Eduardo y Nicolás están en la recepción, preguntando de manera reiterada a la recepcionista si pueden entrar a la oficina del director. A lo que la recepcionista les ha respondido que no.
—Ya les dije que no, no insistan, me van a quitar la paciencia —dice la recepcionista un poco desesperada—. Entiendan por milésima vez: ¡No puedo dejarlos entrar! Vayan a su salón de clases o esperen aquí a que su amiga salga.
—Está bien, esperaremos aquí —dice Eduardo, y en compañía de Nicolás, se sientan en las sillas de la recepción a esperar a que Camila salga.
Alguien abre la puerta de la recepción, la recepcionista se queda sorprendida. En un dos por tres el lugar está lleno de gente.
Matías llega y se sienta al lado de Eduardo, los demás compañeros se quedan parados, dispersos por la recepción en pequeños grupos.
—¿Qué hacen todos aquí? —le pregunta Eduardo confuso.
—Es una larga historia, ya te vas a dar cuenta... —dice Matías apuntando con su cabeza al profesor que está a punto de decirle a la recepcionista por qué debe atenderlos el director.
El profesor le cuenta a la recepcionista con todo detalle lo que sucedió, excepto las partes donde él saldría perdiendo, solo dice lo que alumnos hicieron. Y exige ser atendido por el director.
La recepcionista le indica que el director está ocupado y que van a tener que esperar, pero él sigue dando argumentos en contra de sus alumnos.
—Deje de contar las cosas a medias —interviene molesta Carolina y sus compañeros la secundan.
En menos de dos minutos se arma una tremenda discusión alumnos contra profesor. La recepcionista no sabe qué hacer, se siente presionada y desesperada; así que mientras toda esa gente discute, se escabulle por debajo del escritorio y se mete al baño que está adentro de la recepción. Ahí, llama al señor Ricalde por teléfono.
—Señor Ricalde, disculpe que lo interrumpa —dice nerviosa la recepcionista—. Tenemos un problema.
—Estoy ocupado, sabes que no puedes llamarme mientras atiendo a otras personas. ¿Y qué es todo ese bullicio que se escucha afuera desde hace un rato?
—Es el problema del que le hablo, quieren hablar con usted.
—Diles que se calmen que ya casi los atiendo —dice el director y cuelga la llamada. La recepcionista sale del baño, busca un silbato que tiene guardado en la gaveta de su escritorio y lo sopla fuertemente, logrando obtener la atención de todos. Les dice lo que el director le indicó y les pide que por favor se calmen, si no, volverá a sonar su ruidoso silbato. Todos obedecen y se tranquilizan..., por ahora.
Camila e Isabela están adentro, en la oficina, contándole al director lo que sucedió. Hablan con la verdad, porque si mienten, las consecuencias serán peores. Isa cuenta todo desde su punto de vista, como ella estuvo presente, pero sin involucrarse. Camila cuenta todo con detalle, pero haciéndoles saber que Celeste fue la que empezó; y que le golpeó la nariz a su compañera para defenderse.
La señorita Marcia recibe una llamada, es del doctor para indicarle que ya puede ir a traer a las chicas. Por lo tanto, Marcia se lo hace saber al director y se va de la dirección a la enfermería.
Isabela se pone nerviosa, sabe que Celeste seguramente se inventó alguna historia para que la culpa caiga solo sobre Rayssa y Camila; y si Celeste cuenta otra historia diferente a la de ella, estarán más en problemas.
A Camila le preocupa su amiga, pobre Rayssa, todo por defenderla...,
Las dos chicas esperan guardando silencio, están muy tensas. ¿Qué irá a pasar?
Después de varios minutos, Rayssa, Celeste y Renata entran con la señorita Marcia a la recepción.
Todos sus compañeros se quedan asustados al verlas, excepto las chicas porque estuvieron presentes en la pelea.
—¿Qué les pasó? —les pregunta Carlos Manuel —¿Quién te desguabinó la nariz?
Carlos Manuel pone una cara de preocupación, pero al mismo tiempo se ve gracioso.
—Qué te importa —le responde Renata áspera.
—Fue la niñita buena de Camila. Esa tipa es una salvaje —se mete Celeste.
—¿Salvaje? Celeste, ¿hablas de salvaje? Mira cómo me dejaste —pronuncia Rayssa alterada. Nicolás corre a donde está Rayssa y empieza a observar de cerca su ojo morado ¡es horrible!
—Sí Celeste, ¡salvaje! —le refunfuña Nicolás y Celeste lo queda viendo mal.
—¡Ya basta! No van a pelear de nuevo o ¿sí? —les pregunta la señorita Marcia tomándolas del brazo. Entren a dirección.
—¡No pueden! —les grita la recepcionista histérica—. Todavía están las otras dos jóvenes adentro.
—Claro que pueden —exalta la señorita Marcia—. Es el mismo asunto con ellas.
—No pueden pasar mientras el señor Ricalde no dé la orden —la recepcionista se para en frente de la señorita Marcia como si fuera a haber un duelo entre ellas. La tensión que se siente en la recepción es muy grande por todos los presentes.
—¿Qué hace toda esta gente aquí? —pregunta el director molesto saliendo de su oficina.
—Todos quieren verlo a usted —le responde la recepcionista con voz suave.
—No puedo atender a tanta gente a la vez.
—Debe atendernos ahora, señor Ricalde, porque mi problema con estos alumnos es grave —pronuncia el profesor alterado.
—Pues van a tener que esperar —contesta el director haciendo unas muecas.
—Sí, y también tenemos que hablar sobre el alumno que puso el cartel en el cruce deportivo —interrumpe Laura.
—Alumna García, no empecemos con lo de siempre; usted jovencita, no me da órdenes a mí. Yo sé lo que hago, por ahora el tema está en investigación.
—Pues ojalá encuentren al culpable y pague por lo que hizo, ya que en este instituto no pueden quedarse más las cosas impunes, todos estamos hartos de las injusticias.
—¿De qué injusticias habla? ¡Dígame! Alumna García —explota el director.
—Señor Ricalde...
—¿Qué quiere usted, señorita Marcia?
—Que atienda a estas alumnas primero y luego los atienda a ellos.
—Ay joven, qué golpeada está usted —exclama el director viendo a Rayssa—. Las de la pelea, pasen a la dirección. Y en cuanto a los demás, aguarden para que los atienda.
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Instituto Luxord [Completa]✓
Teen FictionSer becado en el prestigioso Instituto internado al que asisten niños ricos de toda Latinoamérica, puede que no sea fácil... Lo bueno es que nadie sabe quiénes son los becados, así que eso facilita las cosas, o al menos eso es lo que se espera. El...