Capítulo 8 - La cita

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La mañana en la universidad transcurrió con normalidad y pensé que seguiría así hasta que.... me quedo pasmada cuando salí junto a mis amigos Fred y Lyla al ver que Ethan estaba afuera del campus apoyado en su flamante convertible rojo con sus manos en los bolsillos.

Obviamente una que otra estudiante se le quedaba mirando botando las babas y no las podía culpar, parecía un top model listo para una sesión de fotos a pesar de look casual con unos vaqueros jeans y un suéter fino manga largas.

—¿Qué pasó? ¿todo bien Luz? —pregunta Lyla al ver que mi marcha se detuvo.

—La vinieron a buscar ... —escucho murmurar a Fred.

—No puede ser, pero que semental... —exclama mi amiga —no lo hagas esperar, mujer.

Ella me da una nalgada que me impulsa a dirigirme hacia él.

Mi corazón bombeaba cada vez más rápido a medida que me iba acercando.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté con una sonrisa idiota que me salió.

—¿Quieres dar un paseo conmigo? —Abrió la puerta de su carro invitándome a entrar.

Lo dudé, enserio que sí, pensé en que seguramente Liz me iba a estar llamando y tendría que mentirle otra vez pero mis ganas de estar con él y de ver que era lo que pasaría en ese paseo fueron más fuerte.

Me subí expectante, pero casi me arrepentí al ver que durante el camino él no decía ni una palabra aunque se lo veía entusiasmado, hasta emocionado diría yo.

—¿A donde vamos? —pregunto rompiendo el silencio.

—A un lugar que te te gustará, creo...

Yo volví a esbozar esa sonrisa idiota que últimamente solo él me provocaba.

Llegamos y era un lugar increíble con un paisaje de ensueño digno de un cuadro artístico destacado por el azul del despejado cielo iluminado por el sol de la media tarde. Lo decoraba un césped con diminutas flores de colores y uno que otro árbol en donde se posaban pequeñas aves deleitando nuestros oídos con su cantar. 

Mientras salía de mi impresión vi que Ethan sacaba de la cajuela una canasta color marfil en donde habían bocadillos, un vino y un pequeño mantel celeste que luego tendió en el suelo.

Por un momento pensé que estaba soñando o delirando pero su contacto cuando tomó mi mano para indicarme que me sentara me confirmó que no era una fantasía o un sueño.

Él saco un par de copas y se dispuso a servir el vino, pero lo detuve a medio proceso.

—No, yo no tomo... —digo un poco apenada.

Él solo me sonrió y sacó una botella de jugo de naranja que también había metido en la canasta y me sirvió.

—¿Qué significa todo esto? —pregunto entrecerrando los ojos.

—Esto significa que te quiero conocer más y pasar tiempo contigo —contestó alzando su copa con una sonrisa de lado.

—¿Ah sí? ¿Qué pasó con lo de 'tú y yo no podemos estar juntos'? 

Él me tomó la mano y le dió un suave beso en el dorso.

—Olvidémonos de todo eso por hoy ¿sí? 

Asentí con mi cabeza y empezamos a hablar de nosotros, fue increíble lo mucho que aprendimos el uno del otro en esa tarde entre risas y besos que nos dábamos espontáneamente como si lleváramos juntos desde hace tiempo, las caricias salían tan natural que me dio miedo sentirme tan cómoda entre sus brazos porque sabía que no duraría mucho.

Luz de amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora