Epílogo

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Dentro de un bosque jonio el otoño hacía su auge, pese a que el fresco se percibía en el aire el sol aclaraba el cielo en aquella mañana. Recién pasadas las diez de la mañana acababan de pasar cuando el hombre de pelo negro se levantaba de su cama –Carajo. Le dije a esa niña que me levantase cuando ella lo hiciera- reprochaba a sí mismo.

Aquel sujeto se puso de pie, abandonando su cama de doble plaza la cual una se encontraba tristemente inhabitada. Se colocaba su armadura mientras se ataba el cabello, formando una característica trenza. Seguido se dirigió a tomar un té como desayuno rápido. Al abrir la puerta corrediza que daba salida al patio principal de aquel templo se topaba con que sus alumnos ya estaban siendo instruidos por los soldados de mayor rango.

-Buenos días, señor Kayn. Nos hemos tomado el atrevimiento de comenzar el entrenamiento a los cadetes en su ausencia, espero nos disculpa- Exclamaba uno de estos. –No te preocupes, discúlpenme ustedes por mi tardanza. No tuve una noche tranquila- Respondía con autoridad el otro. –Lo sabemos, señor. Esa fue la razón por la que ninguno de nosotros se atrevió a molestarle- Confesaba el menor. –Está bien. Quiero que te encargues del entrenamiento por hoy, no descuides el tuyo de igual manera. Por otra parte ¿Has visto a la maestra Syndra? – Consultaba. –Volvió hace menos de una hora, señor. Debería encontrarla por estos lares- Aclaraba el subordinado. –Muchas gracias, continúen con su trabajo- Fue la respuesta final.

Media hora de búsqueda daba paso al encuentro en uno de los jardines más bellos que el templo. Syndra se hallaba con una taza de té, disfrutando en un asiento mientras admiraba el cielo claro. –Parece que estuvieras de domingo- Reía el hombre. –Buenos días, Kayn- Contestaba la maga –Hemos decidido descansar un poco. Esa chica tiene demasiado poder en su interior, pero aún no domina la administración de maná- explicaba. –Recordemos de quién es hija, su magia debe de ser abrumadora si de potencia hablamos. Pero aún es muy joven para saber usarla- Explayaba su punto de vista el hombre.

-Veo que nunca cambiaste ese implante, querido amigo- Hablaba la peliblanca mientras observaba el brazo robótico del chico. –No podría vivir sin ambos, que suerte que conseguí uno nuevo. Ella me ofreció uno más moderno y con más juguetes, pero me conforme con el más básico, solo necesito empuñar un arma para ser yo mismo- Se aclaraba mientras miraba su brazo protésico el cual tenía en su mano un ramo de flores.

- ¿Puedo preguntar para quien son esas? - Consultaba Syndra. –Ya lo sabes. Antes de irme ¿podrías decirme donde se encuentra esa chiquilla? – Indagaba el paradero de su objetivo. –Cuando decidimos detenernos me dijo que se iría al bosque a practicar su concentración- Revelaba la maga. –Gracias, esa niña sí que es terca con sus poderes- Renegaba con una sonrisa el padre.

El caballero avanzaba a paso calmo por un amplio jardín de flores nativas de jonia, un páramo bastante encantador. Una única lapida se hallaba allí, con una placa de grabada de oro, el escrito era conmemorable "Akali. Mientras su recuerdo siga vivo la orden Kinkou nunca desaparecerá". El joven depositó el ramo de jazmines en aquel altar, juntó sus manos y comenzó a rezar en nombre de la mujer fallecida –Estés donde estés, fuiste la guerrera más admirable y persistente que conocí en mi vida. Tu obra y vida siempre nos acompañará, amiga mía. Confío que aquel beso te haya ayudado a encontrar la paz que siempre mereciste- Oró.

Para abandonar el templo en dirección al bosque debía atravesar las zonas de entrenamiento que se ubicaban en el templo, pasando por allí fue detenido por alguien. Un joven de cabello amarronado en sus veintipocos, caracterizado por portar dos dagas, una de ellas heredada por la persona más importante para ella, quien también le había dejado un anillo de oro negro con las siglas "D.C." –Creo que todavía me debes un combate, maestro- Solicitaba el chico con una sonrisa decidida. –Me parecía extraño que todavía no aparecieras, Ciro- Contestaba el mayor devolviendo la sonrisa –Si enfrentarme quieres, no te detendré- Correspondió.

Hasta Que Los Darkin Nos Separen | Zoe x Kayn | Fanfic | LemonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora