54. Puro amor

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Está anocheciendo, Matías llega a la entrada de la residencia de chicas del lado este, y espera ahí unos minutos a que Eunice salga.

—¡Hola mi niño! —exclama Eunice apareciéndose.

Matías le sonríe y se saludan con un beso.

—Te ves hermosa —pronuncia Matías sonriente observándola detalladamente. Ella se vistió con una falda plisada de color azul, una blusa blanca de manga larga, y trae puestas unas zapatillas deportivas blancas.

—Y vos también, tan guapo como siempre —dice Eunice y lo toma de la mano.

—¿A dónde querés ir? —pregunta Matías viéndola a los ojos. Le fascina estar con ella, caminar tomado de su mano, escuchar su voz, besarla, abrazarla y perderse en su mirada.

Se siente afortunado de tener a Eunice como novia. Siempre recuerda el día que la conoció; y cada vez se enamora más de su personalidad, tan espontánea, extrovertida, dulce, amorosa y alegre. Sí que ama a su chica alta, más de lo que imaginó que podría llegar a amarla en tan poco tiempo. Su primera novia, su auténtico amor...

—¿Qué te parece si vamos a la cafetería que está en el centro?, es la más bonita y hay más variedad de comida —dice Eunice. En el campus Luxord hay tres cafeterías: La pequeña que está cerca de la residencia de hombres del lado sur; la del centro, que está al lado del edificio del colegio, a donde van los estudiantes a comprar en los recreos; y la que está ubicada en el oeste, cerca del hermoso jardín.

—Lo que vos querrás, a mi me parece perfecto —pronuncia Matías.

Eunice se detiene de repente, y Matías se queda confundido sin saber por qué pararon de caminar.

—Quiero decirte algo... —anuncia Eunice acariciándole el cabello.

—Decime —pronuncia Matías con todo suave.

—Vas a tener que alcanzarme si querés que te lo diga —dice Eunice soltando una risa burlona y sale corriendo.

Matías se queda paralizado y se comienza a reír. No tiene idea de qué es lo que pretende, o a qué está jugando; pero Eunice es así, y va a tener que correr detrás de ella y tratar de atraparla.

Comienza a perseguirla por todo el camino que va hacia el centro. Ella corre muy rápido, pero él también, así que está seguro de que no durará mucho huyendo.

—¡Tortuga! —grita Eunice riéndose sin dejar de correr.

—¡Te voy a alcanzar! —responde Matías aumentando la velocidad.

—En tus sueños —se burla Eunice.

Y varios metros más adelante, Matías logra atraparla.

—¡Te tengo! —exclama Matías con cansancio.

—Lo lograste —pronuncia Eunice con la respiración agitada y su corazón bombeando muy rápido.

Se quedan unos segundos parados, reponiéndose por la corrida.

—¿Qué era lo que me ibas a decir, entonces? —pregunta Matías con curiosidad.

—Que te amo —vocifera Eunice con una gran sonrisa. El corazón de Matías se acelera, pero no por haber corrido. Es la primera vez que Eunice le dice que lo ama, y se siente plenamente feliz. Él también la ama, y es claro desde el principio que está enamorado de ella, pero nunca se lo ha dicho directamente; sabe que este es el momento perfecto para decírselo.

—¡También te amo! —exclama en voz alta—. Y puedo gritarlo a los cuatro vientos: ¡Estoy enamorado de Eunice Gutiérrez! Y la amo con todo mi corazón.

—¡Y yo estoy enamorada de Matías Rojas! —grita Eunice viendo al cielo astrífero.

Se toman de las manos, estando frente a frente, y ríen.

—Recordaré este día siempre —emite Matías.

—Cada vez que vea las estrellas en el cielo, me acordaré de este momento —dice Eunice y le da un tierno y delicado beso en los labios a Matías.

