28. ¡¿Ya son novios?!

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Después de que los alumnos de primero de bachillerato de Ciencias de la Tecnología estuvieron en dirección, todos siguieron recibiendo sus respectivas clases. Aunque el ambiente se volvió bastante tenso después de lo sucedido, hasta el punto de que, cada profesor que les dio clases salía sorprendido del salón al culminar su clase; porque los estudiantes estuvieron muy bien portados, y tan silenciosos que hasta se podía escuchar cualquier mínimo sonido.

—Me siento cansada —dice Rebeca y toma un sorbo de agua de la botella que tiene en sus manos.

—Mañana nos dolerá todo el cuerpo, hasta las uñas —le contesta Magaly.

—Sí, pero era necesario que fuéramos a hacer ejercicio para quemar toxinas. Además, nos ha servido para relajarnos.

—Tienes razón, antes de ir al gimnasio me sentía abrumada, pero ahora estoy mejor.

Las chicas suben con mucha dificultad las escaleras, para salir del área del gimnasio, que se encuentra en una parte baja del campus. Magaly hasta siente que sus piernas bailan y a Rebeca parecen dolerle las rodillas.

Su entrenamiento estuvo basado en mucha fuerza, ambas se levantaron mucho peso en cada máquina para piernas y glúteos.

Cada paso, cada escalón, que han subido, fue doloroso; pero festejan cuando ya están en la última grada.

—Nos hace falta un elevador en esta zona —dice Rebeca con gran cansancio.

—Es el camino para ir al gimnasio, no le pondrán jamás un elevador. Ya sabes, es como para que caminemos, subamos escalones y nos sirva como un precalentamiento.

—Pues sí sirve para antes de ir a hacer ejercicio, pero después no, porque salimos matadas del gimnasio.

—¿Matadas? —carcajea Magaly.

—Perdón, utilizo muchas palabras de mi país. Te explico, matadas es como decir cansadas.

—Okey, ahora entiendo.

Rebeca le cuenta más sobre la jerga de su país y luego las dos comienzan a comparar las diferencias entre sus culturas mientras van rumbo a su residencia.

Luego, por fin, llegan a la residencia; y ya pueden tomar un elevador para llegar a su habitación. Magaly comienza a hacer chistes de cómo sería la vida sin que hubiera medios de transporte y les tocara caminar todo el tiempo.

Rebeca se maravilla por cómo Magaly ha dejado el estrés por el estudio y ha comenzado a disfrutar más de los pequeños momentos. Le encanta verla reír y que hasta tenga ganas de decir chistes.

—Por fin te apareces, Carolina. ¿Dónde estuviste toda la tarde? —le pregunta Rebeca al ver a su amiga frente al pasillo cuando salen del elevador.

—Estaba con Carlos Manuel, les cuento que ya, ¡somos novios!

—¡¿Ya son novios?! —gritan sus amigas y se emocionan.

—Si, cuando les dije que iba por un bocadillo a la cafetería, pues así era; hasta que Carlos Manuel me llamó y me citó en la heladería. Empezamos a charlar y luego me pidió que fuera su novia, y obviamente a mí me gusta mucho, así que le dije que sí quería serlo.

—¡Felicidades entonces! —le dice Rebeca y la abraza. Magaly hace lo mismo, aunque piensa que ella jamás tendría un novio tan rápido, sin conocerlo mucho; pero aun así está feliz por su amiga y espera que las cosas entre esos dos funcionen muy bien.

—¿Y ustedes donde han estado?

—En el gimnasio —responde Rebeca.

—Ahora comprendo —dice Carolina con una mirada de complicidad—. Déjame adivinar..., cuando llegaste al gimnasio, pusiste tu celular en silencio, luego lo guardaste en tu mochila y aún no lo has sacado de ahí.

—Vaya, Caro, ya me conoces muy bien; pero no entiendo por qué me dices esto.

—Porque Danilo te ha estado llamando, lo sé. Ya que cuando estaba con mi novio, él nos vio y me preguntó dónde estabas, y pues como yo no sabía, eso fue lo que le respondí. Así que, me pidió que cuando te viera, te dijera que estaría en el bello jardín del oeste, al parecer quería mostrarte algo. ¡Así que vamos, Rebe! Date prisa, antes de que se vaya de ahí.

