[52] Puedes ser restaurado

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Hermanos, si alguno es sorprendido en alguna falta, ustedes, que son espirituales, restáurenlo con espíritu de mansedumbre. Piensa en ti mismo, no sea que también tú seas tentado.

–Gálatas 6:1–

Capítulo 52: Puedes ser restaurado.

Lucas revisaba su celular mientras permanecía sentado en una de las sillas del comedor. El chico se encontraba en la casa de sus abuelos, quienes acababan de llegar del servicio de la iglesia. Lucas había permanecido dos horas solo en la casa ya que sus abuelos estaban cumpliendo con asistir a la iglesia, y entre esas dos horas Lucas aprovechó para mirar algunos vídeos en internet. La idea de ir a la iglesia con sus abuelos no le agradó mucho, así que decidió esperarlos en casa para volver a verlos.

Lucas no dejaba de mirar las fotos de Derek en facebook e Instagram, a pesar de todas las cosas que hayan pasado aún el moreno sigue queriendo a Derek.

—Lucas, te estoy hablando —habló el abuelo del chico, moviendo las manos para que su nieto lo mirara.

—Perdón, abuelo. Yo estaba...

—Perdido en tu celular, ya lo sé —interrumpió el abuelo —. Realmente no entiendo a la juventud de ahora, la vida se les va en esos aparatos electrónicos.

—Son celulares, abuelo. Con ellos podemos hacer cosas increíbles, hasta puedo tener amigos de otros países.

—Que ni siquiera conoces en persona.

—Cierto, pero igual son amigos.

—Las arepas estarán en unos minutos —informó la abuela Roberta cuando pudo llegar a la mesa y sentarse en una de las sillas —. ¿De qué hablaban?

—El abuelo no es amigo de los celulares.

—No es que no sea amigo, simplemente opino que no son sanos para la juventud de ahora. Se vuelve una adicción que te deja más embobado que una droga.

—No exageres, abuelo.

—Es la verdad —aseguró el abuelo Gilberto al cruzarse de brazos.

—Apoyo lo que dice tu abuelo —comentó la abuela —. Entiendo que los celulares sean de mucha utilidad hoy en día, pero cada vez veo a los muchachos más adictos a esas cosas. Pareciera que sin eso no pueden vivir.

—Ustedes ya vivieron su época loca, dejen que nosotros vivamos la nuestra.

—El problema es que hay una diferencia grande con nuestra época y ésta —dijo el abuelo —. Obviamente pasábamos diferentes problemas, pero por lo menos disfrutábamos la vida hablando en persona y conociéndonos más sin estar detrás de una pantalla.

—Hablando de la época de ustedes, quiero saber más de sus aventuras —dijo Lucas al colocar sus antebrazos en la orilla de la mesa mientras miraba a sus abuelos con mucha curiosidad —. Nunca me terminaron de contar de aquella vez cuando mi bisabuelo casi los descubre besándose.

—Ay Lucas, nunca olvidas nada —comentó la abuela mostrando una divertida sonrisa.

Cuando el abuelo quiso empezar a hablar fue interrumpido por unos fuertes golpes en la puerta de la casa, aparentemente alguien había llegado muy molesto.

—¡Lucas! —gritó el padre del chico desde afuera de la casa sonando muy molesto.

—Ay no, lo sabía —confesó Lucas al rodar sus ojos —. Papá detesta que venga para acá sin avisarle.

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