Capítulo 17 - ¡Aléjate de él!

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Al día siguiente me desperté abruptamente por la alarma que me indicaba que era hora de ir a la universidad. No podía con la resaca, mi cabeza iba a explotar y ni siquiera me acuerdo como fue que llegué hasta mi cama, solo tenía un nombre en la cabeza y por primera vez en sanas no era el de...

Me dirigí a mi baño tratando de disipar recuerdos que valen la pena  mientras me ducho con agua bien fría para espabilarme. Me vestí con lo primero que vi en mi closet y lo acompañé de unos lentes oscuros porque cualquier destello de luz me fastidiaba.

Bajé y me encontré a los tortolitos desayunando en la cocina.

—¡Que bonito! —me reprende Liz con la peor voz chillona que le he escuchado que puso a latir mi sien —¿se puede saber a dónde saliste y a que hora llegaste anoche?

Me encogí de hombros mientras agarraba agua de la nevera que me urgía por la sequedad de mi boca.

—Cariño, a todos nos pasa —me defendió Olí —lo importante es que no perderá clases.

Yo le agradecí con una sonrisa amable, pese a mi estado y a que me recordaba a cierta persona.

—Mírala ¿Cómo va a recibir clases en ese estado? —siguió con la reprimenda mi hermana, le volteo los ojos y ella me pasa un plato de huevos revueltos que devoré, estaba hambrienta. La noche anterior tampoco había cenado.

—Ya, no empieces Liz... —balbuceo cansada.

Ella bota un largo suspiro que me desespera.

—Oye, se que lidiar con un corazón roto no es fácil pero no quiero que te pierdas, a ti ni a tu esencia y te tranformes en algo que no eres solo porque alguien no quiso quedarse contigo.

Sus palabras me forman un nudo en la garganta a la vez que Olí aclara la suya evidentemente incómodo.

—Liz, solo fui a una maldita fiesta no a una secta.

Le respondí irritada y ella solo niega con la cabeza.

Inesperadamente Fred me vino a recoger, agarré mis cosas que ni siquiera me tomé la molestia de organizar y salí un poco extrañada porque no me había avisado aunque lo agradecí o sino tendría que irme con mi hermana y seguir aguantando sus sermones.

—Te vez fatal —me saluda —estuvo buena la fiesta ¿eh?.

Yo fruncí el ceño

—¿Qué haces aquí? —le pregunto.

—Si te incomoda que te venga a recoger...

—No, claro que no —niego —solo pensé que seguías enojado conmigo.

—No estaba enojado —me asegura —solo no me gustó verte sufrir por alguien que no vale la pena.

Ese último comentario me hizo sentir un poco ofendida ¿Quién era él para juzgar si Ethan valía la pena o no?.

Bueno, era el chico que me había advertido que solo me querían para el rato y su preocupación fue tan sincera que no pude evitar abrazarlo y él me dio un fuerte apretujón, alzandome y dejando a mis pies flotando.

—Bajame, tonto —pataleo divertida.

Él me suelta y nos montamos en su camioneta.

En el trayecto, tuvimos una charla más incomoda sobre el beso que yo le dí en la fiesta anterior.

—Se que lo hiciste producto del despecho pero... —Empezó él.

-—Fred, lo siento —le interrumpo avergonzada —no debí hacerlo.

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