Capítulo 7 - Encandilado

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Ese día no presté mucha atención en clases por que en mi cabeza solo estaba Ethan y sus bipolares actitudes.

¿Un día me ignora fríamente y al otro casi me besa? ¡No entendía nada!.

Tenía la ansiedad de llegar a casa para enfrentarlo sin embargo no pude porque cuando llegué no estaba solo, estaba con Olí y un cliente a quien le estaban enseñando en el despacho unas maquetas de un edificio que prometía ser una de las obras más grandes de la ciudad.

Liz estaba en la cocina adelantándose a servirme la comida. Terminé de comer y me encerré en mi cuarto. Ese día también había quedado con Fred, pero esta vez nos quedaríamos a trabajar en casa ya que me había pedido que le ayudara con un proyecto de inglés que se le daba fatal. Era la única materia en la que no obtenía un diez cerrado en la secundaria en cambio yo era muy buena aunque nunca lo practicaba.

Fred llegó  y pensé que estábamos solos, pues asumí que Olí, Liz, Ethan y el invitado se habían devuelto a la empresa pero no, de reojo veía como Ethan desfilaba del despacho a la cocina y de la cocina al despacho.

Traté de concentrarme y explicarle el trabajo a Fred, pero me ponía muy nerviosa escuchar el abrir y cerrar de la puerta del despacho; no aguanté más e inventé una excusa para irnos a trabajar a mi habitación y oh sorpresa, segundos después Ethan aparecía en el umbral de la puerta de mi cuarto.

—Mantengan la puerta abierta —asevera lanzando una mirada amedrentadora hacia Fred quien se puso rojo como un tomate por la insinuación.

Me levanto del asiento de mi escritorio y camino hacia él con una sonrisa.

—No te atrevas a....

Y le cierro la puerta despacio en la cara, solo escuché pasos que bajaban las escaleras.

—¿Ay algún problema con él? —inquiere con el cejo fruncido mi amigo.

—Creo que se cree mi padre —me encojo de hombros —¿hay espacio en tu edificio? ¡Entre mi hermana y él me van a volver loca!

Me quejo y Fred solo se me ríe.

Un par de horas más tarde ya habíamos concluido y él se marchó.

Me detuve en la cocina después de despedirlo y mi corazón se aceleró al escuchar una vez más que se abría la puerta del despacho. Ethan entró y se plantó en la entrada cruzando los brazos, apoyándose en la pared.

—¿Hoy no hubo rosa? —preguntó con sarcasmo.

Yo lo quedé mirando con los ojos entrecerrados.

—¿Se puede saber que te pasa? —le pregunto también cruzándome de brazos y apoyándome de espalda en la nevera.

—¿A mí? —responde señalándose con su índice.

—Si, a ti —frunzo el ceño.

Su expresión cambió drásticamente a una más triste y frustrada.

—Hablé con tu hermana —me confiesa soltando un suspiro.

¡Rayos! Ahora entiendo porque se comportaba tan extraño; esperaba que después de nuestra conversación ella no lo molestara y lo peor es que ni siquiera tengo derecho a enojarme por mentirle como lo hice.

—¿Qué te dijo? Lo siento, no esperaba que ella... —empecé a decir hasta que me interrumpió.

—Ella solo está preocupada, no quiere que te haga daño —me mira fijamente a los ojos.

Le sostuve la mirada en un silencio incómodo que duró unos segundos.

—Me pidió que no jugara contigo —continuó él al ver que no decía nada.

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