hace años. Tu trabajo era impedir eso, no cumpliste, Zoe.- Continuaba Aurelion, mientras que la niña caía en cuentas sobre sus errores. Todas sus payasadas que ella pensaba que no tenían importancia hoy le estaban devolviendo sus frutos, de la forma más amarga posible, no podía reprochar nada, todos tenían razón.

- ¿Qué van a hacer conmigo?- Preguntaba con un semblante serio la muchacha, pero que escondía un miedo brutal.

-Se te despojara de tu aspecto y serás exiliada del Monte Targon.- Sentenció el dragón. La muchacha aún sin levantar su cabeza se sentó casi sollozando. El dragón carraspeó su voz para llamar la atención de la chica, aún no terminaba. –Pese a que mereces perder absolutamente todo, algunos del jurado han solicitado que se te tenga algo de piedad. Por lo tanto, podrás conservar solo un pequeño porcentaje de tu magia actual, pero magias como tus portales y flotar pasaran a ser imposibles para ti.- No hay más que decir. Tu sentencia se ejecutara ahora.- Grito Aurelion haciendo sonar un estruendoso trueno para dar cierre a la sesión. Zoe cerró fuertemente los ojos por el susto, perdió el conocimiento antes de poder reaccionar.

Despertaba pesadamente, se sentía como si hubiera caído desde el mismísimo monte. Su cuerpo se sentía increíblemente débil mágicamente, a comparación de antes. Sentía humedad en su espalda, el césped estaba mojado, un bosque bastante bonito lo rodeaba, sentía una magia única emanando el mismo. Al ponerse de pie sintió algo extraño. Era... ¿Más alta? Observó detenidamente su cuerpo, estaba completamente distinto. Había ganado altura, su figura había cambiado. Al ser convertida en casi mortal su cuerpo se adaptó al de una mujer de unos diecinueve años aproximadamente.

Miraba con horror su cuerpo, busco un charco en el cual reflejarse y poder ver su propia cara . Lo logró, se veía bastante bonita, pero a ella no le importaba si era bella o no. A ella le fascinaba ser una niña y sus actos le habían quitado ese gusto. Se puso de pie para apreciar mejor su paradero, el bosque era bastante grande, tendría que salir de ahí.

Comenzó a caminar sin rumbo con el fin de escapar de ese bosque. No habría hecho ni un solo kilómetro cuando tropezó con algo que la hizo caer en el acto, era una mochila bastante rota. Aún conservaba un par de cosas, algunas vendas, medicinas y un pequeño monedero con algo de dinero dentro. Al inspeccionar un poco encontró que la mochila tenía un pequeño bordado con el nombre del dueño. "Shieda Kayn". Con los restos de la mochila en mano continuo caminando por alrededor de una hora hasta que logro salir del frondoso bosque.

A las afueras de este se encontraba una ciudad no muy grande. Contaba con lo necesario para que su población de nos mas de mil personas estuviera a gusto. Un pequeño hospital, bares, casas residenciales, un pequeño hotel, una plaza central, etc. Esperaba que la mediana ciudad pudiera hospedarla aunque sea por hoy. Exploró un poco sus calles, bastante bonitas. Todo poseía la típica arquitectura Joniana, caracterizada por su humildad para no opacar la naturaleza.