[77] Benjamín: Paciencia

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Pero ustedes, hermanos, tengan paciencia hasta la venida del Señor. Fíjense en el labrador, cómo espera el preciado fruto de la tierra, y cómo aguarda con paciencia a que lleguen las lluvias tempranas y tardías.

–Santiago 5:7–

Capítulo 77–
Benjamín: Paciencia.

Benjamín Sánchez.

   Cada capítulo de mi vida está narrado desde un punto de vista gris, mostrando actitudes que me hacen reflejar que no soy la persona más perfecta de todas. Cometo errores, así como lo comenten los demás.

   He sido exclavizado por mis pasiones carnales, tanto que llego a sentir que mis fuerzas se están acabando por las cadenas que llevo encima.

   Crecí escuchando de Jesús. Su pacto de amor en la cruz fue un antes y un después en la humanidad. Mamá y papá siempre me decían eso; pero yo tomé esa información como algo más de conocimiento.

   Al principio mis padres eran un poco estrictos en su manera de educar mi vida en el evangelio; sin embargo, cuando fueron adquiriendo más conocimientos y enseñanzas en la iglesia cambiaron algunas actitudes hacia mi, dándome un poco más de libertad en ciertas cosas.

   Hoy en día pienso que me excedí con esa libertad que ellos me dieron, tanto que no me importó conocer las cosas que siempre me habían hecho considerar como malas.

   Aquella primera vez que miré la pornografía hizo que mi morbo creciera más y más, a tal punto de ensuciar mis pensamientos. Mi forma de ver a las personas ya había cambiado, ya que me los imaginaba desnudos o hasta teniendo relaciones sexuales con otras personas.

   Mirar a los animales en su acto sexual me hizo pensar que todos en este mundo disfrutaban hacer eso. Yo no quise quedarme con las ganas, y cuando escuché a unos amigos del colegio hablar de la pornografía y la masturbación no dudé en experimentar lo que era. Jamás había sentido esas sensaciones en mi cuerpo, sensaciones que me tenían al borde de la locura.

   En un día llegué a masturbarse más de cinco veces; durante el día, obvio.

   También escuché que el masturbarse debilitaba a la persona, y además lo volvía más flaco. No fue mentira eso, ya que toda mi energía se lo dejaba a esos momentos de fricción y pulso. Mis resultados fueron un bajón de peso por unos meses; pero luego me fui recuperando. La pornografía no se queda atrás, ya que al consumirla tanto pudo ensuciar mi mente.

   ¿Estoy siendo muy claro? Creo que sí.

   Cuando conocí a Antonieta en aquél campamento de jóvenes no pude negar que me llamó mucho la atención al poder interactuar con ella. Siempre la había visto en el colegio; pero nunca me atreví a hablarle. Cuando supe que había aceptado a Jesús en su corazón me ilusioné con tener un futuro romántico a su lado; pero sólo fue eso, una ilusión. Su clara afirmación de nuestra amistad poco a poco me estaban desilusionando, a tal punto de que hoy en día pudiera olvidar ese absurdo amor romántico que guardaba hacia ella.

   Cuando mantuve relaciones sexuales con Laura no pude negarme a sentir el placer de querer estar con otras chicas, así que cuando podía me dejaba llevar por mis deseos sexuales para poder estar con las chicas que iba conociendo con el tiempo. Esa primera vez despertó en mí una necesidad de seguir descubriendo nuevas cosas en el sexo, así que en lo oscuro de mi cuarto no dejaba de mirar páginas pornográficas donde explicaban con claridad aquellos puntos importantes para poder tener grandes conocimientos en el área del sexo.

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