33. Risa picaresca

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Matías va caminando solo, cerca de la biblioteca del Instituto, ha dado largos recorridos para entretenerse; sin embargo, se siente aburrido, ya que está acostumbrado a estar todo el tiempo con su mejor amigo. Piensa que necesita tener más amigos, porque si Eduardo y Camila se hacen novios van a pasar mucho tiempo juntos y él no quiere ser mal tercio. Es la primera vez que su amigo está enamorado, nunca lo había visto tan interesado en una chica, tanto como para llegar a hacer locuras por ella, disfrazándose de mujer y entrando a escondidas a la residencia de chicas para prepararle una cita súper romántica, sabiendo que, si lo llegan a descubrir, las consecuencias serían terribles.

—Mirá quién viene por allá, Eunice —señala Andrea, la guatemalteca.

—¿Quién? —pregunta Eunice la nicaragüense, viendo a todos lados.

—¿Quién más? Tu amorcito el chaparrito.

—Se llama Matías, corazoncito.

—¿Y qué esperás para hablarle?

—Tenés razón, voy a aprovechar que anda solo, es la primera vez que lo veo sin su amigo.

—Bueno, andá, yo te espero aquí —dice Andrea mientras se queda sentada en una de las mesas de afuera de la heladería Cyru's, lugar donde a ella y a Eunice les gusta ir los sábados por la tarde a comer helado de menta con chocolate.

Eunice no lo piensa dos veces, se va de la heladería y camina al encuentro de Matías.

—¡Hola! ¿Qué tal? —dice Eunice espontáneamente parándose bruscamente frente a Matías, provocándole un susto.

—Ho, ho, hola... —tartamudea Matías viendo a la chica alta que le quita el paso.

—¿Cómo has estado? —pregunta Eunice sonriendo.

—Pues..., eeeh..., muy bien, gracias.

—¡Qué bueno! —exclama con mucha confianza.

—¿Nos conocemos? —pregunta Matías confundido.

—Yo sí te conozco, Matías; pero vos no me conocés a mí.

—¿De dónde me conocés?

—Pues, simplemente te vi por ahí. Estoy en el salón de al lado, el 104, soy de primero de bachillerato igual que vos, solo que yo estudio Contabilidad. Así que no fue difícil saber de vos, fue cuestión de preguntar a algunas personas por ahí.

—¡Guau! No tenía idea. Es un gusto conocerte entonces. ¿Cómo te llamás?

Eunice se acerca a Matías y hace que él se ponga nervioso y trague saliva.

—Me llamo Eunice, pero podés llamarme: "El amor de mi vida" —dice Eunice, se aleja un poco de Matías y se ríe—. Bueno, tal vez eso fue demasiado intenso de mi parte, pero quizá algún día me digás así —pronuncia Eunice y de repente se va corriendo.

Matías se queda paralizado sin entender qué acaba de pasar, la chica simplemente se alejó tan rápido que ya la perdió de vista.

Aún no reacciona, sigue parado en medio del camino tratando de analizar cómo sucedió ese encuentro tan inesperado con esa chica alta, delgada, trigueña y de cabello rizado color negro.

—Eunice... —dice en voz baja y suspira. Comienza a caminar hacia la residencia de chicos, sin dejar de pensar en esa rara presentación que no vio venir. Se siente nervioso, su corazón palpita; el rostro de Eunice y su risa picaresca se han quedado plasmados en su mente.

La última vez que se había sentido así fue en octavo grado, cuando vio a Celeste por primera vez. Ese recuerdo que nunca olvida, cuando ella entró por equivocación a su salón, sonrió apenada e inmediatamente se fue. Después de eso, él la observaba a lo lejos cada vez que podía, sin que ella se diera cuenta, llegando a enamorarse secretamente, sin que nadie lo supiera, ni su mejor amigo. Sin embargo, cuando descubrió que Celeste estaba enamorada de Eduardo, se propuso olvidarla y, aunque le ha sido demasiado difícil, poco a poco lo fue logrando. Sigue pensando que es muy hermosa, pero ya no siente lo mismo, y mucho menos ahora que son compañeros y la ha conocido más.

De algo está seguro, quiere saber más de Eunice. ¿Quién es?, ¿de dónde viene?, ¿está interesado en él realmente o le estarán haciendo una broma?, no lo sabe, pero está decidido a descubrirlo. ¡Esa niña lo hizo titubear al hablar!, eso es nuevo para él.  

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