23. Respire hondo

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Danilo, Carlos Manuel, Antonio y Mario están en su habitación alistándose para dormir.

Los cuatro, a pesar de ser tan diferentes, tener cada uno diferente cultura y manera de hablar; se han entendido muy bien.

Jamás imaginaron que los cuatro se harían amigos. Que buena suerte tuvieron al tocarles ser compañeros de habitación.

El grupo de chicos conversa de las clases, de las chicas guapas del instituto y de sus series y música favoritas.

De repente, alguien comienza a tocar la puerta de forma ruda.

—¿Quién será? —dice Danilo con voz muy ronca.

—¡Antonio, Antonio! Ábreme la puerta —se escuchan los gritos y Antonio asustado corre a buscar su pijama para ponérsela, ya que se encuentra solo en bóxer.

Carlos Manuel atascado de risa, corre rápidamente y abre la puerta.

—¿Qué haces tú aquí? Nos meterás en problemas. ¿Se te olvida que aquí no puede haber chicas?

—¡No me importa! ¿Dónde está Antonio?

—No puedes pasar a nuestra habitación. Ya te dije, no puede haber chicas, nos expulsarán a todos.

—Eso ya lo sé, y en este momento me da igual arriesgarme.

Mientras Carlos Manuel sigue discutiendo con aquella chica, Danilo y Mario solo se quedan viendo sin decir nada, no saben qué está ocurriendo. Los ha tomado por sorpresa.

La chica entra por la fuerza a la habitación de los chicos, y comienza a gritar y busca a Antonio por todas partes.

Luego se da cuenta de que el chico está encerrado en el baño, así que comienza a patear la puerta.

—Ya sal de ahí, cobarde —grita la chica.

Antonio Porras está preocupado porque, si esa chica sigue con esos gritos, todo el mundo sabrá lo que sucedió. Y aparte, si el encargado de la residencia de varones llega y encuentra a una chica ahí, se meterán a problemas.

Sin importar los nervios que siente, decide salir de su escondite y da la cara.

—¡Cálmese! ¡Tranquila! ¡Respire hondo!

—No me digas que me calme, Antonio. No puedo creer que te ligaras a mi prima y a su amiga.

—¿Y por qué no podía hacerlo?

—¡Sínico! ¡Desgraciado! —la chica se le lanza encima y comienza a golpearlo —. Se suponía que éramos novios.

—¡Yo nunca te pedí que fueras mi novia! No somos nada —dice Antonio mientras trata de esquivar los golpes.

—¿Nada? Pero si nos besábamos y salíamos juntos.

Chiquilla, eso no significa nada.

—Te odio, Antonio —dice la chica llorando de rabia.

—Tú eres una niña para mí, en cambio tu prima está en último año de bachillerato —dice Antonio sin un poco de sensibilidad, sintiéndose grande aun sabiendo que solo es dos años mayor que esa chica.

—Ya tengo catorce años, y cuando me pedías besitos no te parecía una niña.

Antonio sabe que no estuvo bien ilusionar y luego hacer sentir mal a esa niña de catorce años, fue un error. Pero, por otro lado, está frente a sus amigos, así que no piensa reconocer que se equivocó.

—Escúchame —dice Danilo acercándose a la chica que está en un mar de lágrimas—. Solamente tienes catorce años, eres muy joven, no puedes andar por la vida fijándote en chicos que no te valoran. Vete a tu residencia para que no te metas a problemas por estar aquí y no vuelvas a fijarte en Antonio o en alguien que no vale la pena.

—¡Gracias! Tú sí que eres un caballero —le responde la chica limpiándose las lágrimas de su rostro; y ya más calmada, decide irse.

Antonio está un poco molesto por lo que Danilo dijo acerca de que él no vale la pena, pero al menos logró hacer que la chica se calmara y se fuera. Se siente mal, está incómodo por todo lo que acaba de pasar. 

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