Una hora después, al otro lado del campus, Eduardo y Camila van caminando bajo la luz de la luna después de salir del restaurante. Tuvieron una cena muy romántica, la cual ambos disfrutaron muchísimo.

El camino por donde van es algo oscuro y no hay nadie recorriendo el lugar, solo están ellos dos; y a pesar de que los timbres comienzan a sonar para indicarles que deben todos ir a sus habitaciones para dormir, ninguno de los dos presta atención a aquello; sienten que en ese momento el mundo solo es para ellos.

Eduardo se detiene y observa detalladamente a su novia, mientras Camila se sonroja y toma su mano para darle un pequeño beso.

—Oye, tú eres la chica mas hermosa de Luxord —sonríe Eduardo—. Qué digo de Luxord, eres la mas hermosa de todo el mundo.

—Gracias —sonríe Camila—. Eres maravilloso.

Eduardo se acerca a Camila y comienza a besarla desenfrenadamente y, después de unos minutos, ambos se acuestan sobre el pasto y continúan con su melodioso delirio, que se mezcla con el silencio de la penumbra, y la escasa luz de la lumbrera nocturna que con sutileza los acaricia, dejándose llevar por la pasión.

De repente, Camila termina con todo aquello que estaba sucediendo entre ambos,

Eduardo, sin saber que está pasando,  se separa de ella y se sienta a un lado.

—No estoy lista para ir más allá —susurra Camila—. Te amo y eres perfecto para mí, pero no quiero que vayamos tan rápido. Quiero disfrutar de este amor infinito que nos tenemos, sin que nos entreguemos en totalidad por ahora.

Comprendiendo la decisión de su novia, Eduardo se acerca a ella y toma su barbilla.

—Mírame —le indica, ya que Camila está con la mirada evasiva. Ella obedece y lo mira directo a los ojos.

—¿Sí?

—Respeto tu decisión, y si quieres que nos entreguemos el uno al otro hasta que lleguemos al altar, esperaré por ti, porque te amo y quiero que seas la mujer que estará a mi lado siempre.

—¿De verdad? —pregunta Camila asombrada, nunca pensó que Eduardo la entendería tan bien—. ¿Hasta el matrimonio?

—Sí —confirma Eduardo—. Recuerda muy bien este día y esta hora, porque aquí y ahora mismo, te prometo que solo seré tuyo, y que te amaré y respetaré el resto de mi vida.

Camila comienza a llorar, se ha quedado sin palabras, y lo único que su rostro expresa es una enorme felicidad; por más que intenta que sus lágrimas mengüen, no puede parar de llorar de alegría.

Jamás imaginó que llegaría a encontrar al novio más excepcional, porque tenía el pensamiento de que todos los hombres eran iguales de mujeriegos y que nunca darían tanto por una mujer; pero se equivocó, ya que ese chico que le gustó desde que lo vio, es el más comprensivo y caballeroso; y no es igual a los demás chicos que un día conoció.

—Yo te prometo exactamente lo mismo, deseo ser esa mujer que esté a tu lado siempre; y soy tuya, solamente tuya... —solloza Camila y ambos se dan la mano para finalizar con su promesa.

Después de eso, Eduardo la toma de la cintura y le da muchos besos pequeños en los labios.

—Quiero ver el amanecer contigo, espero que no nos descubran —dice Camila sonriendo y se queda sentada sobre el césped.

—Si es lo que deseas, entonces eso haremos, amaneceremos aquí —contesta Eduardo recostándose y colocando su cabeza sobre el regazo de Camila. Ella comienza a acariciar su rostro y cabello.

Eduardo está con el corazón hinchado de amor, Camila es todo lo que deseó encontrar en una chica; y es su chica, la encontró y eso lo hace muy feliz.

Siente las manos de Camila acariciarlo y se llena de paz, sus manos son tan suaves al igual que sus labios. Su aroma es tan dulce al igual que todo su ser. 

Instituto Luxord [Completa]✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora