[70] Dejar que crezca

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Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.

—San Juan 3:30—

Capítulo 70: Dejar que crezca.

   Tanner hablaba con su pequeña hermana Cindy, quien había encontrado la bolsita de droga en el cuarto. Fue por esa razón que Soledad se enteró que su hijo guardaba drogas en casa, y que además las consumía cuando todos se dormían.

   Los regaños de Soledad hacia su hijo fueron muy fuertes, dejando a Tanner muy sorprendido ya que nunca la había escuchado tan molesta. Ella ya estaba cansada por las actitudes que su hijo tomaba; pero lo que rebasó su molestia fue cuando la pequeña Cindy se le presentó en la mañana con una bolsita de droga que había conseguido en uno de los zapatos de su hermano. 

  Tanner no tuvo el valor de seguir mintiéndole a su mamá; terminó confesándole que consumía drogas desde hace meses atrás, y que además de eso las llegaba a consumir cuando su familia descasaba por la noche. Soledad no podía creer que Tanner haya abusado de su confianza, fue por esa razón que lo castigó con no salir por tres meses a fiestas o reuniones con sus amigos. Al único lugar donde podría ir es la escuela, y eso gracias a que el director aceptó que continuara para que pudiera culminar con las últimas actividades que tenía que hacer.

   El brillo de los ojos de su hermana hicieron que él se sintiera culpable por haber dejado esa bolsita de droga en su zapato. No quería ni imaginar lo que hubiera pasado si su hermana consumía de ese polvo, el cual había confundido con un dulce.

—¿Comprendes lo que te quiero decir, Cindy?

—Sí, hermanito. Perdóname por haber tomado eso. También perdóname por haber entrado a tu cuarto sin tu permiso.

—Claro que te perdono. Sólo te pido que no lo vuelvas a hacer.

—Mamá me dijo que eso no era ningún dulce. Yo pensé que sí porque estaba en una bolsita y se parecía a esos caramelos que explotan en la boca. Papá hace unos días me compro unos caramelos así.

—No son esos caramelos. Pero tranquila, papá de seguro te comprará más tarde todos los que tú quieras.

—Papá está muy molesto contigo. Pude escuchar cuando le hablaba a mamá por una videollamada.

—Eso es otra cosa que debo corregirte, Cindy, no debes de estar escuchando las conversaciones privadas de los demás.

—Perdón, es inevitable.

   Tanner sonrió ante el comentario de su pequeña hermana y luego procedió a lanzarla a la cama para hacerle algunas cosquillas en su barriga. Él había perdido esa cercanía con ella desde hace meses atrás. Haber reaccionado ante lo que pudo provocarle a su hermana con esa bolsita de droga hizo que su corazón entrara en preocupación por amor hacia ella.

   Algunos golpes se hicieron escuchar en la puerta de su cuarto, así que Tanner dejó de hacerles cosquillas a su hermana para acercarse hasta la puerta y poder abrirla. Sus ojos mostraron clara sorpresa cuando notó a Micaela frente a él, la cual no dudó en sonreír por el asombro que el chico tenía.

—Micaela, me alegra verte. ¿Mamá te dejó pasar tan fácil?

—Soy la madre de su futuro nieto; hay sencibilidad por eso. Además vine con mi mamá. Ambas están platicando en la sala ya que tu mamá necesita desahogarse con alguien.

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