3. Calcetines sucios

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Ubicado en una pequeña isla de las Bahamas, el campus del Instituto Luxord, que abarca toda la isla, cuenta con todo lo que un estudiante sueña.

Cuenta con cuatro edificios de residencias de estudiantes: dos para hombres, uno ubicado en el lado norte -para chicos de séptimo a noveno- y el otro ubicado en el sur -para chicos de bachillerato-; y dos para mujeres, uno en el este -para chicas de bachillerato- y el otro en el oeste -chicas de séptimo a noveno-.

El edificio del colegio se encuentra en el centro, así, los estudiantes tienen fácil acceso sin importar el edificio en el que vivan.

También cuenta con biblioteca, restaurante, gimnasio, piscina, cine, sitios de entretenimiento, canchas deportivas, salas de estudio, laboratorios de ciencia y tecnología, salones de arte y eventos y mucho más.

-Tuvimos tanta suerte de que nos tocara en la misma habitación -dice Matías el chileno quien está sacando unos bóxeres de su maleta.

-Casualidades de la vida, amigo -contesta Eduardo quien también está desempacando sus pertenencias.

La puerta de la habitación se abre, el compañero de habitación de Eduardo y Matías acaba de llegar desde Uruguay.

-Hey compañeros ¿Qué tal? -dice al cerrar la puerta tras de sí.

-Mucho gusto, soy Eduardo -se presenta con un apretón de manos.

-Yo soy Nicolás. Me gusta tu acento. ¿De dónde sos?

-Soy de Cuba. ¿Tú eres argentino? -pregunta Eduardo.

-Soy uruguayo.

-Perdona, tanto tiempo en este colegio y aún confundo los acentos de algunos países.

-No te preocupés -contesta-. Y vos, ¿de dónde sos? ¿cómo te llamás? -pregunta Nicolás acercándose a su otro compañero.

-Soy Matías y soy de Chile. ¿Primer año aquí?

-Sí, soy nuevo.

-A pues bienvenido.

-Gracias. Y ustedes, ¿hace cuánto están aquí?

-Desde séptimo grado. Eduardo y yo hemos sido mejores amigos desde entonces.

-¿En serio? ¡Genial! Quédense tranquilos, que yo no me entrometeré en su amistad.

-No chico, tranquilo, puedes ser nuestro amigo también -dice Eduardo muy relajado.

-Lo tomaré en cuenta, ya que seremos compañeros de habitación durante tres años -dice Nicolás dejando su maleta al lado de su cama-. Volveré dentro de un rato, voy a explorar Luxord.

-Nos vemos luego -pronuncia Eduardo y Nicolás sale.

-Me agrada el nuevo -dice Matías.

-Parece un tipo agradable.

Desde que Eduardo y Matías se conocieron en Luxord, se convirtieron en mejores amigos, casi como hermanos. Se apoyan en todo momento y se conocen perfectamente el uno al otro. Eduardo es hijo único y sus padres son divorciados; Matías tiene un hermano mayor pero su relación con él no es buena, ya que su hermano desde que se graduó del colegio se volvió rebelde y decidió vivir la vida loca, incluso lo han tenido que poner en rehabilitación en varias ocasiones por causa de las drogas, ocasionando dolores de cabeza a toda la familia.

Así que, el contar con su amistad en momentos difíciles ha sido de gran ayuda para ambos.

-Y qué, bro, ¿por cuál chica te vas a decidir este año? Mirá que la lista es larga, y más las nuevas... -sonríe Matías con complicidad y se tira de un brinco en la cama de Eduardo.

Eduardo siempre ha sido perseguido por muchas chicas. Su encantadora sonrisa, sus ojos verdes, su cabello sutilmente ondulado de color castaño oscuro, su forma de vestir bastante formal comparado con todos los chicos de su edad y su dulce forma de ser; lo vuelven irresistible.

-Ojalá ni existiera esa lista, son todas unas acosadoras. Preferiría no gustarle a ninguna.

-¡Vamos! A mí me gustaría tener a todas esas chicas detrás de mí.

-Créeme, no deberías desearlo -dice Eduardo haciendo un gesto de negación con la cabeza-. Además, no niegues que también tienes varias admiradoras.

-Como sea. Pero si yo fuera tú, elegiría a Celeste González. Esa colombiana es guapísima.

-Sí, lo es, pero ya sabes, no es mi tipo, y mucho menos con sus comportamientos, sintiéndose superior que los demás. Siempre fue la más acosadora, y eso que nunca hemos sido compañeros de salón.

-En eso tenés razón -reconoce Matías y se recuesta en una de las almohadas de Eduardo-. ¡¿Qué es lo que apesta tanto aquí?!

Eduardo suelta una carcajada. Matías lo queda viendo, haciendo gestos de desagrado.

-¡Qué puerco sos! -exclama Matías sacando una bola de calcetines sucios que estaban debajo de la almohada.

Eduardo solo se sigue riendo y Matías le lanza los calcetines en la cara.



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Queridísimos Náufragos, próximo capítulo el lunes, no se lo pierdan.

¿Qué les pareció este capítulo? ¡Cuéntennos!

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