53. Esta niña tiene razón

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—Disculpe señor Ricalde —dice la recepcionista entrando a la oficina del director—, hay tres chicas que necesitan hablar con usted.

—No puedo atenderlas hoy, ya es tarde; dígales que vengan mañana en horario de clases —responde el director apagando su computadora para irse.

—Dicen que es urgente, que es un tema delicado que no puede esperar —explica la recepcionista, ya que minutos atrás, Rayssa, Camila y Laura le rogaron que las dejara pasar a hablar con el director y le dijeron esas mismas palabras.

—Está bien, déjelas pasar, pero dígales que solo tengo tres minutos para atenderlas —pronuncia el director.

La recepcionista vuelve a la sala de espera a decirles a las chicas lo que el director dijo.

Camila está nerviosa, porque esa va a ser su última oportunidad para demostrar la inocencia de su amiga, la cual en poco tiempo se ha convertido en alguien tan importante en su vida.

Rayssa se encuentra sumamente preocupada, espera que la verdad salga a la luz, porque no está preparada para irse de Luxord, su anhelo es graduarse ahí al lado de sus amigos.

En cuanto a Laura, se siente preparada para discutir con el director si fuese necesario.

—Solo tenemos tres minutos —dice Camila con rostro preocupado, caminando hacia la oficina del director.

—Tiempo más que suficiente —asegura Laura muy fresca.

—Tomen asiento, por favor —indica el director y las chicas obedecen—. Bien, ¿qué es eso tan importante que tienen que hablar conmigo?

—Vengo a exigir justicia —anuncia Laura.

—Ya me lo esperaba desde que la vi entrar, alumna García —pronuncia el director un poco exasperado, ya que siempre que la estudiante Laura García llega a su oficina, menciona la palabra "justicia", y eso sucede tan a menudo, que hasta le ocasiona cansancio—. ¿Y ahora qué pasó?

—Usted está expulsando a Rayssa Oliveira sin tener pruebas suficientes para declararla culpable, y sin darle la oportunidad de dar sus argumentos para defenderse. No puede hacer eso, ella también tiene derechos... —pronuncia Laura de manera convincente como si estuviera en una audiencia judicial.

El director lanza un largo suspiro.

—Que pruebe que es inocente entonces —dice el director acomodándose bien en su silla.

—Para eso estamos aquí —dice Camila entre dientes.

—Necesitamos el bolso que contiene las pinturas —pronuncia Laura—. Debe haber al menos una prueba ahí adentro.

El director, sin reprochar, saca de un gabinete metálico que está a la izquierda de su escritorio, el bolso negro de cuero, y se lo entrega a Laura.

Laura abre el bolso y analiza su contenido minuciosamente, mientras Camila y Rayssa solo la observan.

—¡He aquí la mayor prueba! —exclama Laura y los demás se quedan a la expectativa.

—Muéstrela —pide el director.

Laura despega el papel adhesivo que tiene escrito el nombre de Rayssa, y lo pone sobre el escritorio del director.

—Esta no es la letra de Rayssa —pronuncia Laura—. Me parece bastante absurdo, a decir verdad, que la hayan acusado por esto. Cualquiera pudo haber escrito el nombre de Rayssa en esta notita.

El director se queda pensativo durante unos segundos, luego arranca una hoja blanca de una pequeña libreta que tiene sobre su escritorio, y le pasa un lápiz negro a Rayssa.

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