[23] Lucha y vence

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Acuérdate de tu Creador ahora que eres joven. No esperes a que vengan los días malos, y a que lleguen los años en que digas: <<Vivir tanto no es motivo de regocijo.>>

-Eclesiastés 12:1-

Capítulo 23: Lucha y vence.

* Tres meses después *

El tiempo avanzaba como era de costumbre. Las clases ya estaban empezando a colocarse más exigentes, y apenas estaban empezando a experimentar el segundo mes del año.

Era febrero, los jóvenes ya tenían semanas desde que ingresaron nuevamente al colegio después de aquellas pequeñas vacaciones de navidad. Cada quien disfrutó a su manera con sus familiares, y a pesar de todas las cosas que estuvieron pasando en el país nadie quiso desanimarse en recibir un nuevo año.

Muchas personas recordaron a sus familiares y amigos que se fueron del país para buscar un futuro emprendedor en otros países. Lágrimas lograron ser notarias en muchos rostros de familias, y las cantidades de videollamadas lejanas lo único que hacían eran sacar lágrimas de tristeza, cariño, y nostalgia.

El año nuevo estaba comenzando, y las cantidades de cosas que Antonieta tenía por hacer eran muchas. Entre uno de sus planes estaba poder graduarse con buenas calificaciones para que así pudiera disfrutar de la fiesta de grado que su mamá y su papá le estaban preparando.

Antonieta estaba tan enfocada en sus estudios que a veces sentía momentos de ansiedad. A pesar de que trataba de calmarse y orar, llegaban momentos donde únicamente se enfocaba en terminar un trabajo y estudiar bien para un examen. Sus exigencias para sí misma eran cada vez más grandes, siempre quería salir bien en cada actividad y nunca fallar en nada.

En aquél examen de física que tenía, y en el cual Uziel la ayudaba para prepararse, logró salir excelente. Tanto ella como Uziel fueron las calificaciones más altas en toda la clase. Lucas también logró tener una buena calificación, pero no tanto como la de Antonieta y Uziel. Ambos chicos celebraron muy felices por el logro, y el profesor hasta llegó a felicitarlos por la buena preparación que tuvieron.

Desde ese momento Antonieta empezó a sobreexigirse más y a mirar los estudios con mucha preocupación.

—Te traje pan con queso y un poco de café para que por lo menos comas algo y tengas fuerza, hija —le comentó su mamá al entrar al cuarto y dejarle la comida sobre la mesa de noche.

—Gracias, mamá —dijo Antonieta mientras guardaba sus cosas en su mochila un poco apresurada.

—Hija, cálmate un poco. Aún es temprano para que empiece la primera clase.

—Lo sé, mamá, pero necesito llegar temprano para juntar las otras partes del trabajo que la tienen Uziel y Lucas. Debemos de organizarlo bien. Es un trabajo muy extenso y detallista, así que cualquier cosa que hagamos mal será perjudicial para nuestra calificación.

—¿Se te quitó el dolor de cabeza que tenías?.

—Un poco, nada más.

—Entonces come, de seguro es porque no has comido. Tanta tarea es cansoso para el cerebro. Te estaré esperando con tu papá en la sala.

—Okay, en un momento bajo.

Antonieta estaba pasando por un momento muy frustrante. La molestia se hacía presente en ella a cada instante, y todo porque las cosas a veces no le salían como quería.

Al terminar de arreglar su mochila decidió por comer del pan que su mamá le había traído para luego beber de su taza de café. Ella se dispuso luego a sentarse en la orilla de su cama y después respiró profundo mientras masticaba. Estaba agotada de todo lo que le mandaban en el colegio, ya su cerebro estaba almacenando tanta información que hasta ella se sorprendía de todo lo que podía hacer y retener en unos minutos. Su mirada luego se posó en su biblia, la cual estaba al lado de la almohada, así que dejó el pan y la taza de café sobre la mesita de noche nuevamente para después tomar la biblia y abrirla para leer un poco. Sus ojos no dejaban de visualizar cada párrafo que veía a simple vista, y al caer en un versículo interesante decidió por leerlo y meditarlo.

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