—Oh no, debo verlo ahora, ¡pero estoy sudada y huelo a sudor! —exclama Rebeca entrando en una crisis nerviosa.

—¡Ponte ropa limpia! Y ya, rápido, porque no creo que se quede el resto del día esperándote.

—Tienes razón. Bye —dice Rebeca y corre hacia la habitación.

—¿Por qué camina como pato? —le pregunta Carolina a Magaly, al ver a su amiga caminar algo raro.

—Hoy hicimos ejercicio para piernas y glúteos.

—Con razón... —ríe Carolina y ellas también entran a su habitación para ayudar a Rebeca a escoger ropa, seguramente necesitará de su ayuda para sorprender a Danilo.

Rebeca no quiere que Danilo se aburra de esperar o piense que ella no va a llegar, así que, rápidamente, antes de meterse a la ducha, le envía un mensaje por WhatsApp, diciéndole que llegará más o menos dentro de media hora.

Después de darse un rápido baño, se pone la ropa que Carolina le escogió con ayuda de Magaly, un vestido de manga corta bastante casual de color verde con estampado de mariposas, y unos tenis blancos que encajan a la perfección con el vestido; una gran elección. Y, para terminar, se hace una coleta alta.

Toma las llaves de su auto para irse en él, ya que quiere llegar lo más rápido posible.

—¡Que te vaya bien! —exclama Carolina.

—Gracias, Caro —dice Rebeca y se va.

Llega al estacionamiento y enciende su auto.

—Qué porquería más lenta —reprocha en voz alta mientras va en camino—. Bueno, al menos me ahorra algo de tiempo.

Rebeca se siente feliz, pero a la vez con muchos nervios como es habitual cuando se trata de Danilo. Ella piensa una y otra vez en qué será lo que Danilo le quiere mostrar. Llega a la conclusión de que seguramente él se decidió a enseñarle sus pinturas. Se siente afortunada de que Danilo vaya a mostrarle sus pinturas a ella, nunca creyó que eso pasaría tan rápido, considerando que nadie sabe que a él le gusta pintar.

Por fin, llega, estaciona su auto y se adentra en el jardín. Ahí está él, tan guapo como siempre. Ella se acerca lentamente, él aún no la ha visto porque está de espaldas, sentado frente a la pequeña fuente. Él siente que alguien viene y voltea a ver, encontrándose fijamente con los ojos de Rebeca que tanto le gustan, e inmediatamente se pone de pie y camina hacia ella. Y ahí viene la urticaria de nuevo..., a Rebeca le comienza a dar comezón, pero esta vez es en la mano izquierda; ella se queja en sus pensamientos: ¡Insoportable y odiosa picazón!

Danilo no puede dejar de verla, se ve hermosa, le encanta; aunque también nota que se rasca la mano disimuladamente. Como es tan observador, se ha dado cuenta de que todas las veces que ha estado cerca de Rebeca, ella tiene alguna comezón; la última vez que habló con ella durante un recreo, ella se rascaba el cuello. Quisiera preguntarle qué es lo que tiene, pero piensa que sería muy imprudente de su parte.

—Hola —saluda Rebeca sonriente.

—Hola —responde Danilo mientras se le forma una sonrisa en su rostro. A Rebeca le fascina verlo sonreír, la mayoría del tiempo es bastante serio, pero cuando rara vez sonríe, hace que cualquiera se derrita.

—¿Qué era eso que querías mostrarme? —pregunta Rebeca con mucha curiosidad. No puede esperar a ver las pinturas de Danilo, el artista secreto.

—Acompáñame —dice Danilo y juntos se van caminando.





.......

¿Qué les pareció este capítulo queridos Náufragos? Queremos saber su opinión. 

Y nuevamente les damos las gracias por seguir leyendo esta historia y por darle mucho amor. Esperamos que les esté gustando leerla tanto como a nosotras nos gusta escribirla. 

"Dulce agua de coco para todos ustedes que naufragaron hasta aquí con nosotras"  Att: Dao y Machimash.

De lunes a viernes, no se pierdan ningún capítulo de esta bella historia colegial.

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