46. Lágrimas de Danilo

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Los chicos del salón 103 están en clases de matemáticas, con su profesor favorito, Fausto López. Siempre enseña con paciencia y de forma dinámica, así, los alumnos tienen más ganas de aprender. Muchos hasta han dejado de pensar que las matemáticas son feas o difíciles, ya que el maestro lo hace ver todo más sencillo.

-Bien, chavales, así es cómo se despeja la incógnita en una ecuación lineal con radicales -dice el profesor terminando de explicar un ejercicio en el pizarrón-. ¿Alguna duda?

-¿Profe, podría volver a explicarlo? Es que hay un paso que no entendí muy bien -pregunta Mario.

-¡Claro! -afirma el maestro y vuelve a explicar detenidamente la ecuación-. ¿Ahora sí todo claro, Mario?

-Sí, profe, gracias -asevera Mario.

-Perfecto, si nadie más tiene preguntas, creo que la clase hoy termina temprano -dice el profesor viendo la hora en su reloj-. Aún faltan varios minutos para el recreo, pero no puedo dejaros salir hasta que toquen la campana; así que podéis ir guardando vuestras cosas y hacer lo que queráis mientras tanto, con tal de que os portéis bien.

Los chicos se alegran de que la clase terminara antes, aunque se tienen que quedar en el salón hasta que llegue el receso.

-¡Gracias, profe! Estaremos bien portaditos, no se preocupe -exclama Carolina desde su asiento.

El profesor guarda sus libros, su laptop y sus marcadores de pizarra; y luego se acomoda en la silla frente al escritorio para descansar un rato.

Los estudiantes se unen en grupitos para hablar y chistear. Como es usual, Celeste, Isabela y Renata se van aparte y no se llevan bien con ninguno del resto de sus compañeros.

-¿Qué' lo qué' wawawa? -pregunta Carlos Manuel acercándose a Eduardo y Matías-. ¿Ya le entendieron a mate?

-Pues ahí vamos -responde Eduardo-. Cami es una excelente maestra. Aunque tengo que seguir practicando mucho.

-A mí me está costando un poco, pero Magaly es muy buena tutora y me ha ayudado mucho.

-Qué bueno, panas -dice Carlos Manuel.

-¿Y a ti cómo te va? -le pregunta Eduardo.

-Pues a este moreno le va bien, o eso es lo que creo -ríe Carlos Manuel y Eduardo y Matías se ríen por el tono gracioso con el que lo dice.

-Oye, Carlos Manuel, después de semana santa se vienen las competencias deportivas, pero a nuestro equipo de futbol le faltan jugadores -cuenta Matías, ya que, para poder competir en la semana deportiva, los estudiantes deben formar sus propios equipos-. ¿No te gustaría unirte?

-Claro, cuenta conmigo -afirma Carlos Manuel-. ¿Cuántos integrantes les faltan?

-Nos faltan seis chicos -dice Eduardo.

-Le diré a mis amigos a ver si quieren unirse -dice Carlos Manuel y desde ahí llama a sus tres amigos para que se acerquen a donde están ellos, al otro extremo del salón.

-¿Qué pasa, wilas? -pregunta Antonio al llegar, y Eduardo les explica lo de su equipo de futbol.

Mario, Danilo y Antonio también aceptan formar parte del equipo y se quedan platicando acerca de lo buenas y divertidas que son las competencias deportivas anuales, donde cualquiera puede participar, sin tener que pertenecer a un equipo oficial institucional, de los que representan al instituto en las intercolegiales. Mientras los seis chicos se ponen de acuerdo en qué día pueden entrenar, Danilo recibe una llamada y le pide permiso al profesor de salir a hablar afuera del salón.

Rebeca, que se encontraba charlando con sus amigas, lo ve salir del salón. En ese instante, suena la campana y todos los chicos salen a recreo. Cuando Rebeca sale del salón, no ve a Danilo por ningún lado.

-¿Dónde está Danilo? -pregunta Rebeca acercándose a los amigos de Danilo que van caminando por el pasillo.

-No sé, lo llamaron por teléfono y él salió -dice Mario.

-Sí, por aquí cerca debe estar -pronuncia Antonio-. Si lo ves, le decís que nosotros vamos a estar en la cafetería.

-Dale, yo le digo cuando lo encuentre -dice Rebeca y camina rápidamente hacia otro pasillo.

-¿Rebe, a dónde vas? -le pregunta Magaly al verla alejarse.

-Voy a buscar a Danilo.

-¿Le pasó algo? -pregunta Carolina.

-No, está bien -dice Rebeca apurada-. Las veo luego.

Rebeca le escribe varios menajes, pero su novio no le responde. Ella sube y baja escaleras y pasa por varios pasillos con la esperanza de encontrarlo; pero por más que busca, Danilo no está en el edificio del colegio. Así que decide salir a buscarlo en otros lugares del campus.

-Oigan, disculpen, ¿han visto a Danilo Cedeño por aquí? -pregunta Rebeca a unas chicas que están sentadas sobre el césped, cerca de la entrada de la residencia de chicos del lado sur. Rebeca sabe que todos conocen a Danilo Cedeño, así que no duda en preguntarles por él a todos los chicos que se encuentra.

-Pasó por aquí, creo que iba en dirección al área deportiva -contesta una de las chicas.

-Muchas gracias -dice Rebeca y se aleja rápidamente.

El tiempo de receso termina, y Rebeca sigue sin encontrar a Danilo. Decide no presentarse a clases hasta dar con el paradero de su querido novio.

Rebeca comienza a correr por todo el camino hacia el área deportiva. Está exhausta y sedienta, ha corrido aproximadamente dos kilómetros desde que salió del edificio del colegio; pero no piensa detenerse, se le hace muy raro que Danilo haya desaparecido de repente, sabe que algo malo debe estar pasando.

Algunos metros antes de llegar al área deportiva, ve unas piernas que se asoman detrás del pie de un gran árbol de tronco grueso. Reconoce los zapatos de Danilo y se acerca lentamente...

Escucha los gemidos de dolor y angustia. Ella se pone de rodillas frente a él y ve su rostro empapado de lágrimas. Sus ojos están totalmente enrojecidos, y en su mirada devela sufrimiento.

Rebeca no le dice ni una palabra y se sienta a su lado. Su novio está sufriendo, y ella no sabe por qué. Le duele verlo así, pero sabe que no es el momento adecuado para preguntarle qué es lo que le sucede. Danilo recuesta su cabeza sobre el regazo de Rebeca y llora desconsoladamente. Ella inmediatamente lo rodea con sus brazos y pone suavemente su cabeza sobre la de él.

La preocupación se apodera de ella, y algunas lágrimas le corren por el rostro.

Se quedan así por varios minutos, luego Danilo levanta su torso y se queda sentado mientras trata de limpiar su rostro con sus manos.

-Rebe, tienes que ir a clases -dice en medio de sollozos.

-No, me quedaré aquí el tiempo que sea necesario -dice viéndolo a los ojos y tomando fuertemente su mano.

-Mi abuelo murió -dice y suelta aún más en llanto.

Rebeca se queda en shock al escuchar la triste noticia.

-Oh no...-dice y se queda sin palabras. Ella sabe que, en un momento así, nada de lo que diga va a servir de consuelo. Lo único que hace es abrazarlo y estar ahí, acompañándolo en esa situación tan difícil para él.

-Gracias por quedarte -balbucea Danilo.

-Estaré a tu lado siempre...

Instituto Luxord [Completa]✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora