[8] Fiesta y tentaciones 2/2

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Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.

-Esclesiastés 3:1-

Capítulo 8: Fiesta y tentaciones. (Segunda parte)

El ambiente juvenil era más que notable en la casa de Félix. Los padres del chico no estaban en casa ya que tuvieron que salir de la capital por un asunto de suma urgencia. Félix le pidió permiso a sus padres para lograr hacer una fiesta entre amigos, lo cual no le molestó a los padres del chico ya que le dieron autorización sin ningún problema. Lo que ellos no saben es que Félix se excedió con la fiesta ya que han llegado mucha gente a la casa.

Los adolescentes bailaban, reían, bebían alcohol, se besaban, y otros curioseaban en sus celulares algunas publicaciones en las redes sociales.

Muchas chicas se tomaban fotografías en grupos mientras que los chicos las miraban para poder llegar a tener valor y así poder hablar con ellas.

El olor a cigarro estaba en el ambiente. La música estaba a un volumen bastante alto ya que los vecinos de la zona no tenían ningún problema de que armaran la fiesta. De hecho, muchos de los vecinos decidieron ir también a la fiesta para pasar un buen rato en compañía.

Todo se estaba prestando para que los diferentes pecados hicieran de las suyas. Era el ambiente indicado para empezar a formar problemas de vida y conflictos carnales.

Tristemente la juventud estaba perdida en sus pasiones juveniles, llenas de toda obra de la carne y el pecado.

Micaela había llegado a la fiesta, luego de caminar algunas cuantas cuadras por fin pudo llegar y sin ningún problema por el camino. Las miradas de muchos rápidamente se fijaron en ella y su vestimenta. La chica obviamente sonreía al saber que todos la miraban, no podía evitar no hacerlo. Ella saludaba a algunos amigos y amigas mientras caminaba por en medio de las personas buscando a su novio. Algunas chicas le pidieron tomarse unas fotos juntas, a lo cual ella no se negó y decidió hacerlo.

Al pasar unos segundos, Micaela pudo ver a su novio junto con sus amigos. Todos se estaban riendo mientras platicaban de un tema en particular. Ella pudo visualizar bien a su novio y notó que además de que lucía muy guapo llevaba una botella de ron en su mano derecha. Él luego procedió a beber un poco en un vaso de vidrio con hielo, como si fuera agua, y logró hacerlo dos veces.

Micaela detuvo sus pasos y se cruzó de brazos. Detalló la vestimenta de Tanner notando que él llevaba una franela blanca ajustada a su torso, un pantalón negro algo ajustado y rasgado en la parte de las rodillas. Sus zapatos eran blancos, llevaba un collar en su cuello y su típico reloj color negro en su muñeca derecha. Los amigos de Tanner lograron mirar a Micaela desde lejos, así que le informaron al chico haciendo que él volteara para poder así mirar a su novia. Tanner mostró una amplia sonrisa cuando pudo mirarla y luego le encargó la botella de ron a uno de sus amigos para así empezar a caminar hacia su novia.

—Luces hermosa, princesa —le informó él muy sonriente cuando llegó hacia ella para darle un beso en sus labios y abrazarla por la cintura.

—Tanner, hueles a ron. Tus ojos se ven algo rojos. ¿Desde cuándo estás bebiendo? —preguntó ella haciendo una mueca de desagrado.

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