En el salón 103, los alumnos están en clase de matemáticas con el profesor Fausto López. Todos se encuentran muy concentrados con la explicación del nuevo tema que el maestro les imparte.
Minutos antes de que acabe la hora de clases, el profesor saca los exámenes ya revisados de su maletín y toma asiento.
—Alumnos, os entregaré los exámenes que habéis hecho la semana anterior. Unos obtuvieron muy buena calificación, y la mayoría estuvieron regular; pero hubo unos cuantos a los que les fue muy mal, deberían ponerse a estudiar más; no quiero reprobaros.
—¿Ya tan rápido los revisó? —pregunta Carlos Manuel—. Yo no quiero ver mi nota, seguro soy de los que va a reprobar.
—Yo no estaría tan seguro de eso, Carlos Manuel —se sonríe el profesor con amabilidad y comienza a llamar a uno por uno para que vayan a su escritorio y así poder entregarles el examen en sus manos.
Renata toma rápidamente su examen cuando el profesor la llama, y sin ver su nota lo guarda dentro de su mochila y sus amigas se observan la una a la otra y se preocupan por ella.
Renata tiene la costumbre de esconder sus exámenes, nunca han visto las calificaciones de su amiga porque ella es bastante reservada.
Isa, quien es la siguiente en recibir su examen, se sonríe porque ve que obtuvo 12 puntos de 20. Para ella es una enorme satisfacción, ya que creyó que se sacaría menos puntos, porque pensó que había resuelto mal todos los ejercicios matemáticos, pero no fue así.
Carlos Manuel pasa a recibir su examen y de repente pega un grito victorioso.
—Aprobé, aprobé —grita gozoso, y todos se ríen al escucharlo—. Me saqué 16 puntos.
—Felicidades —le dice Carolina desde su asiento y él le guiña el ojo.
Luego sigue el turno de Antonio, quien toma su examen, lo ve detalladamente y luego vuelve a su asiento.
—¿Cuánto sacaste? —le pregunta Mario.
—No me fue nada bien —le responde con un tono sereno. Mario se sorprende por la actitud fresca de su compañero, hasta desearía ser tan relajado con sus materias cómo lo es Antonio.
Luego el profesor llama a Celeste, y esta hasta da un brinquito cuando ve su calificación.
—¿Cuánto sacaste, Cele? —le pregunta Isa curiosa cuando su amiga toma asiento.
—Saqué 15 puntos —contesta orgullosa—. ¿Y tú?
—Yo saqué 12.
—Bueno deberías estudiar más —le dice a Isa—. Y a ti, Renata, ¿cómo te fue?
Renata se queda en silencio y sonríe turbiamente, su silencio les indica que su amiga no les dirá cuánto fue su calificación.
—Deberían aprender de mí, que solo perdí 5 puntos —se exalta Celeste.
Matías y Eduardo comentan lo mal que les fue y ambos comparan sus exámenes.
Tuvieron casi los mismos errores, al parecer deben sacar una muy buena calificación en el próximo examen y en las tareas, para no reprobar matemáticas.
Matías se levanta de su asiento y pregunta tímidamente si alguien podría ayudarle con la materia, y Magaly amablemente se ofrece para ser su tutora, ya que ella obtuvo un 20 de 20 en su examen.
—Gracias por querer ser mi tutora Magaly. Eres muy inteligente, y que seás mi tutora es un honor para mí —le dice Matías.
—No tienes nada que agradecer, será un placer poderte ayudar.
Camila se acerca a Eduardo con su examen en la mano y acaricia el rostro de su novio.
—¿Por qué no me dijiste que no le entendías a matemáticas? —le pregunta Camila a Eduardo.
—Nunca pensé que me iba a ir tan mal —le contesta—. Fallé en casi todos los ejercicios.
—Saldremos menos y estudiaremos más.
—Cami, ¿tú cuánto sacaste en el examen?
—Obtuve 20 —se sonríe y Eduardo se siente orgulloso de ella. Tiene una novia muy hermosa y también súper inteligente.
—Felicidades, bonita —le dice y besa su mano, luego Camila regresa a su asiento con sus amigos, a quienes les fue más o menos en el examen, como al resto de los alumnos.
Cuando ya el profesor ha acabado de entregar todos los exámenes, suena la campana para ir a receso.
—Chavas apúrense —vocifera Isabela apurada metiendo su examen a su bolso, dejándolo medio abierto sobre la mesita de su pupitre—. Necesito ir por mi café, en la mañana no me quedó chance de ir a la cafetería a comprármelo.
—¡Ya Isa! ¿No ves que nos estamos retocando? —exclama Celeste, mientras ella y Renata se retocan su maquillaje, viéndose en sus espejitos.
—Sí, las veo, pero dense prisa por favor, si no, me dolerá la cabeza por no tomar mi café.
Todos los alumnos comienzan a salir del salón, excepto las tres amigas, quienes se quedan siempre después de clases poniéndose otra capa de maquillaje antes de salir. Rayssa, Nicolás y Camila también se han quedado en sus asientos, conversando.
Después de unos cuantos minutos, Celeste, Renata e Isabela salen del salón.
—Por fin salieron —refunfuña Nicolás.
—No sé qué tanto se maquillan —dice Rayssa.
—¿Creen que alguna de ellas dejara la llave de su habitación en su mochila? —les pregunta Camila preocupada.
—Yo dejo mi llave de habitación en mi casillero, pero no creo que Isa sea tan inteligente para eso —dice Rayssa y sus amigos la observan.
—Ray, yo siempre traigo conmigo tanto las llaves de mi locker como las llaves de mi habitación, creo que eso es lo más correcto —le dice Nicolás risueño.
—Yo también, siempre traigo mis llaves conmigo —dice Camila riendo.
—Bueno, sí, tienen razón, tampoco es inteligente dejar las llaves de la habitación adentro del casillero, porque si pierdo las llaves del casillero, no lo podré abrir, y si tengo una emergencia en ese momento y quiero entrar a mi habitación y de repente no encuentro a ninguna de mis compañeras de cuarto, entonces estará cerrado y no podré entrar porque perdí las llaves de mi casillero, y las de mi habitación están encerradas ahí; me quedaré desesperada y no tendré el tiempo para ir a buscar a la señorita Marcia para que ella vaya a buscar al cerrajero, y entonces moriré en el proceso de espera.
Nicolás y Camila sueltan carcajadas por lo que su amiga les dice. Rayssa siempre tiene una forma graciosa de decir las cosas, y a veces realiza todo un drama de lo que habla.
—¿Quién va a revisar el bolso de Isa? —pregunta Nicolás.
—Ay, pues yo —le responde Rayssa y se va a abrir de inmediato el bolso de Isabela. Sin perder mucho tiempo, encuentra las llaves del casillero y las llaves de la habitación en el compartimento pequeño que tiene el caro y bonito bolso de Isabela—. Se los dije. Fue muy fácil, ni siquiera se toma el tiempo de cerrarlo bien —dice Rayssa con las llaves en la mano.
—Solo toma las de la habitación y deja en su lugar las llaves de su casillero —le indica Camila.
Los tres amigos salen a su recreo con normalidad para no levantar sospechas de nadie, pero están ansiosos por llevar a cabo su gran broma.
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Instituto Luxord [Completa]✓
Teen FictionSer becado en el prestigioso Instituto internado al que asisten niños ricos de toda Latinoamérica, puede que no sea fácil... Lo bueno es que nadie sabe quiénes son los becados, así que eso facilita las cosas, o al menos eso es lo que se espera. El...