48. Ya la amas

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Eduardo, Matías y Nicolás están en su habitación, con las luces apagadas, cada uno acostado en su cama, tratando de dormirse, pero no tienen sueño.

-No puedo creer que los tres chicos de esta habitación están tan enamorados -dice Eduardo con picardía y se ríe.

-Sí, los tres -dice Matías con un suspiro largo, siguiéndole el juego a Eduardo.

-Pues lo estarán ustedes que tienen noviecita, pero yo no -dice Nicolás.

-Aún no es tu novia, pero ya la amas -pronuncia Eduardo.

-No sé de qué hablan -dice Nicolás convincente.

Matías se levanta de su cama, corre a la cama de Nicolás y se tira en ella de un salto.

-¿Qué hacés acá? -pregunta Nicolás extrañado.

-Contanos, estamos en confianza. Seamos amigos, no solo compañeros de habitación -pronuncia Matías.

Eduardo hace lo mismo y se lanza en la cama de Nicolás, quedando Nicolás en medio de él y Matías.

-No puede ser. ¿Vos también? -pregunta Nicolás.

-Sí, yo también -dice Eduardo-. Cuéntanos, aquí no hay nadie más.

-No entiendo qué es lo que quieren saber -dice Nicolás disimulando.

-Sabés bien a lo que nos referimos -dice Matías.

-Sí, lo sabes. ¿Te gusta, cierto? -secunda Eduardo.

-Ya les dije que a mí no me gusta Rayssa -suelta Nicolás.

-Te acabas de quemar tú solito, porque nadie mencionó a Rayssa -dice Eduardo y suelta una carcajada.

-Bueno, sí, está bien, me gusta -acepta Nicolás.

-¡Lo sabíamos! -exclama Matías.

-Bien, pero no le cuenten a nadie. Ustedes mismos dijeron al principio que estamos en confianza -pronuncia Nicolás.

-Claro, no diremos nada, estamos entre amigos -afirma Eduardo.

-¿Cómo lo supieron? -pregunta Nicolás con curiosidad.

-Porque se te nota, por cómo la ves -dice Matías.

-Por cómo le hablas, cómo la abrazas, la defiendes, quieres estar todo el tiempo con ella, la apoyas en todas sus ocurrencias sin importar lo delirantes que sean..., y muchas cosas más, que no terminaría hoy si me pongo a decirlas todas -añade Eduardo y Nicolás sonríe dentro de sí.

-Sí, ustedes dos tienen razón en todo lo que han dicho. Espero que ella no lo haya notado.

-¿Y desde cuando te gusta? -pregunta Matías.

-Desde que la conocí, pero a medida ha pasado el tiempo, mis sentimientos hacia ella fueron en aumento -cuenta Nicolás

-Pero deberías decírselo -dice Eduardo.

-No, jamás. Somos mejores amigos, y si ella no siente lo mismo, sería muy incómodo, y no quiero arruinar nuestra amistad. Prefiero estar así, tenerla cerca, aunque sea como amiga.

-Si nunca se lo dices, nunca sabrás si ella siente lo mismo. Podrían estar destinados a estar juntos, pero si no lo confiesas, te quedarás con la duda para siempre -pronuncia Eduardo.

-Pues prefiero quedarme así, con la duda; y dejaré de pensar en lo que pudo pasar.

-Si no se lo decís, te pondré los calcetines sucios de Eduardo en la cara -amenaza Matías riéndose.

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