Capítulo 37 - La terapia

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El cuerpo entero me pesa, mis párpados se abren con dificultad y mi cabeza empieza a repetir palabras que no entiendo... 'no me busques' 'yo no tengo hijos' son las que mas suenan.

Esta vez me encuentro en una habitación pequeña y vuelvo a estar esposada en la cabecera de una cama donde yazco débil, todavía tengo puesto el vestido de novia lo que me hace pensar en que mi familia debe estar desesperada buscándome después de desaparecer el día de mi boda.

La misma pelinegra del avión ingresa al cuarto y se sienta al frente mío.

—¿Tú no estabas en Europa? —le pregunto a Avery.

—Ese no es problema tuyo.

—¡Déjame salir! —intento que se oiga como una exigencia más no una súplica para no humillarme mas.

—Eso no va a pasar —me dice seria — te recuerdo que me lo quitaste todo, a mi novio, a mi hijo....

Que lo llame así me enciende una rabia que no conocía.

—¡No lo llames así, perdiste cualquier derecho al abandonarlo!.

—¿Y que querías que hiciera? —Reprocha —¿Que criara a mi hijo mientras su padre se revolcaba con una niñata?

—Ese siempre fue tu problema, que pensaste como mujer y no como madre.

—No, yo pensé como la mujer que quería formar su familia con el hombre que amaba —alega —te pedí que te apartarás y no lo hiciste orillándome a dejarlo.

—Estas loca...

—¿Cómo es él? —me pregunta repentinamente.

—¿Cómo es quién?

—Mi hijo.

—¡No lo llames así! —me irrita —¡y no te voy a decir nada de él, no lo mereces y menos si por tu culpa no estoy a su lado!.

—¡Contéstame lo que te pregunté! —me agarra del pelo tirándolo hacia un lado intensificando el dolor de cabeza que tengo desde que recuperé la conciencia.

No me quedo atrás y con mi mano libre también le jalo sus greñas.

—¡Suéltame! —me gruñe.

—¡Suéltame, tú!

Troian aparece llevándose los dedos al puente de la nariz en señal de desaprobación cuando nos ve.

—O se sueltan o les juro que les corto el cabello —advierte.

Obedecemos y Avery sale dejándome sola con él.

—Troian, no mas por favor.

Me ignora mientras saca un vestido alentejuado del closet de madera que está a los lados.

—Quítate esa ridiculez y cámbiate —ordena.

Me rehúso a hacerlo pero el que saque una jeringa de su bolsillo me hace obedecer cambiándome delante de él.

Sea lo que sea que tenga planeado quiero estar en mis cinco sentidos.

Sé acerca a mi cuando quedo en la lencería con encaje.

—¡No me toques! —me estremezco cuando siento sus dedos en las tiras del brasier.

—¿Cómo pudiste? —me abraza por detrás —yo tenía planes para nosotros.

—¡Que no me toques! —lo aparto con violencia.

Se vuelve a acercar pero para agarrarme la mano y quitarme con brusquedad los anillos de compromiso y matrimonio que por más que forcejeo su fuerza es superior a la mía, luego me termino de poner el vestido, él me venda los ojos y me saca a arrastras del lugar hasta llegar a un carro.

Luz de amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora