[17] Ser próspero

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Guarda silencio ante el Señor, y espera en él; no te alteres por los que prosperan en su camino, ni por los que practican la maldad.

-Salmo 37:7-

Capítulo 17: Ser próspero.

El sol ya había salido por la mañana colocándose en su lugar. Las calles estaban húmedas y con ciertos charcos de agua, producto de la gran lluvia que había ocurrido ayer.

La noche estuvo fría por gran parte de la ciudad. Tanto fue así que a muchas personas les costaba levantarse en la mañana para empezar con sus actividades diarias. Tal es el caso de Micaela, quien se había levantado de su cama con mucha flojera y un poco de sueño. El agua para bañarse estaba fría por la mañana, logrando que la chica se estremeciera un poco y su piel se le erizara. Minutos después pudo estar completamente arreglada para irse al colegio. Pasó nuevamente su peine por su cabello lacio mientras se miraba al espejo de su cuarto para luego marcharse con total calma hacia la sala.

—Hola mamá, bendición —saludó a su mamá, quien estaba barriendo la sala.

—Hija, Dios te bendiga. ¿Pudiste dormir bien?.

—Sí, dormí increíble. El cuarto estaba muy frío toda la noche.

—Me alegra que pudiste haber descansado. De hecho hoy te veo un nuevo semblante en tu rostro.

—Eso lo hace el descanso. Ayer me sentía un poco... Mal. ¿Mi papá ya se fue a trabajar?.

—Sí, salió muy temprano.

—Vaya, quería que él me llevara al colegio. Me tocará irme en autobús.

—Espera un momento, ¿Tanner no vendrá a buscarte con su papá?.

—Eh...no, y creo que no lo hará desde ahora en adelante —confesó Micaela un poco apenada.

—No me digas que se pelearon.

—Más que eso, mamá. Tanner y yo terminamos. Ya no somos más novios.

—¿Qué? —expresó con sorpresa. Ambas cejas logró alzarlas, y una diminuta sonrisa se mostró luego en sus labios —Vaya, esto sí que es una sorpresa.

—No finjas, mamá. Es obvio que te sientes feliz por mi ruptura con Tanner. Nunca tuviste agrado de él.

—No pienso negarte lo que me dices, pero sí me sorprende la forma tan tranquila en cómo lo dices. Pensé que tú y él eran muy unidos.

—Las parejas no siempre estaremos de acuerdo en muchas cosas. Todo estos problemas son normales en una relación.

—¿Y qué fue lo que aconteció? Claro, si se puede saber.

Esa pregunta puso un poco incómoda a la chica. Inmediatamente el versículo de Éxodo 20:12 llegó a su mente, de igual forma acelerando su corazón en su pecho. Ella acomodó su postura y tragó en seco para seguir manteniéndose tranquila, pero obviamente su mamá logró captar su nerviosa actitud.

—Cosas de novios, mamá.

—¿Fue por eso que estabas mal ayer?.

—Eh, sí, fue por eso. Y también porque el versículo que está pegado en la puerta de la nevera me puso a pensar mucho.

La mamá de Micaela la miró por unos segundos a los ojos, tratando de entender mejor lo que estaba sucediendo. Ella sabía que su hija le estaba ocultando algo.

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