50. Plantado

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En el primer receso del día, Celeste se propone poner en marcha su plan. Tendrá que hacer todo sola porque sus amigas no la quisieron ayudar. Lo primero que tiene que hacer es entrar a la habitación de Rayssa. Necesita conseguir una llave rápido, pero no sabe cómo. No puede perder más tiempo, así que se va a la residencia y ahí buscará la manera de entrar.

Cuando llega, entra a su habitación y prepara la evidencia. En un bolso negro de cuero que nunca usa, mete las pinturas en aerosol. Con ayuda de un marcador negro permanente, escribe el nombre de Rayssa Oliveira sobre un papel adhesivo, y lo pega bien a un lado en el interior del bolso, para hacer creer que es pertenencia de Rayssa.

Hay una cierta hora en el día, mientras los estudiantes están en clases, que las encargadas de limpieza entran a las habitaciones para hacer aseo general como: sacar la basura, lavar el baño, limpiar el piso, entre otras actividades. Por eso, Celeste quiere poner el bolso, ya sea debajo de la cama de Rayssa o adentro de su armario; para que cuando entren a hacer la limpieza a la habitación, encuentren el bolso sospechoso y se lo lleven al director.

Sale de su habitación con el bolso entre los brazos, se asegura de que nadie la esté viendo y camina de manera silenciosa. Cuando llega a la habitación de Rayssa, gira la manija, y tal como lo esperaba, la puerta está cerrada con seguro. Se queja en su interior porque no puede entrar, pero inmediatamente se le ocurre otro lugar donde lo puede dejar. Baja por el elevador al primer piso, y de forma precavida, camina por el pasillo angosto que lleva al cuarto de limpieza, donde las señoras encargadas del aseo de la residencia guardan todos sus utensilios. Entra al pequeño cuarto y busca el lugar más estratégico para "esconder" el bolso. Su intención es hacer que parezca que alguien trata de ocultarlo muy bien, pero que también sea fácil de encontrar; así que lo pone dentro de un cajón donde guardan muchas toallas de limpiar vidrios y superficies. Se asegura de haber dejado todo en orden, sale del cuartito y cautelosamente se va de regreso al colegio. Se siente satisfecha de haberlo hecho, pero sabe que se sentirá aún mejor cuando ese bolso llegue a manos del director y Rayssa esté en serios problemas. No puede esperar a ver su reacción, lo disfrutará muchísimo.

Mario, Carlos Manuel, Danilo y Antonio están sentados en las bancas de un pasillo. Mantienen una charla muy animada, aunque Danilo se muestra un poco callado. Está avanzando en el proceso de duelo, pero aún no está del todo bien.

Carlos Manuel posa sus ojos sobre una chica que va caminando con sus amigas por el pasillo.

—Te estás comiendo a esa chica con la mirada —le dice Antonio.

—Es que esa mujer está dura —dice Carlos Manuel sin dejar de mirarla hasta que se aleja.

—Es que sos mujeriego —comenta Mario.

—¿Y tú que quiere'?, ¿Qué siga detrás de Carolina cuando ella ya me dejó? —pronuncia Carlos Manuel.

—¿Y es que no podés estar solo, sino que todo el tiempo necesitás estar con alguien? —pregunta Mario.

—Pues yo ya estoy sanao', puedo andar con otra mujer y no tiene nada de malo. Yo no creo que eso le moleste a Carolina, ni a Rebeca que una vez me hizo prometer que no le rompería el corazón a su amiga. Porque, de todas formas, fue Caro la que me mandó a volar. No fui yo quien terminó con la relación.

Mae, aprenda de Danilo que solo tiene ojos para una —dice Antonio.

—Tú no me vengas a decir nada, Antonio. ¿Acaso tú no te acuerda' de aquella mujer que te fue a buscar a la habitación, y tú te fuiste a meter al baño a esconderte?

—Sí me acuerdo, mae, pero desde ese día he venido recapacitando. Ya no quiero andar ilusionando a las wilas. Espero algún día enamorarme de una y ya —pronuncia Antonio.

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