[11] Oportunidades

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Las palabras del sabio son agradables; los labios del necio causan su propia ruina. El necio empieza por decir necedades, y acaba por decir graves tonterías.

-Esclesiastés 10:11,12-

Capítulo 11: Oportunidades.

El aula de clases estaba callada mientras el profesor de física dictaba algunos apuntes muy importantes que los alumnos debían de tener en cuenta para el examen de la próxima semana. Dicho examen resulta ser muy difícil para los estudiantes. Ya muchos de ellos estaban pensando en buscar tutores para que les explicaran mejor la clase ya que era muy confusa. La cantidad de puntos a recordar eran muchos, los cuales llegaban a confundir a muchos de los estudiantes que aún no comprendían nada de lo que ya se había explicado una y otra vez.

—Lo voy a preguntar una última vez, ¿entendieron lo que les estoy explicando? —preguntó el profesor, alzando una ceja.

—¡Sí! —respondieron la mayoría de los estudiantes al unísono para luego dejar escapar algunas risas.

—Chicos, no quiero que nadie salga mal. Sé que es un examen difícil, es por eso que quiero que comprendan bien. Saben que no me gusta reprobralos.

—Profesor, quédese tranquilo. Se sentirá orgulloso de nosotros —comentó Tanner, logrando así que todos rieran ante su comentario.

El timbre del colegio empezó luego a sonar, indicando así que la hora de clases culminó para empezar el recreo. Todos los estudiantes guardaron sus libretas rápidamente en sus mochilas mientras que otros simplemente se apresuraron a salir del aula de clases.

Lucas empezaba a sentirse nervioso. Sus manos temblaban y su corazón se aceleraba en su pecho. Realmente se estaba empezando a preocupar por lo que pasaría en la práctica de fútbol.

—Amiga, no me pude concentrar en la clase. Estuve pensando en el entrenamiento toda la mañana —le confesó el chico a Antonieta.

—Lucas, mantente tranquilo. Si esto es lo que quieres hacer pues confía en Dios, todo va a salir bien.

—Deséame suerte.

—Más que eso. Deseo que lo disfrutes y que Dios te bendiga.

—Amén —dijo el chico con una pequeña y nerviosa sonrisa para luego despedirse de su amiga con un beso en la mejilla. Él luego terminó marchándose del salón y trataba de respirar con calma para que sus emociones no le jugaran mal.

Antonieta terminaba de guardar sus cosas en su bolso con toda calma cuando luego apareció Uziel a un lado de ella para así poder sacarle conversación.

—¿Entendiste la clase de física?.

—Te seré sincera, no entendí mucho. Tendré que buscar un tutor para que me oriente mejor.

—No busques más, aquí está el tutor que buscabas —comentó Uziel, sonriendo muy alegre mientras cruzaba sus brazos en su pecho.

—¿Qué? —preguntó Antonieta, con una sonrisa llena de sorpresa —Dime que estás bromeando.

—Esta vez no lo estoy. Hablo con toda seriedad. La clase que acabamos de ver la tengo muy bien grabada desde el año pasado. Recuerda que soy repitiente. Además, soy muy bueno en física.

—Vaya, lo escucho y no lo creo. Tengo que verte resolver un ejercicio para tener más confianza.

—¿Quieres pruebas? Okay, lo haré en este preciso momento —comentó, muy seguro de sí mismo para luego dirigirse hacia el escritorio del profesor —. Hola, profesor Velásquez.

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