[45] La creación

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Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra. La tierra estaba desordenada y vacía, las tinieblas cubrían la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas.

–Génesis 1:1,2–

Capítulo 45: La creación.

Las personas empezaban a levantarse por la mañana como era cotidiano. El sol ya se estaba colocando en su lugar mientras la luna se despedía para hacer acto de presencia en otro lugar del mundo.

El agua de las duchas estaba muy fría por la mañana, así que algunos optaban por calentar unas ollas de agua para poder bañarse con más calma.

Micaela se preparaba para ir nuevamente al colegio. Su uniforme estaba intacto como siempre, su maquillaje muy sutil en su rostro, y sus cabellos bien peinados con unas ondas en sus puntas. La chica siempre se levantaba temprano para arreglarse bien y no perder su glamour. Todas las mañanas cuando le tocaba ir al colegio era lo mismo, muchos minutos invertidos en su vestimenta y arreglo.

Micaela tomó su celular y sonrió a la cámara de su móvil para tomarse unas fotos, logrando hacer diferentes muecas en su rostro. Su sonrisa aún se mantenía en su rostro, pero cuando pudo ver las fotos no le agradó ningunas, así que terminó eliminándolas.

Al mirarse al espejo completo de su habitación no pudo dejar de mirar su vientre, imaginando que pronto crecería por el bebé que estaba creciendo dentro de ella. La idea de ser mamá no le agradaba a la chica, pero tampoco quería quitarle la oportunidad de vivir a un ser que apenas se estaba creando.

—Basta, Micaela —se dijo a sí misma cuando colocó sus manos en su rostro mientras se calmaba —Es tú cuerpo, tú decides.

Esta vez lágrimas amenazaban por salir, los ojos de Micaela comenzaban a cristalizarse. Internamente la chica mantenía una lucha entre la decisión de abortar o no. Habían personas a su alrededor que le decían que abortara, pero otras le decían que no. Ya no entendía lo que sentía, y eso la colocaba siempre en un estado pensativo.

Una llamada a su celular llamó su atención, y al mirar la foto de contacto de Tanner dudó en contestar. El chico desde anoche estaba incitando a Micaela para que buscara un método para abortar, pero ella no quería escucharlo más porque sus ideas sonaban muy peligrosas para la chica. La llamada se perdió, pero nuevamente Tanner volvió a llamar para que Micaela contestara. Ella sentía cierto miedo, pero ya no quería seguir más con la mortificación.

—¿Ahora qué quieres, Tanner?

—¿Por qué no me contestabas? Sabes que no me gusta que me dejes esperando en las llamadas.

—No empieces con tus reclamos. Recuerda que tú ya no eres nada para mi.

Da igual, no me gusta que me dejes esperando en las llamadas.

—Hasta luego, Tanner. Tengo que desayunar.

—¡Espera! No me cuelgues.

—¿Qué quieres?

—Sabes bien lo que quiero. ¿No has hecho nada para abortar?

—No, aún no he podido...

—Eres una tonta. El tiempo va avanzando, Micaela.

—Claro, para ti es fácil decirlo porque no eres quien lleva el bebé dentro de ti.

—No es un bebé todavía, no le digas así.

—Da igual. Eres un...

—Ya cállate, por favor. Me queda claro que no has hecho nada por miedo. Pero tranquila, conseguí a alguien que me dará unas pastillas que te harán abortar, así descartamos la opción de ir con un especialista y decimos que el aborto fue natural. Mi amigo me ha dicho que funciona, muchas chamas ya lo han hecho antes.

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