[5] Un plan perfecto

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Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo.

-Isaías 41:13-

Capítulo 5: Un plan perfecto.

Antonieta se sentía muy cómoda en su habitación. De alguna manera se había convertido en su espacio íntimo en toda la casa.

Su cama y sus almohadas eran muy cómodas. Cada tarde que llegaba del colegio descansaba por unos minutos mirando hacia el techo de su cuarto mientras pensaba en cada actividad que hizo en el colegio. Para ella ya era algo cotidiano en su día a día, excepto los sábados y domingos. El aire acondicionado de su habitación enfriaba todo el lugar, lo cual hacía que los minutos de pensamientos sean más refrescantes.

Por la mente de Antonieta pasaban muchas cosas. Habían momentos donde ella trataba de calmarse para no recibir un fuerte dolor de cabeza. De alguna manera podía percibir los problemas no solo de ella sino también de las demás personas.

Ella tiene tantas cosas por hacer, pero no sabía por dónde comenzar.

Un silencio luego llegó a su mente. Sentía cómo su pecho subía y bajaba mediante sus respiraciones. Luego de unos minutos se le vino el rostro de Uziel a sus pensamientos. Recordó cuando él le confesó que es ateo. Recordó su burlona sonrisa. Recordó la cercanía que él tiene hacia ella. Recordó sus ojos...

Rápidamente Antonieta se levantó y terminó quedando sentada a la orilla de su cama un tanto sorprendida por lo que había estado pensando. Su mente recordaba a Uziel por alguna extraña razón. Su corazón palpitaba en su pecho sin ella aún entender el porqué.

Golpes a la puerta llaman la atención de la chica. Su mamá se dispone a abrir y luego se asoma por un lado mostrando una sonrisa agradable.

—¿Interrumpo?.

—No, claro que no. Necesito hablar contigo, mamá.

—Vaya, eso suena interesante —comenta su mamá alzando sus cejas en expresión de sorpresa para luego adentrarse a la habitación y caminar hacia donde está su hija para así luego sentarse a su lado —. ¿Hay algún problema?.

Antonieta abrió su boca para hablar, pero se detuvo al entender que aún no era el momento de platicar con su mamá acerca de Uziel. Pensó que más bien debería esperar un poco más de tiempo.

—Antonieta... ¿Pasa algo?.

—Pues... Sí. Resulta que hace días conocí a una persona con la cual nunca había dirigido una palabra, pero por alguna extraña razón ahora me habla y está interesado en ser mi amigo. De hecho ya lo somos, pero hoy me confesó que es ateo.

La mamá de Antonieta alzó sus cejas en expresión de sorpresa. Se quedó pensativa por unos segundos y se cruzó de brazos para analizar con calma cada palabra que decía su querida hija.

—Estás pensando en ese chico, ¿no es así? —le preguntó con curiosidad a su hija.

—No te lo puedo negar. Es la primera vez, estando en el evangelio, que me sucede algo así. Tuve que calmarme para responderle sabiamente sobre mi creencia.

—Él sabe que eres cristiana.

—Exacto, y eso es lo que más le agrada de... Mí —Antonieta quedó sorprendida cuando le confesó a su mamá lo que Uziel sentía. No comprendía porqué lo dijo ya que por un momento pensó en no contárselo a su mamá. Todo su plan había fallado. Al principio por su mente pasó utilizar la excusa icónica de: "El amigo de una amiga".

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