[28] Repudiada

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Tu marido es tu Creador, y su nombre es el Señor de los ejércitos; tu Redentor es el Santo de Israel, y su nombre es el Dios de toda la tierra. Yo, el Señor, te lo he dicho: Te llamé cuando eras una mujer abandonada y de espíritu decaído; cuando eras como una joven esposa que ha sido repudiada.

-Isaías 54:5,6-

Capítulo 28: Repudiada.

Antonieta leía el pasaje de Isaías 54 con una sonrisa plasmada en su rostro. La chica comprendía el amor que Dios ha tenido con su pueblo Israel, y que ha pesar de todas las cosas que ese pueblo pudo haber hecho siempre sentirá ese amor eterno por aquél pueblo que libró de Egipto.

Hubieron dos versículos que llamaron la atención de Antonieta, esos fueron el 5 y el 6. Allí se explica que el marido del pueblo es su Creador, el cual lleva por nombre el Señor de los ejércitos. Cuando era una mujer abandonada y de espíritu decaído fue llamada por él, cuando era como una jóven esposa que había sido repudiada. Dios siempre tuvo su mirada en Israel, la trató con ese amor que lo caracteriza. A pesar de que ese pueblo lo traicionara una y otra vez, él siempre estuvo ahí para proteger a sus habitantes y ayudarlos a salir de sus naufragios.

Repudiada.

Esa era la palabra que rondaba por la mente de Antonieta, y con la cual más conectó.

En aquella ocasión, meses atrás, Antonieta se encontraba de esa forma: abandonada, con un espíritu decaído y repudiada. No sabía qué hacer, y fue cuando cayó en la depresión y la ansiedad. El miedo a ser rechazada por los demás llenó su mente, dejándola por muchas noches sin dormir. Habían días donde no comía, y cada día iba enflaqueciendo. Sus padres oraban por ella, pero Antonieta se estaba cansado de vivir.

Dos pastillas no calmaban su nerviosismo, y las cortadas cerca de su pelvis no la ayudaban del todo.

Se sentía la peor persona del mundo, y no podía controlar sus sentimientos.

Fue en aquél día. Aquella hora donde entendió que el agua se le estaba subiendo a la cabeza. De tantos dolores de cabeza pudo entender que Dios estaba tratando en su vida. Aquél llamado cambió mucho en su espíritu, y sanó muchas cosas de las cuales ella se encontraba esclava. Después de tanto clamar, su respuesta llegó al tiempo correcto. Fue así como entendió que su Creador y Redentor la había estado esperando con los brazos abiertos para hacerla sentir amada, y no repudiada.

—Siento que falta aún más por liberar, Mónica —confesó Antonieta al cerrar la biblia y no levantar su mirada —. Mi pasado está volviendo y no sé qué hacer.

—Tranquila, primero debes de respirar profundo y calmarte —le aconsejó Mónica —. Es obvio que aún falta por cicatrizar la herida, pero esto es poco a poco, recuérdalo. Es necesario que todo esto acontezca para que tu corazón cada día se haga más fuerte.

—Tengo miedo a que mis padres se enteren —confesó la chica, dejando escapar algunas lágrimas —. Ambos me ven como su pequeña, la más preciada a sus ojos. No sé qué hacer.

—Ellos te aman y te van a entender.

—¿Crees que me repudiarán como lo hicieron...?

—No, eso jamás —aclaró Mónica —. Conozco a tus padres desde hace años. Nunca te harían sentir así.

—Me causa repulsión recordar lo que pasó. Créeme que si pudiera devolver el tiempo cambiaría eso.

—Lo sé, Antonieta, pero ya pasó. Ahora tienes que enfrentar eso y no permitir que te siga lastimado.

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