[75] Tanner: Templanza

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No se emborrachen con vino, lo cual lleva al desenfreno; más bien, llénense del Espíritu.

–Efesios 5:18–

Capítulo 75–
Tanner: Templanza.

Tanner Herrera.

   Fumando en el patio trasero de mi casa pude analizar el rumbo que ha llevado mi vida durante todo este tiempo. Ciertamente no he tomado las mejores decisiones, aunque muchas veces yo aseguraba que habían sido las correctas.

   Desde pequeño he sido criado como un niño mimado, al cual sus padres todo se lo regalaban. Esos caprichos me llevaron a conocer la prepotencia y el orgullo, de esa forma alejándome de la humildad.

   Cuando probé las bebidas alcohólicas por primera vez no me contuve a seguir probándolas, a tal punto de que se hicieran parte de mi vida. La primera vez que estuve borracho fue a los 15 años, recuerdo que esa noche yo estaba en la fiesta de quince años de una amiga. Tanto fue el alcohol en mi cuerpo que ni pude recordar completamente lo que había sucedido anteriormente. Amanecí sin mi camisa colocada, y con una botella vacía sobre mi pecho mientras yo descansaba en un sofá con mis amigos.

   Haber tenido esa experiencia hizo que yo tuviera curiosidad por conocer cosas nuevas, pudiendo hasta tener sexo con dos muchachas en una misma noche.

   Uno de los consejos que mi papá siempre me daba es que yo debía de disfrutar mi vida sexual con cualquier muchacha que yo quisiera, y así fue hasta que apareció Micaela en mi vida. En mis planes estaba únicamente acostarme con ella, así como hacía con las otras chicas; pero Micaela, por alguna razón, hacía que mis ojos no se quitaran de encima de ella. Me había enamorado, y no lo quería aceptar, hasta que un día lo hice.

   Mi historia me recuerda a aquella historia que Uziel le contó a unos muchachos de la iglesia. Él les había dicho que en sus planes estaba enamorar a Antonieta para acostarse con ella y poder alejarla del evangelio; pero nada le salió como él esperaba.

   Yo no creía enamorarme tan joven, ya que siempre imaginé que mi futura esposa la tendría a mis veintiocho años. Creo que no está bien precipitarse a los planes que tenemos, porque siempre vienen sopresas que pueden cambiar todo lo que planeamos.
  
   Cuando papá me aconsejó tener a mi hijo realmente me sorprendió, jamás me lo había esperado de él. Por un momento creí que aceptaría la idea de abortarlo. Me esperé una respuesta como: “Convence a Micaela para que aborte. Luego te buscas a otras muchachas para que disfrutes con ellas, pero protégete.” Su historia antes de nacer también fue de mucha sopresa para mí; nunca me había enterado que casi iba a ser abortado por mis abuelos. Fue por eso que la idea de abortar a mi hijo no le pareció correcta.

   La actitud de papá ya ha cambiado; de hecho, en estos últimos días, me ha recordado una y otra vez que tengo que ser un buen padre para mi hijo y también un buen hombre para Micaela. Me dijo que ellos serían mi nueva familia, aquella que representará el siguiente paso en mi vida para una pronta adultez.

   La relación de mis padres ha estado más cercana, hasta puedo decir que empalagosa. En cada momento que logran verse llegan a besarse y decirse palabras amorosas. Eso es algo que agradezco, ya que habían estado teniendo problemas por algunos asuntos de infidelidades por parte de papá.

   Él quiere que yo sea un buen hombre en el futuro, es por eso que ahora quiere remediar todo para por fin darme un ejemplo de lo que es ser un buen esposo y un buen padre de familia. Incluso ha reducido su constante consumo de cigarros, y es porque quiere hacerme entender que si ponemos de nuestra parte podemos alejar ese vicio dañino.

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