8. La Kafati

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-Todos tomen asiento y guarden silencio -dice una maestra entrando al salón.

La maestra de baja estatura y pelo corto planchado, que viene vestida con un traje muy formal color negro y unos tacones muy altos; pone su maletín sobre el escritorio, toma asiento, saca su computadora portátil y se pone sus anteojos.

-Este año no quiero tener problemas con nadie por mal comportamiento. Basta de niñerías y nada de distracciones, ya son grandes; por lo tanto, espero lo mejor de ustedes. No tolero faltas de respeto ni desorden dentro del aula. Vean que no soy suave con nadie y mandaré a la dirección a todo aquel que se lo busque. Mis clases son de la siguiente manera: Yo doy la teoría, vamos a utilizar un libro que ya les voy a decir cuál es para que lo compren y mañana lo traigan sin falta. Asignaré diferentes tareas y trabajos grupales e individuales luego de cada clase. Habrá un examen al final de cada trimestre, el cual no va a ser nada fácil -desde ya se los digo- y un proyecto que deberán realizar todos juntos. ¿Alguna pregunta?

Ninguno de los chicos entendió del todo las instrucciones de la maestra, pero nadie se atreve a preguntar.

-Olvidé decirles, me llamo Sobeyda Kafati -dice la maestra de la clase de Introducción a la Innovación Tecnológica.

Laura García, la chica venezolana, levanta la mano.

-Sí, diga.

-¿No nos vamos a presentar? -pregunta Laura.

-No, en mi clase no tenemos esa costumbre. No lo considero necesario, en el camino los voy conociendo. ¿Otra pregunta?

Todos los chicos del salón guardan silencio.

-Muy bien saquen su cuaderno, abordaremos ya el primer tema -indica la maestra Sobeyda, cuando una chica de estatura un poco baja, cabello negro lacio y piel muy blanca se para en la puerta del salón.

-Permiso profesora ¿puedo pasar? -pregunta algo tímida la joven proveniente de Honduras.

-¿Por qué llega hasta ahorita? -pregunta la maestra muy seria.

-Es que me dolía mucho la cabeza y tuve que ir a la farmacia a comprar un medicamento. Disculpe el retraso.

-Pues se hubiera presentado a clase y luego me hubiera pedido permiso para ir. Lamento decirle que tendré que bajarle un punto a su nota -dice la maestra y la chica hace un gesto de confusión- También se me había olvidado decirles que por cada llegada tardía a mi clase les bajo un punto y por cada ausencia les bajo dos puntos, a menos que tenga por escrito una excusa debidamente justificada y firmada en la dirección.

La respuesta de la profesora hace que varios estudiantes del salón se sientan disgustados, pero la que más se enoja con la actitud de la maestra es Laura, ella siente que esa mujer se ha pasado de los límites, sus creencias le indican que nadie merece ser tratado de esa forma, así que piensa defender a su compañera, sin importarle cuales vayan a ser las consecuencias, Laura está llena de empatía y eso indica que tiene que hacer lo que ella considera correcto, así que inmediatamente se pone de pie y comienza a hablar.

-No me parece justo que le baje la nota a la compañera. Es apenas el primer día de clases y esta nuestra primera clase del día. Además, le dolía la cabeza y necesitaba tomar algo para contrarrestar el dolor; si hubiera venido aquí primero quizá se habría sentido peor. Solo fueron quince minutos de retraso, y su razón me parece muy justificable.

Todos se sorprenden por lo que acaba de decir Laura. La chica hondureña le sonríe con agradecimiento.

-¿Acaso yo le pregunté lo que opinaba?

Al escuchar lo que dijo la profesora muchos en el salón se ponen a comentar entre ellos y se escuchan murmuraciones.

Danilo ve a Laura y siente en su ser que él debió haber defendido a la chica que llegó tarde, está confundido, aún no sabe por qué le está faltando valentía; él siempre ha sido un chico al que le ha sobrado coraje, pero lo único que hace es seguirse sintiendo mal por quedarse callado ante aquella injusticia.

-Solamente estoy exponiendo mi punto de vista, y creo usted no está siendo justa con la compañera -continúa hablando Laura.

-Las reglas de la clase las pongo yo, así que mejor no siga hablando sino quiere que también le baje puntos -dice la profesora ya muy exaltada.

Laura decide no seguir discutiendo. Pero sabe que las actitudes y comportamientos de la profesora la seguirán disgustando, y tendrá que hacer algo si sigue habiendo injusticias.

-Ya, pase adelante y tome asiento -le indica la profesora a la chica que aún estaba de pie en la entrada-. Deme su nombre por favor.

-Rebeca Fúnez -responde y se dirige a los pupitres de atrás, donde están sus dos compañeras de habitación: Carolina Sosa de Paraguay y Magaly Sánchez de Perú.

La profesora busca a Rebeca en la lista de estudiantes de esa clase en su laptop, y tal como dijo le baja un punto.

Rebeca no sabe ni dónde está parada, la vergüenza se apodera de ella, aún sigue nerviosa por cómo le habló la desafiante maestra, ella no está acostumbrada a que nadie la trate así, los pensamientos de culpabilidad la inundan. Si tan solo no hubiera ido a la farmacia..., su mente le dice una y otra vez que fue ridiculizada frente a sus nuevos compañeros de clase, se preocupa por lo que estarán pensando de ella.

Instituto Luxord [Completa]✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora