[18] Confianza en quien espero

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Bienaventurados serán ustedes cuando por mi causa los insulten y persigan, y mientan y digan contra ustedes toda clase de mal.

-San Mateo 5:11-

Capítulo 18: Confianza en quien espero.

Antonieta había llegado al colegio saludando a algunas amistades por los pasillos mientras mostraba una amigable sonrisa en su rostro. La mañana había empezado muy bien para ella porque se levantó de madrugada para orar a Dios, hacía semanas que ya no lo hacía porque ha estado teniendo muchos sueños pesados por las noches. Su celular luego empezó a sonar en el bolsillo de su falda, así que decidió tomarlo con calma para darse cuenta que un número desconocido la estaba llamando.

—¿Hola? ¿con quién hablo? —preguntó un tanto confundida al detener sus pasos.

—Te levantaste muy bonita en la mañana de hoy. ¿Con qué clase de agua te bañas? —preguntó una voz extraña por la llamada.

—No pienso responder preguntas a personas que no conozco. Dios lo bendiga —comentó la chica sonando muy clara en sus palabras para luego colgar la llamada y seguir caminando. Sus pasos se detuvieron nuevamente cuando el mismo número de teléfono volvió a llamar, así que decidió volver a contestar la llamada —. ¿Puedo saber quién es? No estoy para estar jugando a los detectives.

—Vaya, sí que tienes tú carácter —comentó aquella voz muy conocida por la chica haciendo que su semblante se relajara.

—Uziel, siempre bromeando —comentó la chica al rodar los ojos y luego mostrar una pequeña sonrisa.

—Quería molestarte un poco por la mañana —confesó el chico cuando logró acercarse caminando hacia Antonieta mientras aún hablaba por el celular. La chica no hizo más que sonreír y esperar a que él se acercara —¿estás molesta conmigo?.

—No. Poco a poco estoy conociendo más de ti —respondió ella por la llamada para luego colgar y caminar hacia él, de esa forma cortando la distancia que había entre los dos —. Te encanta jugar y bromear, lo típico de un niño de cinco años.

—¿Te parece que tengo cinco años?.

—Por algunas actitudes me haces pensar que sí.

—Gracias por el alago.

—¿De quién es el número de teléfono? ¿acaso le quitaste el teléfono a alguien para llamarme?.

—No precisamente. Ayer mis abuelos me regalaron una nuevo teléfono ya que el mío se me dañó con la lluvia. No fue buena idea dejarlo cerca de la ventana. Probé en dejarlo en una taza de arroz, pero ya era tarde. Por suerte mis abuelos llegaron ayer de Panamá y me trajeron un nuevo celular, así que ayer fui con mi abuelo a comprar una nueva línea de teléfono en el centro comercial.

—Que bueno que tus abuelos hayan llegado justamente ayer con un nuevo celular, por el contrario no tuvieras celular en este momento.

—Agrega mi nuevo número a tus contactos y borra el anterior. Hoy trataré de decírselo a todos mis conocidos.

—¿Y cómo recordaste mi número?.

—Me lo aprendí de memoria. Quizás en un momento de emergencia a la persona que primero llame sea a ti.

—Entonces estaré pendiente por tu llamada —comentó la chica mostrando una sonrisa de boca cerrada.

—¿Crees que puedas acompañarme hoy a mi casa para que conozcas a mis abuelos?.

—No creo que pueda, además tengo que pedirle permiso primero a mis padres.

—No te preocupes por tus padres, yo les pediré que me acompañes. Creo que a tu mamá le agrado desde aquél viernes por la noche cuando fui a tu casa.

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