[68] Dios lo puede hacer

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¡Para Dios no hay nada imposible!

–Lucas 1:37–

Capítulo 68: Dios lo puede hacer.

La hora del recreo había llegado, y desde una cierta distancia Bianca no podía creer lo que estaba mirando. La sorpresa era clara en su rostro, y cierta molestia se hacía sentir en su corazón.

Mirar a Uziel y Antonieta agarrados de las manos mientras se sonreían felizmente hizo que Bianca se sintiera de cierto modo celosa. Aquella escena ella nunca lo pudo hacer con Uziel en público porque cuando tuvieron su relación ella pidió por discreción que nadie supiera lo que pasaba entre ellos, pero mirando a Uziel tan feliz con Antonieta hizo que Bianca se haya arrepentido de no haber hecho eso mismo con el chico.

Llenándose de más molestia ella se dirigió hacia la dulce pareja, quienes juntos se estaban riendo de algunos chistes que Uziel decía.

—Vaya, vaya. Hasta que por fin lograste lo que te propusiste, Uziel. Por fin conseguiste que Antonieta fuera tu novia —comentó Bianca al llegar hacia donde estaba sentada la feliz pareja. Ella se cruzó de brazos y no ocultaba su falsa sonrisa.

—Dios te bendiga, Bianca —saludó Uziel.

—No me vengas con tus bendiciones, por favor. Me parece muy bajo que hayas tomado el evangelio para únicamente acercarte a Antonieta.

—Bianca, no hables así —le pidió Antonieta, molesta por la actitud de la chica hacia Uziel —. ¿Cómo puedes tratar a Uziel de esa forma? Deberías más bien motivarlo más para que continúe en el evangelio.

—Abre los ojos, Antonieta. Él te está mirando la cara de tonta. Eres tan boba que ni cuenta te das. ¿Ya te pidió para tener intimidad? Ese siempre ha sido el objetivo de Uziel. Siempre busca la forma de sacar del evangelio a las chicas cristianas.

—Ya para, Bianca —le enfrentó Uziel cuando pudo levantarse y mirarla directamente a los ojos —. Yo cambié, no soy el mismo de antes.

—Ajá sí. ¿Piensas que yo me comeré ese cuento chino?

—Piensa lo que quieras. Yo estoy tranquilo con mi vida en este momento. Puedo decir que estoy empezando una etapa increíble que jamás había experimentado.

—¿Te enamoraste? —preguntó Bianca mediante una burlona sonrisa —Ay por favor, Uziel. No conoces lo que es el amor.

—¿Tú me estás hablando de amor? ¿En serio? ¿Vienes aquí a desahogar tu amargura y muy posible celosía para después hablar de amor? Estás mal, Bianca.

—Cállate —exigió Bianca, cambiando su rostro a uno más serio —. Aquí los únicos que están mal son ustedes.

—¿Qué ganas con todo esto, Bianca? —le preguntó Antonieta al levantarse y colocarse a un lado de Uziel —Yo pienso que estás arruinando más tu testimonio con esta actitud.

—Cállate, hipócrita. No sabes lo que dices.

—A ella no le hables así —le advirtió Uziel al acercarse un poco hacia Bianca, pero Antonieta lo detuvo al tomarlo por el brazo.

—Déjala, Uziel. Ella en algún momento tendrá que entender que su actitud amargada nunca la llevará a nada bueno.

—Vaya, habló la más recta. La que nunca a roto un plato.

—No sólo he roto un plato, sino varios. Por lo menos yo sí lo confieso, Bianca. Tú no, actúas como que si nunca has hecho nada malo. Aceptar nuestros errores no está mal. Aunque no lo creas de ellos aprendemos.

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