[54] Jesucristo nos ama

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¡Dichoso aquél a quien Dios corrige! Así que agradece la corrección del Todopoderoso. Dios abre heridas, pero también las sana; hiere tu cuerpo, pero te devuelve la salud. Cuando te vengan seis desgracias, en la séptima te librará del mal.

-Job 5:17,18,19-

Capítulo 54: Jesucristo nos ama.

Los brazos de Milagro y de Renso rodeaban el cuerpo de su hija, quien estaba en medio de ambos. Los padres de la chica lloraban y daban gracias a Dios por tan increíble sorpresa que habían recibido.

Micaela había llegado a la casa y no dudó en llorar y correr hacia los brazos de su mamá, quien mirándola sin entender lo que sucedía no hizo más que ceder al abrazo y sonreír. Fue en ese momento cuando Micaela le contó que había aceptado a Jesús en su corazón, logrando que Milagro empezara a llorar de alegría por tan hermosa noticia. Renso luego se unió al abrazo cuando su esposa le contó lo que había pasado con Micaela, así que no dudó en acercarse y unirse a un solo agradecimiento a Dios.

Cuando los tres pudieron separarse del abrazo podían sonreír y limpiarse las lágrimas que salían unas tras otras de sus ojos. Lo que estaban viviendo era un claro momento de felicidad donde era inevitable no llorar.

—Vaya, hacía tiempo que no lloraba de esta forma —confesó Renso entre pequeñas risas.

—Me alegra mucho que nuestras oraciones hayan funcionado, Renso —le comentó Milagro a su esposo para luego mirar a su hija —. Tomaste una decisión valiente, hija. Seguir a Cristo a tu edad cuando hoy en día este mundo se está llenando más de maldad es... realmente un acto de valentía.

—Créanme que yo no fui con la disposición de aceptar a Jesús en mi corazón, pero sí fui en busca de escuchar su palabra.

—Le diste una oportunidad a Dios, por eso él obró —comentó Renso —. Él tocó a tu corazón y tú decidiste abrirle la puerta. Felicidades, mi niña.

—Gracias, papá. Realmente fue una sensación muy fuerte la que sentía. Mi cuerpo temblaba mucho, mi pecho se sentía caliente dentro de mi, las lágrimas corrían una tras otra por mis mejillas, y sentía que mi corazón se me iba a salir. Cuando caí de rodillas entendí que necesitaba a Jesús en mi corazón, pude ver mi vida como una película y pues... necesitaba un cambio muy fuerte en mi interior. Hasta me pidieron que me tocara mi vientre y profetizara vida sobre él —esta vez la voz de Micaela se quebró —. Sentía como el mismo Dios me hablaba acerca de mi vida. Hasta me recordó que él conoce cada parte de mi cuerpo, hueso por hueso y célula por célula. Él es mí creador, así como también es el de mi hijo.

—De verdad que me alegra lo que me cuentas, hija —confesó Milagro —. ¿Y cómo te pareció la iglesia? ¿Piensas ir otra vez? Recuerda que debes de seguir buscando más de Dios, y eso lo puedes hacer muy bien en una iglesia para que puedas aprender.

—En ese tema tengo mi punto de vista —confesó Micaela, esta vez sintiéndose un poco más tranquila mientras terminaba de limpiar sus mejillas —. La iglesia tiene muchas personas, eso sí, pero... siento que algunos me veían mal. Quizás por mi atuendo, o no lo sé. Noté que algunas mujeres me miraban mal, hasta el papá de Bianca me miraba mal.

—Hija, sabes que no hay iglesia perfecta —le recordó su papá —. Casos como el de la vestimenta pasa en muchos lados, más en esas iglesias conservadoras. El cambio lo hace el Espíritu Santo, y eso es mediante el trato que tú tengas con él.

—Lo sé, papá, tengo bien claro que no hay iglesia perfecta, pero sí no me agradó esa parte. No fui la única muchacha que fui vestida así, a las demás también la miraban extraño. Sinceramente me sentí incómoda, y mucho más cuando Bianca se me acercó para decirme que ella tiene faldas y vestidos para prestarme, y también me sugirió que podía rebajar mi maquillaje. ¿Pueden creerlo? Siento que todo va muy rápido.

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