55. La clave

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Son las 6:30 am, y la alarma para despertarse suena a todo volumen en el celular de Antonio. Él está tan profundamente dormido que no escucha su alarma, pero sus amigos sí se despiertan.

—¡Mario!, es sábado, apaga esa alarma —vocifera Danilo medio dormido.

—¡No es mía! —exclama Mario y se tapa los oídos con la almohada.

—Es el teléfono de Antonio —enuncia Carlos Manuel levantando un poco su cabeza para identificar de donde viene el molesto sonido.

—Lo peor es que lo tiene a la par y no se despierta —dice Mario y desde su cama le lanza una almohada pequeña a Antonio.

Antonio se despierta inmediatamente, un poco desubicado. Luego se percata de que su alarma se activó hace algunos minutos y la desactiva.

—¿Para qué dejas una alarma el sábado? —pregunta Danilo—. Si tú eres el que más tarde se levanta.

—Creo que la activé por error... —miente Antonio—. Vuelvan a dormirse, ya no hay bulla.

Antonio se acomoda nuevamente en su cama y guarda silencio, pero se queda despierto.

Sus tres amigos hacen lo mismo, a diferencia de que ellos se vuelven a quedar dormidos rápidamente.

Antonio espera varios minutos para asegurarse de que ninguno de sus amigos esté despierto, y después, sin mucho ánimo, se levanta de su cama y se dirige al baño.

No le gusta en absoluto levantarse temprano, y mucho menos en fin de semana. Si el resto de la semana lo hace porque no tiene otra opción.

Se lava la cara con agua a temperatura ambiente, para que se le quite el sueño y la cara de adormilado que tiene, y luego se cepilla los dientes.

Sale del baño y busca ropa en su armario. Sin rebuscar mucho, saca unos jeans negros y una camiseta blanca. Se quita su ropa de dormir, guardando sumo silencio, y se pone la ropa que encontró a primera mano.

Se pone sus zapatos deportivos, toma sus llaves, y sale sigilosamente de su habitación, sin que ninguno de sus compañeros se diera cuenta de que se fue.

Llega hasta la entrada de la biblioteca, pero está cerrada, no abren hasta las 8:00 am.

Le escribe un mensaje por WhatsApp a Laura para preguntarle dónde están, si la biblioteca está cerrada. Laura le responde y le dice que vaya a la parte trasera del edificio de la biblioteca, así que Antonio camina hacia allá.

Al llegar, ve a sus compañeros del comité investigador sentados en el suelo, en medio de las pequeñas palmeras que adornan el lugar.

—Por fin llegas —dice Laura mientras él toma asiento al lado de Eduardo.

—Es la hora exacta a la que debíamos llegar —dice Antonio viendo la hora en su celular.

—Siempre es mejor llegar unos minutos antes —interviene Magaly, la cual se ve muy animada y reluciente, sin el más mínimo rastro de sueño, ya que está acostumbrada a despertar muy temprano todos los días.

Magaly viste su ropa normal. Le encantó mucho el cambio que le hicieron sus amigas, pero se siente más cómoda con sus jeans y camisetas. Aunque piensa que puede vestirse diferente más a menudo, sobre todo en fechas especiales. Lo único que dejó de su transformación, fue el cabello suelto. Le parece que llevar el cabello así, se le ve mejor que llevarlo siempre recogido en un moño.

—Hice mi mayor esfuerzo por levantarme temprano... —pronuncia Antonio y da un bostezo.

—Yo igual —secunda Matías que también sigue con sueño.

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