Un hermoso cielo azul pintaba un brillante día. Un gran campo de Jazmines transmitía una armonía que te hacía sentir en el paraíso. Una cálida brisa que arrastraba pétalos por su paso trayendo por tal escena solamente paz y felicidad a los que estuvieran allí. En este caso, solo una persona se hallaba en aquel campo. Una niña, que no parecía pasar de los doce años, vestida con ropajes verde agua, un cabello que destacaba demasiado por ser muy largo, con un color naranja mu vivido y cerca de las puntas se tornaba en un morado en el que se dibujaban estrellas. Unos ojos con una dulce heterocromía miraban uno de los jazmines del lugar. La aparente jovencita que se encontraba recostada sobre las flores arrancó una de estas, la miraba con algo de duda y tristeza, pero a la vez con esperanza y seguridad. Comenzó a arrancar los pétalos uno por uno.
-Me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere.- Repetía mientras arrancaba una por una aquellos pétalos blancos, que reflejaban perfectamente su pureza y delicadeza. -...No me quiere.- Miraba con angustia aquella flor. No entendía cómo era posible que el azar y una simple flor la entristecieran tanto. Tal vez, porque tenía razón. –Pfff, es una simple flor. Lo que diga ese tonto pétalo no significa nada.- Se auto consolaba la chiquilla.
Se puso de pie enérgicamente, estirando su cuerpo mientras que comenzaba a flotar. –Creo que visitare a Ezreal, seguramente esté en la tienda de su tío. Vendiendo los cachivaches que encuentra en sus aventuras, esas cosas raras que para él tienen mucho valor.- Exclamaba emocionada la niña.
Inmediatamente abrió un portal en el suelo por donde se metió de un salto. Pasando al otro lado se encontraba Piltover, la ciudad origen de su amado Ezreal. Rebozando de tecnología por doquier, la gente vivía una vida muy cómoda allí al parecer. Artilugios y cachivaches haciendo cosas raras en cada tienda. Vehículos mucho más rápidos que aquellas carretas que usaban en el resto de lugares que alguna vez la niña visitó. La muchachita recorrió un par de calles, saludando a gente que no conocía pero que le parecían agradables. Llevo dando brinquitos a una tienda, que poseía un cartel aclarando que se trataba de una casa de empeños.
-Buenos días señor Lymere.- Canturreaba muy feliz la niña. Revoleando sus ojos en todas direcciones en busca de cualquier pista sobre el su amado.
Detrás de un mostrador estaba un hombre que deambulaba por sus cuarenta años. Tenía pintas de sobrellevar una vida, dentro de todo, relajada. El señor Lymere se encontraba acomodando su mostrador, cuando escuchó a la niña la pudo reconocer sin ningún problema puesto que ella solía frecuentar el lugar cada tanto para preguntar por el paradero del muchacho. – ¡Oh! Hola Zoe. Llevabas un rato sin pasarte por mi tienda.- Recibía con una cálida sonrisa el mercader.-
La chiquilla reía dulcemente por el grato saludo de aquel feliz tendero. –He estado algo ocupada deambulando por ahí y saltando entre portales, señor.- Explicaba haciendo mímicas a la par Zoe. El señor Lymere se reía de los gestos divertidos de la jovencita, ella a la par. El hombre suspiro a causa de las risas compartidas. –Déjame adivinar Zoe. ¿Quieres que te diga el paradero de mi sobrino?- Interrogaba con una ceja levantada y sonrisa pícara el amable señor.
La pequeña Zoe se ruborizó un poco. –S-Si, pero solo es porque ambos nos divertimos mucho, solemos jugar alguna que otra cosa y... Eh... Explorar esos lugares que Ezreal disfruta visitar.- Intentaba responder Zoe entre tartamudeos y rubor, provocando nuevamente la risa jovial del encargado. Mientras calmaba su risa el mercader respondería la petición de Zoe. –Por desgracia mi sobrino no está en Piltover. Viajó hasta Demacia, más que por reliquias, fue a nuevamente intentar conquistar a aquella chica de la realeza de la que tanto hab.- El hombre se tapó rápidamente la boca al caer en cuenta que estaba hablando de más.
Al ver nuevamente a la pequeña, esta se encontraba con una cara de shock. Una mezcla entre tristeza y celos se podían ver en sus diferentes ojos, que parecían querer cristalizarse. - ¿Zoe?- Preguntaba el señor Lymere a la niña. Esta última se recompuso en el momento –Oh, demonios. Pues esperare a que viaje por reliquias y esas cosas para que podamos pasar un rato de amigos juntos.- Exclamaba Zoe con una sonrisa ancha, que ocultaba muy bien sus sentimientos. El tendero la miraba con algo de preocupación, pero se creyó lo de la niña. –Bueno, señor. No le quitare más tiempo. Que tenga un buen día.- Exclamó la sonriente niña. El Señor Lymere solo se despidió con la mano a la par que su cara gritaba "Metí la pata".
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Hasta Que Los Darkin Nos Separen | Zoe x Kayn | Fanfic | Lemon
RomantizmLos Darkin Varus y Aatrox se emprenden en una misión brutal para liberar a Rhaast de su portador, Kayn. El cual no dara el brazo a torcer y arrastrara la pelea por toda Runaterra junto con Zoe, una exiliada del monte Targon por incumplir su papel de...